El gato y las sardinas. Fábulas infantiles cortas

El gato y las sardinas

Fábula para niños: El gato y las sardinas

Cuenta la fábula que, hubo una vez un gato al que le encantaban de un modo sin igual las sardinas.

El gato y las sardinasEste gato, llamado Wilor, generalmente no solía degustar aquella comida que tanto le gustaba. Simplemente no había a su alrededor ni muchas sardinas ni a sus amos les gustaba preparar este delicioso banquete. Así que el pobre Wilor, aunque bien alimentado, no había probado muchas veces ese plato delicioso. No obstante recordaba aquel maravilloso sabor y hasta solía tener sueños magníficos donde él devoraba una suculenta y fresca sardina.

Tras la repetición de aquel sueño, el gato comenzó a obsesionarse con este platillo. Así, un buen día decidió alejarse de su hogar en busca de una suculenta sardina que él pudiera devorar.

Caminó día y noche hasta llegar a un puerto. Allí se encontró con muchos pescadores que llevaban botes y pequeños barcos repletos de sardinas.

En un primer momento Wilor pensó que se trataba de una alucinación pero pronto  distinguió el “característico” olor de las sardinas y confirmó que “aquello no era una alucinación” sino más bien ¡eran sardinas reales!

Sus ojos y su estómago comenzaron a idear diferente estrategias para robar al menos una deliciosa sardina.

De este modo, se acercó hasta el barco de un joven pesquero pero éste lo echó rápidamente. Más adelante se encontró con un pesquero morrudo y esbelto pero luego escuchó un ladrido y tuvo que salir disparando de allí en menos de un minuto para salvar su preciada vida.

Posteriormente, en el mismo muelle, acababa de llegar una embarcación con una pareja de ancianos de pelo blanco y manos arrugadas. Sus rostros se reflejaban bondad, entonces Wilor pensó que “estaría seguro allí, entre los ancianos, para poder disfrutar de un plato de sardinas”. Wilor, terminó de pensar esto cuando de pronto, el anciano sacó una red repleta de sardinas. Él jamás había visto tantas sardinas juntas y mientras su boca soñaba con una sardina salada, perdió el juicio y se abalanzó sobre la red. La embarcación se tambaleó, la red dejó caer las sardinas de vuelta al agua y el anciano hombre por poco cae también al mar. Sin embargo Wilor seguía demasiado concentrado en una enorme sardina que volaba (aún) por el aire. Así, concentrado saltó hasta tomarla entre sus garras.

Triunfante salió del barco tan rápido como pudo, pero al mirar hacia atrás, divisó como toda la red de sardinas se había volcado finalmente sobre el mar haciendo que la pareja de ancianos perdiera todas sus sardinas.

El gato sintió un poco de pena por lo ocurrido pero, sin mira hacia atrás, se alejó de allí con su preciada sardina entre los dientes.

Mientras corría aún confundido por la situación Wilor divisó, a lo lejos, un gato gordo y  grande que tenía una enorme sardina en su boca. Pensó que “aquella sardina era mucho más grande y suculenta que la que él tenía”. Así que se abalanzó sobre el gato dejando caer su propia sardina para cazar la sardina del otro gato.

En ese preciso instante Wilor descubrió que aquel enorme gato no era otra cosa que su mismo reflejo en el agua del mar. Así Wilor perdió la enorme sardina que había conseguido y triste por reconocer su ambición, regresó a su hogar no sin haber aprendido la lección y por supuesto sin sardinas que comer.

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