Las orejas del conejo. Leyendas infantiles cortas

las orejas del conejo

Las orejas del conejo

las orejas del conejoHace millones de años los conejos no tenían el mismo aspecto con el que hoy les conocemos.

Por el contrario los conejos lucían unas orejas muy pequeñitas.

Un conejo en particular, llamado Amadeo, se lamentaba terriblemente por su aspecto. Solía reflejar su rostro en el lago del bosque, lloraba largas horas por su aspecto y el tamaño de su cuerpo diminuto.

Amadeo era amigo de todos los animales del bosque. Él era un conejo muy querido. Sin embargo su tristeza se había convertido en depresión. Así, todos los días iba hasta el lago, se miraba en él y lloraba por su tamaño pequeño en comparación con los leones, pumas, tigres y elefantes que eran sus amigos.

Un buen día, su amiga la lechuza, quien lo observaba siempre, se cansó de aquel lamento y le dijo:

  • Amadeo, tú eres un animal precioso con el tamaño que tienes. No tienes que lamentarte por nada, pero si lo que deseas es crecer, puedes ir a consultar al dios que vive en la cima de la colina. Él quizás pueda concederte un cuerpo de mayor porte, tal como el que tú deseas… –

El conejo dibujó una sonrisa en su rostro y sus ojos recobraron una luz especial que hacía tiempo había perdido.

Así, decidió empacar algunas de sus pertenencias para emprender el viaje hasta la cima de la colina en busca aquel dios.

Al llegar a la cima, se encontró con un dios durmiendo. El conejo lo despertó:

  • Disculpe señor, pero necesito de su colaboración – dijo el conejo 
  • Espero que sea importante pues estaba descansando – respondió el dios 
  • Pues, verá señor, no me siento a gusto con el tamaño de mi cuerpo. Sé que mi especie es pequeña pero deseo ser grande como un león, para que me respeten más. 
  • Entiendo amiguito – contestó el dios – Mira, yo podría ayudarte pero necesitarás hacer algo a cambio – 
  • ¿Algo a cambio? – dijo el conejito Amadeo 
  • ¡Sí! Deberás traer la piel de un mono, de una serpiente y de un cocodrilo – respondió el dios – Cuando hayas conseguido lo que te pido, entonces vuelve y yo te concederé lo que has pedido
  • ¡Muy bien! – respondió el conejo y se marchó feliz en busca de las pieles. 

El conejito Amadeo regresó y reunió a sus amigos; el cocodrilo, el mono y la serpiente. Les pidió humildemente que les prestasen sus pieles por un rato pues el dios le había hecho este encargo.

Sus amigos, que lo apreciaban mucho y sabían de su sufrimiento, se apiadaron de él y les prestaron sus pieles.

Feliz Amadeo regresó a la cima de la colina y se presentó con las 3 pieles frente al dios.

  • Buenas tardes señor. Cof cof (tuvo que toser para despertar al dios quien estaba nuevamente descansado). He regresado con su pedido
  • ¡Ahh! Excelente, excelente – contestó el dios – Pero me temo que tendré que hacer una modificación en tu pedido. No te concederé un tamaño más grande del que ya tienes – 
  • ¿Cómo es eso? – Respondió asombrado y desilusionado Amadeo. 
  • Verás, pequeño amiguito. Tú no necesitas ser más grande. Has traído estas 3 pieles hasta la cima de una montaña, ere rápido y ágil como pocos animales. No precisas ser más grande pero sí te concederé un cambio en tu aspecto. Te regalaré unas orejas grandes para que puedas oír todo lo que suceda en el bosque y que, estés alerta para evitar depredadores – 

El conejo pensó por unos segundos y le pareció una brillante idea. Así el deseo fue concedido y, de allí en más, todos los conejos nacen con orejas bonitas y grandes.

Las orejas del conejo. Adaptación Educapeques

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