La empatía: una herramienta eficaz para un niño desbordado
Como padre o madre seguro que habrás vivido más de una ocasión momentos en donde tu hijo se encuentra desbordado por alguna emoción ya sea enfado, frustración, rabia o miedo. Cuando un niño desbordado está fuera de sí, sabemos que lo que requiere es calmarse, sin embargo (y seamos honestos) nuestra actitud puede alejarse mucho de lo que el niño necesita en ese momento.
Ante un niño descontrolado y/o enrabietado, nosotros los padres solemos:
- Enfadarnos: ¡Ya estás otra vez igual! ¡No lo soporto más!
- Avergonzarnos: ¡Que no ves el numerito que estás montando y cómo te mira la gente!
- Juzgamos: ¡No tienes por qué ponerte así, es una tontería!
- Amenazamos: ¡Cómo no pares te va a caer una buena!
- Gritamos: ¡Que te calles!
Estas actitudes no son más que una respuesta automática ante nuestra propia frustración, sentimiento de fracaso, agotamiento o desesperación que como padres sentimos ante estas situaciones, más que como posible solución. Viéndolo fríamente sabemos que enfadarse con el niño o gritarle, no lo va a calmar, puede que aún se descontrole más, pero entonces ¿cómo podemos ayudarlo?
Lo que necesita un niño desbordado
Un niño que se encuentra desbordado ha desconectado su parte racional y se encuentra completamente dominado por un estado emocional negativo, por lo tanto, cualquier respuesta encaminada a razonar con él o dando el mismo tipo de respuesta negativa, no tiene ningún efecto o incluso puede incrementarlo.
El niño que se encuentra desbordado requiere un proceso que le ayude a comprender lo que le pasa y a volver a conectar sus emociones y sus pensamientos.
Para estos momentos contamos con una herramienta al alcance de todos que es: la empatía.
Quizás no sienta ninguna simpatía cuando mi hijo pelea con su hermana o cuando se encapricha con algo que quiere que le compre. Si me centro en lo que yo pienso o siento en esos momentos la cosa termina mal. En cambio, la empatía no busca coincidir en la forma de pensar del otro, sólo tratar de entenderlo desde SU punto de vista.
La empatía acalla mi propia forma de ver las cosas e intenta escuchar y ponerse en el lugar del otro.
Cuando logramos tener una actitud empática y dar una respuesta en este sentido, el niño se siente escuchado, que es tomado en cuenta y entonces puede empezar a calmarse.
Cuando empieza a desactivarse la intensidad de la emoción que tenía desbordado al niño, a nivel neurológico ocurre una cosa curiosa: el cerebro emocional y el racional se sintonizan y esto tiene un efecto calmante. Sólo entonces es cuando el niño es capaz de razonar y escuchar otros puntos de vista diferentes al suyo.
[ctt template=»5″ link=»cd85z» via=»yes» nofollow=»yes»]Cómo trabajar la empatía en niños y niñas y dar una respuesta eficaz a un niño desbordado[/ctt]
Cómo dar una respuesta empática eficaz a un niño desbordado
Poner en práctica la empatía no siempre es cosa fácil, requiere poner de nuestra parte como padres, zambullirse en nuestras propias emociones y grandes dosis de paciencia y amor.
He aquí cinco consejos para poner en práctica la empatía con nuestros hijos:
Trabajar nuestra propia inteligencia emocional. Para tener un buen control emocional y poder enseñarlo a nuestros hijos, es muy importante que como padres tengamos un bueno manejo y conocimiento de nuestras propias emociones.
Sintonizar con la frecuencia y la intensidad de la emoción. Para empatizar es importante distinguir cuál es la emoción que está inundando a nuestro hijo y también cuál es su intensidad, para hablarle bajo esos mismos términos. No es lo mismo sentirse desbordado por la rabia que por tristeza, aunque sus respuestas sean parecidas. Por otro lado, existe una gran diferencia entre estar molesto a estar furioso o entre estar algo preocupado, que angustiado.
Comprender que es un proceso. Cuando un niño está desbordado no podemos esperar que se calme enseguida. Aun cuando estemos ofreciendo respuestas empáticas y nos pongamos en sintonía con el niño, va a requerir de tiempo y paciencia. Conviene ir dando unas cuantas respuestas empáticas, a la vez que vamos calmándolo y animándolo a estar tranquilo.
No sólo palabras. Una respuesta empática no sólo implica decir las palabras adecuadas: una mirada de comprensión, una caricia, un beso, un abrazo, estar en silencio, a veces pueden llegar más al fondo del corazón del niño que lo que decimos.
Dejar fuera mis prejuicios y respuestas automáticas. Si queremos practicar la empatía tenemos que empezar por dejar a un lado nuestra propia opinión e intentar escuchar el punto de vista de el de enfrente, no se trata de dar la razón, sólo de conectar con el otro.
Escuchar a los niños no implica que perdamos autoridad o que tengamos que dejar a un lado ciertas reglas, implica mostrar respeto e interés por lo que les pasa y lo que es importante para ellos.
Cuando tomamos el hábito de usar la empatía con los niños, ellos aprenden que lo que les pasa es importante, cuando están desbordados suelen calmarse antes, es más fácil que aprendan a superar obstáculos y desde luego la relación entre padres e hijos se estrecha.
Merece la pena poner en práctica este buen hábito ¿no crees?
© 2017 Cómo trabajar empatía en un niño desbordado. Katty Gutiérrez para nuestra Escuela de padres. Educapeques
Más artículos que te pueden interesar:
- Para que sirven las plantas.
- Que es una leyenda para niños.
- Normas de convivencia en la escuela.
- Juegos populares.
- Caligrafia para niños.
- Cuales son los 5 sentidos.