Es realmente difícil luchar contra la industria alimentaria hoy en día. Vivimos en un mundo en el que nos bombardean con publicidad de alimentos insanos, con escaparates en las tiendas y los supermercados están llenos de productos ultraprocesados que nos invitan a ser comprados y además son muy sabrosos y están a buen precio.
La cosa se complica si además hablamos de niños. Los adultos podemos entender que es más saludable una manzana que una galleta. Podemos informarnos, tomar decisiones con criterio y decidir que es lo más sano. Los niños no. Ellos se mueven por la búsqueda de placer. Solo entienden de lo que les parece que está rico y por eso podrían alimentarse de gusanitos, refrescos y golosinas.
Por tanto, somos nosotros, los adultos, los que debemos encargarnos de su alimentación y su salud. No podemos dejarles que sean ellos los que elijan qué comer si las opciones que tienen delante no son saludables.
En relación con la comida basura, tenemos dos opciones:
- Podemos tener la nevera llena de embutido y productos lácteos azucarados y la despensa llena de galletas y snacks y esperar que elijan fruta para merendar, y en caso de que no, prohibirles estas cosas, decidir por ellos lo que tienen que comer, lidiar con las peleas y los posibles enfados de los niños y además caer en el recurso fácil de acabar comiendo todos esos alimentos insanos que tenemos en casa.
- Por otro lado podemos utilizar la estrategia que recomiendan hoy en día la gran mayoría de nutricionistas infantiles. No ofrecer no prohibir. Esta estrategia se basa en no ofrecer nunca comida no saludable a un niño que no la ha pedido. Por ejemplo se escucha mucho: ¿Quieres un helado?, ¿quieres merendar plátano o galletas?. Es un error, si no nos lo han pedido evitemos darles esas cosas. No ofrecer también incluye no tener esos alimentos en casa. Si no están no los pedirán. Cambiamos la pregunta: ¿Qué quieres plátano o pera? Nos evitamos decirles que no con sus respectivos enfados. Y con no prohibir nos referimos a no negarles esos productos cuando aparezcan en sus vidas. En cumpleaños, reuniones familiares… habrá dulces y alimentos que normalmente no comemos. Dejemos que disfruten de ellos, son días puntuales, no pasa nada porque los coman de vez en cuando.
El problema fundamental en relación con la alimentación infantil no es ese trozo de tarta de cumpleaños o esos gusanitos que le dieron en el parque o esa piruleta que te pidió. El problema real viene de casa, que es donde los niños hacen la mayor parte de sus comidas diarias. Eliminando los productos insanos de nuestras neveras, eliminamos las prohibiciones, dejamos a nuestros hijos que puedan elegir y por tanto les damos autonomía, evitamos las tentaciones y además nos ahorramos enfados y disgustos. Y así podemos relajarnos fuera de casa y disfrutar de ese helado que tanto le apetece. Son todo ventajas.
¡Que aproveche!
Rocío Mollá Mur – Maestra de infantil. Guía Montessori. Asesora de crianza y alimentación en la infancia.
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