Cuento infantil
Cuento infantil para aprender el color verde
En una tienda de animales de una ciudad como la tuya, vivía en un acuario con una pequeña isla y palmeras de hojas verdes de plástico, una pequeña tortuga.
La tortuga estaba muy triste, pues ya hacía casi un año que vivía allí y nadie la adoptaba como a sus compañeras de acuario. Cada vez que alguna persona que se acercaba a verlas, la pequeña creía que esa vez seria la definitiva, que algún niño se la llevaría a su casa para ser su amigo y, así sentirse especial. Pero eso no ocurría y, pasados varios meses, el animalito iba perdiendo la esperanza de encontrar a ese amigo que le hiciese sentir como una tortuga única.
Triste, en su acuario, pensaba que era lo que impedía ser adoptada y que fueran sus compañeras las elegidas. Tal vez era su color, un verde intenso que la diferenciaba de todas las demás que presumían de tener en su caparazón y su piel varias rayas amarillas y unos pequeños coloretes rojos.
-No te preocupes – le decía otra de las tortugas que convivía con ella. – Un día, será ese color intenso el que haga que encuentres un nuevo hogar y que seas muy feliz. Ya lo verás.
– Si, ya… Pero mírame, ya estoy aquí un año y estoy a punto de comenzar otro sin que nadie me lleve a su casa. Faltan dos días para terminar el año y nadie nos quiere en su casa.
No había forma de animar a la pequeña tortuga, que cada día se sentía más segura de que terminarían sus días en aquella tienda de animales.
De pronto, el 31 de diciembre y, a punto de cerrar la tienda, llegó un padre muy apurado. Buscando un animalito para su hija, esa misma noche era su cumpleaños y, para demostrar que podía ser responsable, les había pedido tener una pequeña mascota a la que poder cuidar y querer como a uno más de la familia.
Muchas fueron las mascotas que le enseñaron los dependientes de la tienda, pero por un motivo u otro, no terminaban de gustarle para su niña.
De pronto, miró al acuario y vio a dos pequeñas tortugas. Una estaba cabizbaja, como si estuviese triste a pesar de su precioso e intenso color y la otra daba la sensación de querer consolarla por lo cerca que estaba de la pequeña tortuga verde.
El padre, no se lo pensó dos veces y decidió llevarse a las dos. No sabía porque, había visto en ellas sentimientos como los de un humano y le daba pena separarlas. Además, tampoco supondría mucho más espacio y su hija se pondría aun más contenta, al ver que tendría dos mascotas a las que cuidar y no solo una.
Muy contento, las llevó a casa con un lazo en lo alto de una de las palmeras y cuando la niña hubo soplado las velas, instantes antes de que sonarán las campanadas que daban comienzo al nuevo año, sus padres la sorprendieron con el pequeño acuario y sus dos nuevas mascotas.
La niña no se lo podía creer, al fin podría demostrar que podría cuidar no solo a una mascota, sino a dos.
Dos pequeñas tortugas que, desde el acuario la miraban con sus pequeños ojitos con curiosidad.
-¿Cómo les llamaras, cariño?- le preguntó su madre.
La pequeña se quedó pensando en un nombre que tuviera un gran significado, tanto para ella como para sus nuevas amigas. Recordó lo que hasta vacaciones habían estudiado en sus clases de inglés y respondió con una sonrisa.
-Mamá, ya sé que nombre ponerles. La que tiene el color verde más intenso se llamará Hope, esperanza, porque siempre me habéis dicho que el color verde es el color de la esperanza y la tortuga con los coloretes se llamará Faith, porque nunca he perdido la fe de tener una mascota a la que cuidar.
Por fin, la pequeña tortuga verde tenía un nuevo hogar. Su compañera tenía razón, su intenso color le regaló una oportunidad de tener una nueva familia y un nuevo nombre. El año que estaba a punto de comenzar le brindaba la esperanza de ser feliz junto a su pequeña dueña y su gran amiga.
Hope, por fin era feliz.
Cuento infantil por Rosi Requena
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