La leyenda de El narrador de historias nos cuenta cómo el ingenio es una de las habilidades más grandes que puede tener un hombre.
El narrador de historias. Leyenda infantil
Hace mucho tiempo había un rey que sufría de insomnio, cada vez que llegaba la hora de ir a la cama, pasaba horas en vela sin poder conciliar el sueño. El rey tenía a un muy buen amigo de él que era famoso por sus historias, ese hombre tenía un don especial, él podía contar fábulas, cuentos y leyendas con una facilidad increíble. El narrador de historias era capaz de crear relatos impresionantes que no se le ocurrirían a nadie más.
Un día, el rey decidió invitar a su amigo al castillo para hacerle una propuesta. Ambos pasaron al comedor y mientras disfrutaban de una rica comida el rey dijo:
-Debo proponerle algo, amigo mío-viendo a los ojos al narrador-. Verás, he tenido muchos problemas para conciliar el sueño y quiero que tú me ayudes con eso.
-¿Pero cómo podría yo ayudar con eso?-preguntó el contador de historias.
-¡Es fácil!-exclamó el rey-. Necesito que me cuentes algunas de tus historias cuando me vaya a la cama, tendrás una buena paga.
-No podría rechazar la propuesta de un amigo mío-dijo el narrador-. Esta noche vendré a ayudarle.
Y así fue, el narrador de historias visitaba el palacio del rey todas las noches para sentarse al lado de su cama mientras le contaba las historias más ingeniosas, las más conmovedoras, las más emocionantes, las más extrañas. El rey solía caer dormido antes de finalizar la tercera historia. Pero poco a poco eso fue cambiando, al rey le estaba costando más quedarse dormido, pero el narrador seguía cumpliendo con su trabajo.
Una noche, el narrador se encontraba bastante cansado así que decidió contar sólo un par de historias breves al rey. Pero el rey, sabiendo que no podría dormir le pidió al narrador que le contara otra historia.
-Por favor-dijo el rey-.Cuéntame otra historia, una historia larga porque sé que no podré dormir pronto, no tengo sueño.
-Está bien-accedió el cansado cuentista-.
“Hace muchos años, en un poblado lejano, un campesino se encontraba caminando a las afueras de este pueblo y vio algo extraño en la hierba a la derecha del sendero. El hombre intrigado se acercó a ver de qué se trataba y se encontró un cofre lleno de monedas, muchísimas monedas y comenzó a contarlas: diez, veinte, cincuenta, cien, doscientas, quinientas, ¡mil monedas! Era muchísimo dinero así que decidió ir a comprar unas ovejas para poder tener dinero siempre. Compró dos mil ovejas y cuando trató de regresar a sus tierras se dio cuenta de que no podía cruzar el río, estaba muy crecido. Consiguió una barca, pero sólo cabían dos ovejas…”.
El narrador se quedó dormido y el rey molesto por no conocer el final de la historia lo despertó.
-¡Cuéntame!-dijo en voz alta-. ¿Qué ocurrió con el campesino?
-Rey, ya se lo he dicho-respondió molesto el narrador de historias-. El campesino compró dos mil ovejas y sólo podía cruzar el río con una pareja a la vez. Ahora debemos esperar a que acabe de cruzar todas las ovejas.
El rey quedó intrigado con la extrañeza de la historia y se quedó pensando en cómo podría terminar hasta que se quedó dormido.
FIN
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