¡Sin emoción no hay aprendizaje! Emociones que favorecen el aprendizaje. Las emociones tienen un gran poder en el aprendizaje de los niños.
Muchos pedagogos, maestros y psicólogos insisten en la importancia de fortalecer las emociones de nuestros hijos y enseñarles a manejarlas de forma correcta. Esto es esencial y repercute directamente sobre la calidad de su aprendizaje.
Según, el equipo de especialistas del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, de Barcelona; las emociones en el aprendizaje juegan un papel fundamental, ya que facilitan la consolidación de los recuerdos.
Emociones y Aprendizaje: Aquellas experiencias que están asociadas a una elevada emocionalidad perduran con mayor facilidad en nuestra memoria.
Aprender va de la mano de sentir
Por este motivo, aquellas clases en las que el alumno experimenta e interrelaciona el aprendizaje con un amplio abanico de emociones positivas, generan un mayor impacto y, con ello, una mayor consolidación de los contenidos.
Se ha encontrado que las emociones ayudan a fomentar el aprendizaje, ya que pueden estimular la actividad de las redes neuronales, reforzando las conexiones sinápticas. Por lo tanto, se ha evidenciado que los aprendizajes se consolidan de mejor manera en nuestro cerebro cuando se involucran las emociones.
Así, cuando el ambiente es positivo en el aula, el cerebro emocional recibe de mejor manera los estímulos externos. En consecuencia, los conocimientos se adquieren con más facilidad y lo aprendido se mantiene en el tiempo. Por el contrario, cuando el aprendizaje se acompaña de emociones como rabia o miedo, el efecto es contrario.
Las emociones positivas favorecen el aprendizaje
Las emociones positivas son aquellas que producen una experiencia emocional agradable. Podemos hablar por ejemplo de:
- Interés y curiosidad: provocado por un estímulo que no nos crea temor; sino el deseo de conocer y experimentar. Esta emoción nos ayuda a conocer mejor nuestro entorno.
- La sorpresa: y es que la sorpresa, lo imprevisto, es lo que mantiene activada la atención de los niños, y, por lo tanto, le mantiene alerta, de modo que la información que le llega se instala de forma eficaz en su memoria.
- La seguridad: es en entornos seguros donde los niños pueden utilizar con total comodidad todas sus habilidades y recursos. Cuando el niño no tiene miedo, se manifiesta de forma libre, y se encuentra mucho más receptivo.
- Orgullo: cuando conseguimos alcanzar una meta después de esfuerzo y sacrificio. Experimentamos entonces una gran satisfacción.
- Gratitud: cuando expresamos un reconocimiento sincero por algo que hemos recibido. Esta emoción tiene la capacidad de estrechar lazos y profundizar relaciones.
- Ternura: al observar a alguien que necesita de nuestra protección y genera en nosotros cariño y acciones que sirvan para atender las necesidades.
- Alegría: cuando tenemos un éxito o un resultado positivo, experimentamos satisfacción y bienestar y se traduce en una expresión facial característica y universal que además resulta muy atractiva: la risa.
- Trabajo en equipo: el trabajo cooperativo anima a los niños a participar del nuevo aprendizaje y además le ayuda a mejorar su autoestima y por consiguiente, su capacidad para aprender.
Este tipo de emociones forman parte de nuestro bienestar, favorecen el manejo del estrés, facilitan el rendimiento y mejoran las relaciones sociales y la salud. Características de la personalidad como el optimismo, la afabilidad o la estabilidad están asociadas con una mayor tendencia a expresar emociones positivas.

El profesor debe ser un promotor de emociones
Si él sonríe, posiblemente sus alumnos también lo hagan. Si él se apasiona con un discurso, probablemente sus alumnos se apasionen al escucharlo. Así mismo, si el profesor se aburre con sus contenidos, aquellos que le escuchen difícilmente mantendrán la atención y encontrarán una utilidad a los mismos.
La transmisión emocional del profesor es esencial dado que es el empuje o la barrera del aprendizaje. Cuanto más conecten sus alumnos con una emoción movilizadora, más garantías existen de convertir aquella información en información útil y, a largo plazo, en un recuerdo accesible y facilitador de nuevas construcciones de conocimiento.
Estados emocionales que no favorecen el aprendizaje
Igual que existen emociones que favorecen el aprendizaje, también hay estados emocionales que representan un auténtico problema y ponen barreras para el aprendizaje de los niños.
Es muy importante, mediante la observación, detectarlos, buscar las causas y cambiar esas emociones. Estos son: el aburrimiento, la desidia, el miedo, el enfado, la frustración, entre otros.
Conclusión
La emoción es una característica fundamental producto de los pensamientos y análisis de situaciones de los seres humanos, por lo tanto, interviene en la disposición y habilidad que tenemos ante múltiples aspectos de nuestras vidas.
Ciertamente, la educación y el aprendizaje no son ajenos a esta influencia. La enseñanza del manejo de las emociones en el ámbito educativo se vuelve una herramienta necesaria, no solo para el aprendizaje escolar, sino para enfrentar los desafíos diarios de la vida.
Entender cómo las emociones pueden afectar distintos procesos como la memoria y la atención, ayuda no solo a los docentes en el momento de dar clases, sino también a los alumnos para que sepan cómo pueden influir en su aprendizaje.