Cuento infantil de nuestra nueva colaboradora Rosi Requena titulado Willy y Tobi
Will y Toby son dos perros que viven en lugares diferentes, ninguno de ellos se conocen y llevan vidas totalmente distintas.
Will es un caniche que vive en una gran ciudad, junto a sus dueños y los hijos de estos, Laura y Javi. Se podría decir que es un perro con suerte porque a pesar de vivir en la gran ciudad, sus dueños tienen una casa con jardín en una pequeña zona residencial.
Todos los días, Laura y Javi le dan un paseo al salir del colegio por el parque del barrio para que Will estire sus patas y haga un poco de ejercicio, para no pasar todo el día encerrado en casa y en contadas ocasiones, cuando pasan toda la familia el fin de semana juntos, lejos del trabajo y las prisas, se van un día al campo. Ese día es el más deseado tanto para los niños como para Will, ya que pueden correr y jugar sin parar y sin que sus padres estén pendientes del reloj, ellos acaban rendidos pero felices de haber compartido el tiempo con toda la familia hasta que vuelve el lunes, con las prisas, obligaciones y la rutina de siempre.
Por otro lado, Toby lleva una vida más tranquila. Su dueño, Antonio, tiene una casita en la playa. Allí trabaja como diseñador de interiores y hace poco más de un año se compró su tan deseada casa en la playa. Poco después fue cuando se encontró con Toby, un pequeño labrador de pelo dorado que habían abandonado a su suerte. Antonio no se pudo contener y se lo llevo a vivir con él. Desde entonces, todos los días se levanta temprano y se lleva a Toby a pasear a la playa antes de comenzar con su trabajo.
Un día, la familia de Will decide pasar unos días en la playa par agotar las vacaciones y disfrutar unos días en familia antes de acabar el verano. Pronto comenzarán las clases y el trabajo y será más difícil pasar tiempo todos juntos.
Casualmente, van al mismo lugar donde vive Antonio y días después de llegar ambos perros se encuentran. Will va como loco corriendo por la playa y Toby, deduce enseguida que ese perro no está acostumbrado a vivir libre, o por lo menos, de esa manera.
Con mucha curiosidad, Toby y Will se acercan el uno al otro y pronto se hacen amigos. En los días que le siguen, ambos juegan por la playa, corren y pasan mucho tiempo uno junto al otro. Pero todo se acaba y los días de vacaciones no son menos y cuando llega la hora de despedirse Toby no puede evitar hacerle una pregunta:
-Will, ¿Por qué te marchas? ¿no te gustaría vivir aquí con Antonio y conmigo? Aquí no hay prisas, ni horarios. Puedes ir y venir cuando quieras, no hay sitios prohibidos, ni cosas que no puedas coger. Antonio te acogería sin problemas y podríamos pasear y jugar todos los días en la arena.
– No puedo, Toby – le contestó Will con tristeza. – yo tampoco estoy mal donde vivo. Mis dueños me quieren, me llevan al parque y al campo cuando pueden. Soy la única compañía que tienen los niños cuando sus padres se van a trabajar y si me voy se pondrían muy tristes. No quisiera hacerles sufrir, ¿por qué no vienes tú?- le preguntó.
Toby, aunque triste, pronto comprende que Will tiene razón. A él le gustaría tener un compañero con el que jugar, pero también entiende que si fuese al contrario, no podría separarse de Antonio. Su dueño se sentiría mal, y Toby aun peor por abandonarlo. Al fin y al cabo, él lo había acogido en su casa cuando los demás le habían abandonado, no podía hacerle lo mismo el ahora.
-Tampoco podría- le contestó Toby.- lo que podemos hacer es vernos cada vez que tu familia venga de vacaciones y pasar unos días juntos.
Fue así, como Will y Toby iniciaron una amistad que duraría para siempre. Ambos vivían separados, entre la ciudad y el mar, pero siempre buscaron el modo de verse cada vez que tuviesen sus dueños unos días de descanso.
Rosi Requena
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