Poner límites sin miedo. ¿Cómo debemos poner límites?

Poner límites para algunos padres tiene una connotación negativa. Algunos lo asocian con ser personas rígidas o poco divertidas; otros creen que esto implica cortarles las alas e impedirles que tengan su propia voz.

Otros en cambio, pueden reconocer la importancia de poner límites, pero no saben cómo hacerlo, no toleran contrariar a sus hijos y temen perder su amor.

La realidad es que, poner límites es necesario e importante y debemos aprender cómo hacerlo, sin miedo y de manera sencilla.

No nos gusta ver sufrir a nuestros hijos. Tampoco nos gusta verles enfadados o convertirnos en personas indeseables para ellos, quizás por eso, es fácil caer en la tentación de dejarles hacer lo que ellos quieran y cuando les apetece, pensamos que esta es nuestra manera de mostrarles amor.

Pero es exactamente lo contrario, puesto que les queremos, tenemos que enseñarles cómo conducirse en la vida y la infancia es el momento ideal para ello.

La infancia es el periodo en la vida donde se va formando el carácter, donde el cerebro está más receptivo para aprender y por ello es momento de mostrarles lo que es correcto, conveniente y bueno para ellos y para los que le rodean.

[Tweet «Los límites son una de las herramientas con la que contamos los padres para guiarles por su camino y que aprendan a relacionarse sanamente con los demás.»]

Poner límites tiene muchos otros muchos beneficios:

  • Ayudan a nuestros hijos a autocontrolarse y fijar sus propios objetivos. Dos de las cualidades más relacionadas con el éxito académico y social.
  • Les ayudan en su desarrollo emocional e intelectual
  • Les ayuda a tener hábitos adecuados lo que permite que siga avanzando en su maduración.
  • Les ayudará a conseguir sus metas y ser más felices a lo largo de su vida

¿Cómo debemos poner límites?

Poner límites sin miedo implica que como padres tenemos la convicción que estamos haciendo algo bueno por nuestros hijos, aunque ellos a corto plazo no lo puedan ver de la misma manera.

No se trata de imponernos y dejar caer nuestra autoridad, se trata de evitar que sucedan conductas en el futuro que no queramos que sucedan y enseñar al niño a aprender a respetar ciertas normas.

La fórmula para poner límites de una manera exitosa es hacerlo con firmeza, calma y cariño.

Saber escoger las batallas

Uno de los errores más frecuentes como padres a la hora de poner límites es la de reprender la conducta del niño varias veces durante el día: No hagas, no toques, no juegues, no te subas, cuidado, muy mal…

 Lo decimos tantas veces, que el niño, no sabe distinguir que es lo verdaderamente importante y bien termina por ignorarnos o generamos mucha inseguridad o debilidad de carácter.

Por otro lado, al igual que es importante enseñarle a conocer y respetar las normas, también debemos nutrirlo de experiencias en las que salga airoso en una situación que llevaba las de perder.

Por eso es conveniente, distinguir diferentes tipos de límite, que veremos más a detalle.

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Tipos de límites:

Límites fijos. Son aquellos límites que son inquebrantables, puesto que sirven para garantizar la seguridad del niño. Ejemplos como: No meter los dedos en el enchufe o dar la mano antes de cruzar la calle. También se refieren a valores muy profundos dentro de la familia o normas sociales, de cara a mejorar la convivencia.

Límites flexibles. Son normas importantes de respetar, pero que se pueden adaptar según las circunstancias como fines de semana, vacaciones, situaciones especiales. Ejemplos como irse a la cama a cierta hora, comer chuches entre semana, el tiempo dedicado a la televisión.

Límites negociables. Son normas que deben cumplirse, si es que el niño no tiene un argumento mejor para que se modifiquen, es decir, normas que pueden sufrir modificaciones, si el niño sabe negociar y ofrecer una mejor alternativa. Ejemplo: El niño puede negociar quedarse más tiempo del permitido en casa de su amigo, si nos ofrece ayudarnos en casa antes ó comprarle un helado si nos ofrece comer todas las verduras.

Teniendo en cuenta esta clasificación y llevándola a cabo de manera consistente, el niño aprenderá a evitar realizar conductas no deseadas, lo que ayuda a mejorar su capacidad de autocontrol, pero también aprenderá que hay circunstancias que está en su mano modificar, lo que le facilitará la búsqueda de otras alternativas, ayudándole a que su criterio sea más flexible y adaptable.

Nuestro objetivo final no es que aprendan a guiarse en la vida por normas y que necesiten alguna persona de autoridad para respetarlas. La idea es forjar un carácter, una brújula interna que de manera intuitiva sepa lo que es correcto y bueno para ellos, siempre tomando en cuenta el derecho de los demás.

Katy Gutiérrez Herrera

Madre, psicóloga y monitora de tiempo libre

www.deorugasymariposas.com

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