La piel del venado, una vieja leyenda mexicana

la piel del venado

La leyenda mexicana «la piel del venado» Esta importante leyenda popular Maya, intenta explicar por qué los ciervos tienen un color muy particular en su pelaje.

Las leyendas mayas son narraciones que contienen sucesos y personajes increíbles y sobrenaturales, que se originaron en la imaginación de los habitantes de este pueblo milenario.

Estas historias no tienen un autor conocido y reflejan aspectos culturales muy importantes para la cultura mesoamericana, que tuvo su máximo esplendor entre los siglos IV hasta el siglo X.


Leyenda mexicana para niños “La piel del venado”

Esta maravillosa leyenda maya, cuenta que hace mucho tiempo los venados corrían libres por la península del Yucatán y aunque ellos disfrutaban de aquel hermoso lugar, porque tenía un clima muy agradable y los alimentos abundaban, también corrían mucho peligro.

Los venados sentían miedo porque su piel tenía un color muy claro y brillante que se veía a grandes distancias, lo que los convertía en presas fáciles para los cazadores.

Uno de esos calurosos días, un joven venado se paró en un riachuelo para beber de sus frescas aguas, cuando de pronto, un grupo de cazadores que se encontraba escondido entre los arbustos comenzaron a dispararle flechas.

Afortunadamente para el ágil venado ninguna de las flechas dio en el blanco, pero el aterrorizado ciervo comenzó a huir desesperadamente.

El asustado animal corrió sin rumbo fijo y de un momento a otro, el suelo bajo sus pies se abrió de forma súbita y cayó al vacío.

La piel del venado – Leyenda infantil maya

Cuando el venado terminó de caer aturdido y golpeado en el fondo de la fosa, miró hacia arriba y pudo darse cuenta que había caído en una cueva oculta entre la densa maleza.

Allí en medio de la humedad y la oscuridad de la cueva, escuchaba las voces de los cazadores que le acechaban, por lo que temeroso y aun confundido, decidió quedarse inerte sin intentar siquiera mover un solo músculo para no hacer ruido y ser descubierto.

Así pasó un buen rato y las voces de los cazadores cada vez se hacían más lejanas, y fue cuando el asustado venado pudo respirar con tranquilidad.

Los feroces y decididos cazadores, pensaban que el venado que perseguían había podido escapar y se dieron por vencidos, retirándose del lugar.

El vanado estaba a salvo en ese lugar desconocido para él, sin embargo, se había lastimado una de sus patas y sentía un gran dolor.

El joven venado se quejaba:

– “¡Ay que dolor!… ¿Ahora qué podré hacer si no me puedo levantar para salir de este lugar?”

El venado en la cueva de los genios

No obstante, el ciervo no sabía que había caído en la morada de tres genios que eran buenos y compasivos y que cuando escucharon sus quejidos, fueron en su ayuda.

El genio más anciano de los 3 lo saludó con amabilidad y le dijo:

– ¡Saludos criatura del bosque! bienvenido a nuestro humilde hogar.

El venado un tanto tímido le contesto:

– Les pido disculpas por llegar de esta manera, pero al tratar de escapar de unos cazadores el suelo se abrió y de pronto me encontré aquí… Pero en la caída quedé herido de una pata.

Otro de los genios se interesó en lo que contó el ciervo y le preguntó:

– ¿Dónde te duele venado?

– ¡Aquí, en la pata izquierda!

– ¡Tranquilo! Quédate quieto mientras nosotros te atendemos.

Los tres genios con atendieron con mucho cariño al joven ciervo y teniendo mucho cuidado, le untaron en la pata un ungüento a base de frutos silvestres, que servía para calmar su dolor y bajar la inflamación.

Luego lo recostaron sobre un cómodo colchón para que descansara y le prepararon comida para que pudiera reponer sus fuerzas. El venado se sintió tan protegido, que le dio sueño y se quedó profundamente dormido.

De esta manera pasó toda una semana siendo atentamente cuidado por los tres genios, hasta que se recuperó.

Ya estando en forma y sin sentir molestias para caminar, decidió que había llegado el momento de regresar junto a su familia de venados y les dijo con mucho agradecimiento:

– Ya es hora de irme y jamás olvidaré sus atenciones, muchas gracias!

De nuevo, el mayor de los genios con suave voz le dijo:

– ¡Para nosotros ha sido un placer tenerte aquí y esperamos que nos visites de vez en cuando! Pero antes de irte, queremos hacerte un regalo ya somos genios.

Dinos… ¿Cuál es tu mayor deseo?

El ciervo se detuvo a pensar cuál sería el mejor deseo que se le pudiera ocurrir, para no malgastarlo y que fuera algo realmente útil y les dijo:

–  Mi deseo es que cambien el color de mi piel, porque aunque es muy hermosa, es muy clara y brillante y los cazadores me detectan desde muy lejos y me gustaría poder pasear seguro por el bosque.

El genio asintió con la cabeza y le contestó:

– ¡Me parece muy bien y un deseo muy sensato!

Así salieron todos fuera de la cueva y otro de los genios le pidió que se tumbara sobre la hierba.

El venado se dejó caer sobre la fresca hierba y los genios cogieron tierra oscura y la frotaron sobre su pelaje. Al terminar formaron un círculo y se tomaron de las manos rogando al sol que calentara más fuerte.

De esta manera, el sol calentó lenta y suavemente el pelaje del venado untado con la tierra oscura.

Y en un abrir y cerrar de ojos, el color claro y brillante del ciervo se había transformado en un refinado tono marrón tostado.

El genio más viejo, se dirigió nuevamente a él y le dijo:

– A partir de ahora los venados tendrán un color que les permitirá camuflarse y pasar desapercibidos en el bosque y evitará que los cazadores los vean.

Desde ese día, los venados viven más tranquilos en las hermosas tierras de Yucatán.

–FIN–

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