El aprendizaje y las emociones positivas

aprendizaje y emociones

Si bien hace tiempo ya que se sabe que las emociones influyen en los aprendizajes, antes se percibía ésta como una relación puramente intuitiva. No obstante, hoy en día se conoce que existe una vinculación estrecha entre el aprendizaje y las emociones. En consecuencia, los avances de la neurociencia en relación a la preponderancia de las emociones positivas con los aprendizajes nos confirman que aquella intuición, no estaba desacertada.

Desde la neuroeducación, se considera que un aprendizaje es significativo cuando el mismo se vincula desde un aspecto emocional. Es decir, que para las neurociencias, el aprendizaje relacionado con aspectos positivos tiene un efecto potenciador que permite una reafirmación de los mismos a largo plazo.

Dicho de manera sencilla: cuando el aprendizaje y las emociones positivas se relacionan, los niños logran afianzar los contenidos enseñados y, en consecuencia, retener y recuperar aquella información que han adquirido.


¿Cómo procesamos las emociones?

El cerebro conecta las diferentes partes mediante un impulso eléctrico que se produce entre las neuronas (que son las células del cerebro que envía o reciben información). Estos impulsos eléctricos permiten que las neuronas se conecten entre sí, produciendo lo que se conoce como sinapsis. La información que viaja de neurona a neurona se produce de manera extremadamente veloz. Esto es gracias a las vainas de mielina que recubren los axones de la neurona, provocando así que la información viaje desde un lugar del cerebro hasta otro a través de la conexión entre las neuronas.

El sistema límbico y el aprendizaje

La parte de nuestro cerebro encargado de procesar nuestras emociones recibe el nombre de sistema límbico. Dentro de este, podemos encontrar las siguientes estructuras: el hipocampo, la amígdala, el hipotálamo, entre otras.

El rol de la amígdala, el hipotálamo y del hipocampo

De manera sencilla, podemos decir que la amígdala recibe la información del entorno. Adicionalmente, puede anticipar una respuesta de características emocionales y se ocupa de modular la memoria episódica (esta es un tipo de memoria a largo plazo que se relaciona con los episodios o hechos personales. Por ejemplo, el recuerdo de lo sucedido durante el último festejo de cumpleaños). Por su parte, el hipotálamo controla los estados de ánimo y la liberación de hormonas. Por último, el hipocampo tiene un papel muy importante a la hora de recuperar los recuerdos de algo sucedido o aprendido.

En consecuencia, este sistema límbico se ocupa de interpretar y procesar las emociones a fin de poder asignarle un significado. Tras esto, la información llega a la corteza frontal quien junto con el sistema límbico se encarga de procesar y desarrollar la emoción. Es decir, que la persona que experimenta dicha emoción logra nombrar o reconocer la misma.

Tanto la amígdala como la estructura del hipocampo son dos regiones sumamente importantes para los aprendizajes ya que estas deciden si la emoción que la persona está experimentando será positiva o negativa en función de la vivencia. Por otra parte, ambas refuerzan las conexiones sinápticas de las neuronas, permitiendo una mayor proliferación de redes. Es decir, que la misma información viaja de neurona en neurona creando una red que cuanto más extensa y vinculada con las emociones positivas sea, mayor será el grado en que esta pueda recuperarse y asociarse con un recuerdo positivo.

En el caso de un aprendizaje que no se relacione con las emociones, el mismo se convierte en sustancia muerta, es decir que es muy difícil para el niño recuperar esta información aprendida dado que no tiene vinculación con lo emocional. Esto es, que el aprendizaje que no se asocia con una emoción, lo más probable es que caiga en el olvido. En consecuencia, si el cerebro no asocia el  aprendizaje y las emociones positivas, el aprendizaje no será significativo.


¿Qué sucede cuando el aprendizaje se vincula con emociones negativas?

Recurrir al miedo como emoción, puede producir grandes inconvenientes en los niños que van desde el recuerdo o aprendizaje vinculado con el temor hasta un bloqueo emocional en relación a los aprendizajes.

En el mejor de los casos un niño al que se le enseñe algo y que éste sienta temor por tal aprendizaje, inevitablemente cuando no deba acudir de manera obligatoria a la escuela (es decir cuando ya no se encuentre en la escuela primaria o secundaria) se alejará de todo tipo de aprendizaje formal por estar estos asociados con una emoción negativa.

En el extremo opuesto (es decir, en el peor de los escenarios posibles) un niño que haya recibido un aprendizaje relacionado con el temor, podría producir lo que se conoce como apagón emocional. Este apagón, se vincula más con un estado de apatía, frustración, negatividad, depresión, etc. Esto produce barreras entre el niño y los aprendizajes que se ve reflejado en su rendimiento escolar o académico con un diagnóstico posible de fracaso escolar.

APRENDIZAJE Y EMOCIONES POSITIVAS


Como vincular el aprendizaje y las emociones positivas

Existen varias formas de poder asociar los aprendizajes con emociones o experiencias positivas para los niños. Algunas de ellas las mencionaremos a continuación:

  • Enseñar sobre el manejo de las emociones. Es decir, trasmitir la importancia del control de la inteligencia emocional.
  • Vincular juegos con la enseñanza. Es decir, que el juego se disponga como herramienta de enseñanza y no como juego en sí mismo.
  • Cuentos o fabulas. Dependiendo de cuál o cuáles sean los aprendizajes, los cuentos suelen tener una riqueza simbólica significativa que permite a los niños desplegar su imaginación pero también generar emociones gratas en ellos.
  • Experiencias placenteras en relación con los aprendizajes. Risas, juegos, diversión, etc.

Conclusión

Las emociones atraviesan al ser humano en múltiples aspectos de la vida y la enseñanza no es ajena a ellas.

El manejo de las emociones, por un lado, y la necesidad de conocer y asociar los conocimientos con experiencias que queden registradas de manera positiva en los niños, reducirá los posibles fracasos escolares en los pequeños. De allí radica la gran importancia que tienen las emociones en los aprendizajes, así como también lo esencial de conocer esta vinculación para docentes y educadores en general.

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