Cuentos de arcoíris: El arcoíris triste
Los arcoíris son alegres, no pueden ser de otra forma. Lo son porque la mayoría nacen en primavera, cuando el Sol quiere brillar más y las nubes cansadas de estarse quietas, llaman al viento de marzo para divertirse.
Hace muchos… muchos años los arcoíris que cubrían el cielo eran admirados. Pero en estos tiempos modernos llenos de prisas, nadie se para a ver como sus colores se convierten en la risa de la primavera.
Bueno no es del todo cierto que nadie se detenga y les regale un poquito de su tiempo para admirarlos. Yo soy una de esas personas que aún me tomo tiempo para curiosear el cielo, la verdad es que me gusta dar forma a las nubes. Cualquier día de estos que tengáis tiempo observarlas, descubriréis que algunas son del todo increíbles. Con el trascurso de los años he logrado capturar cientos de ellas, las tengo con forma de conejo, tren, arboles y hasta de castillo.
Os preguntareis… ¿cómo se pueden coleccionar nubes? La verdad es que mi trabajo me facilita mucho esta labor, soy el fotógrafo de una revista meteorológica, y gracias a esto he logrado tener una colección importante de nubes con formas fascinantes.
También gracias a esto tengo otra estupenda colección de arcoíris, y por eso sabia que los arcoíris nunca nacen tristes. Hasta aquel día que tras una lluvia de abril, me pare para fotografiar uno. Y aquella fotografía sin yo saberlo fue todo un descubrimiento.
Y lo fue por lo siguiente… cuando revele aquellas imágenes me di cuenta que aquel arcoíris no era igual a los demás. Era muy… pero que muy diferente, aquel arcoíris estaba compuesto solo de color azul, ni rastro del verde, ni del amarillo ni del rojo, ni tan siquiera tenía una pincelada chiquitita de estos colores en todo su arco.
A la mañana siguiente sin perder ni un minuto me dirigí con estas instantáneas a la revista meteorológica para la cual trabaja, para que algunos de los científicos que en ella trabajaban me diesen una explicación a ese acontecimiento tan extraño que yo había capturado con mi cámara.
Aquellas fotos fueron pasando de mano en mano, y todos tenían la misma respuesta para aquellas imágenes, todos coincidían en la explicación, todos dijeron lo mismo… “la cámara con la que captaste esta imagen seguro que tenia mal regulado el enfoque”
Sin embargo yo estaba seguro que aquello era del todo imposible, siempre me cercioro de que todo este en perfecto orden antes de realizar una foto.
Cuando ya casi me había creído que aquello había sido un fallo mío, uno de los meteorologos más veteranos se acercó y me pidió que se las enseñara. Al verlas dijo algo muy diferente al resto de sus jóvenes compañeros.
-¡Un arcoíris triste!
Exclamo mientras las observa más detenidamente, tan detenidamente que sacó del interior de un bolsillo de su bata blanca, algo parecido a una lupa de aumento para aumentar pequeñas porciones de la fotografía allí mismo. Así se tiró casi cinco minutos escudriñándolas centímetro a centímetro. Para luego decir aquella primera apreciación.
-Sin lugar a dudas es el primer arcoíris triste capturado en fotografía, solo existe constancia de ellos en algunos textos antiguos de la época de Aristóteles. Hijo has capturado el primer arcoíris triste de la historia
No os negaré que aquellas palabras me impresionaron muchísimo, toda mi vida fotografiando el cielo, hiciese sol o nubes, tantas horas bajo él habían dado sus frutos. Y aunque me alegre al conocer que había sido yo quien tenía una prueba tangible de los arcoíris tristes, Don Ramón logró que también naciese en mí una preocupación por este hecho.
-Esto no es nada bueno, de verdad que no lo es, porque de la misma que existe constancia de su existencia, tampoco es bueno que nazcan tristes los arcoíris.
Tras aquellas palabras me pidió que le acompañase al archivo de la universidad meteorológica de la ciudad; nos fuimos en mi coche y mientras yo conducía Don Ramón se dedicó a llamar a un ramillete de meteorólogos ilustres ya jubilados.
Nos juntamos todos en aquel archivo e hicimos un equipo de trabajo, reunimos toda la información posible, tras realizar un intenso estudio llegaron a la conclusión de que había que seguir investigando en plena naturaleza, y cerciorarse de que no volvería a nacer ningún otro arcoíris triste.
Como por la noche es del todo imposible verlos, ya que es necesario que exista sol. Decidieron quedar por la mañana y proseguir aquella tarea científica al aire libre.
A la mañana siguiente nos dividimos en tres grupos movilizados para localizarlo. Y no tardó mucho en aparecer, tras las primeras lluvias, volvió a cubrir el cielo. Lo volvimos a fotografiar, incluso lo grabamos con una cámara.
-¡Malo… malo…!
Decían todos, porque no deben nacer arcoíris tristes bajo ningún concepto, cuando los arcoíris nacen tristes, siempre es por la misma razón, y está provocada porque los niños dejan de verlos y pintarlos, cuando los niños se olvidan de ellos los arcoíris nacen tristes.
Teníamos que hacer algo y rápido. Aquellos ilustres meteorólogos se pusieron en contacto con el Instituto nacional de Meteorológica, les comunicaron aquel hallazgo y les pidieron que dieran la noticia en todos los telediarios, y solicitasen a todos los colegios, a todos los padres, a todos los ilustradores de cuentos infantiles, que dibujaran muchos arcoíris, que decorasen los pasillos de las escuelas con ellos, los centros culturales, las habitaciones, pero sobre todo que cuando saliesen a la calle tras una lluvia, se parasen a mirarlos. Pues esta era la única fórmula conocida de la que tenían constancia para que todo volviese a la normalidad. Y los colores volvieran a cubrir el cielo en primavera.
Y aunque os parezca increíble esta la historia del primer y único arcoíris triste de la historia capturado en una imagen. Porque tras aquel suceso extraño y excepcional, los niños pintaron tantos arcoíris que va a ser difícil que este hecho vuelva a ocurrir, pero por si acaso ya sabéis no dejéis de verlos en primavera, y de pintarlos con cariño.
FIN
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