Cuento infantil: Con un tazón de cacao todo queda solucionado

Cuento infantil: Con un tazón de cacao todo queda solucionado

No nos quedan monstruos para regalar. Episodio IV

Ya hacía algún tiempo que Lucio y Lila compartían los días juntos. Incluso había conseguido que Lucio fuera a buscarla al colegio a diario. Esto le gustaba mucho, su amigo tenía una extraña costumbre cuando iba a buscarla, si había llovido y había charcos, se la subía a la espalda como si fuera un caballo para que sus zapatos no pisaran el agua del suelo.
Aquello era divertidísimo porque Lucio saltaba los charcos con ella a caballito,  hasta los más pequeñitos saltaba, daba igual si los podía rebasar con una simple zancada, lo gracioso se encontraba en pensar, que por muy pequeño que fuese el charco era tan grande como un océano, y él era capaz de saltarlo por ella.
También había descubierto que tenía un talento oculto con cualquier tipo de manualidad, un día Lila llegó a casa con unos deberes muy especiales, tenía que realizar un trabajo sobre arte. Lila tenía muchas cualidades, sabia cocinar, cantar, incluso escribía y recitaba como los mismísimos ángeles, pero le faltaba paciencia cuando se trataba de las manualidades.

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De camino a casa fue cabizbaja, Lucio hablaba y hablaba de todas las cosas que había visto en los documentales mientras la esperaba, o de lo bien que se lo estaba pasando leyendo un libro que ya había leído ella. Pero ella estaba cabizbaja y Lucio se dio cuenta.
-Lila… ¿Qué te pasa? Hoy no me preguntas por nada, estas muy callada
-Estoy metida en un lio
-¿Qué has hecho?
-¡No…! No he hecho nada, es que tengo que hacer un trabajo y no se ni por dónde empezar
Le dijo volviéndose a callar, cuando Lila se entristecía por algo Lucio se preocupaba muchísimo. Vio como dejo los libros en la silla del cuartito de estudios, se sentaba en la mesa, sacaba un cuaderno, los lapiceros de colores y se quedaba mirando a la pared en blanco.
-Lila me preocupas ¿estás bien?
-¡No sé por dónde empezar! ¡No sé… no sé!
-¿Te apetece una taza de cacao caliente?
-Siempre piensas que con un cacao todo queda solucionado
-¡Porque es verdad!
-¡A si! Y… ¿Cómo voy a solucionar lo de mi trabajo?
-Primero el cacao, y luego hablamos
Lucio se fue a la cocina, desde el cuartito se escuchaba como trasteaba en la cocina, luego fue hacía el cuartito haciendo equilibrios, con la bandeja cargada con los dos tazones y unas pastitas que había hecho Lila. Dejo la bandeja en la mesa, aparto el cuaderno y los lapiceros; y sirvió la merienda.
-¡Ya verás que bien te sienta esto!
-La verdad es que no tengo mucha hambre
-Pues sea lo que sea lo que te pase, estar con la tripa vacía no te ayudara en absoluto… ¡vamos… vamos!
Le dijo animándola a merendar, Lila comenzó despacito sin tener mucha prisa, y su amigo aprovechó para escucharla, comprenderla y así poder ayudarla.
-Bien ahora dime exactamente… ¿Qué te sucede?
-Veras Lucio yo no soy buena en arte, tú lo sabes
-Pero tampoco eres mala
-¡No te engañes! Soy pésima
-Bueno lo de combinar los colores se te da muy bien con la decoración, al igual que cuando conjugas la ropa para vestirte, pero cuando tienes que pintar… esa capacidad sale corriendo y te deja mal, la verdad es que algo de razón si… tienes, pero no la tienes toda eso que te quede claro
-¡Ves! Me das la razón y te lo agradezco, porque no me valdría de mucho que me mintieras para animarme. Tengo que hacer un trabajo de arte, el tema es libre, pero como no se me da bien, por muy libre que sea el tema suspenderé
-¡Que cosas dices! He visto un documental hace poco que habla precisamente sobre el arte, y desde luego Miguel Ángel no tenía que ver ni con Picasso ni con Miro, y tampoco Dalí con Goya o Velázquez, sin embargo todos eran grandes artistas, daba igual si su técnica era el híper realismo,  o el arte abstracto, la cosa era que ellos hacían lo que les gustaba realmente, y eso era lo que hacía grandes sus obras
-Pero es que a mí no me gusta dibujar
-A todos los niños les gusta dibujar
-¡Pues… a mi no!
-Puede ser… simplemente que no hallas encontrado una motivación para divertirte haciéndolo
-¡Vaha… Seguro!
Lucio se quedó pensando muy callado, sabía que su amiga era capaz de hacer grandes cosas, de obtener grandes logros, simplemente tenía que creer que podía hacerlos, tenía que confiar en ella misma. Así que se levanto y se fue a buscar material para descubrírselo.
Le pidió a la madre de Lila unos periódicos viejos, algunas revistas, lanas de colores, botones, y cosas que no valiesen por muy disparatadas que pareciesen. Y regresó al cuartito cargado con ellas, las dejó sobre la mesita y dijo
-¿Ves todo esto?
-¡Sí! ¿Qué vas hacer?
-Dirás… ¡vamos a hacer!
-Pues… ¿Qué vamos a hacer?
Preguntó muy extrañada, abriendo los ojos mucho y sin poder imaginar para que valía todo aquello que había dejado sobre la mesa.
-Vamos a hacer una obra de arte tan buena… tan buena, que tendremos que colgarla una vez te pongan nota, para que todos pueden admirarla
Lila comenzó a reírse porque todo aquello parecía un disparate, pero su amigo era el mejor de los monstruos, siempre le ayudaba con las tareas del colegio, siempre lograba junto a él sus objetivos, y lo que era mejor, como lo hacían jugando todo lo que aprendía no se le olvidaba.
-Y… ¿Cómo?
-Primero vas a dibujar lo que te venga en gana en esta cartulina grande, no te preocupes si no queda perfecto, no necesitamos algo perfecto, necesitamos una obra de arte, y luego con todo esto  la terminaremos, vamos a mezclar un poquito de cada artista a ver si nace uno nuevo que se llame… ¡Lila!, pero tomate el cacao que luego todo quedará solucionado.
Lila se bebió el cacao a sorbos grandes para darse prisa, estaba impaciente por realizar aquel trabajo junto a su amigo.
Unos recortes por aquí, otros por allí, un poquito de arte collage, otro poquito de arte abstracto, otro algo naif, algo de cariño, trabajo, entusiasmo y originalidad, y dieron por concluido aquel trabajo.
La verdad es que a Lila le quedó un cuadro la mar de increíble, era tan especial que su madre coincidió con lo que antes le había dicho Lucio, cuando lo presentase en clase y lo volviera a traer a casa, lo enmarcaría y lo pondría en el cuartito para darle un toque intelectual. También para presumir de hija artista, que todo hay que decirlo.
Su profesora cuando lo vio se quedó boquiabierta, porque Lila se había superado a sí misma como jamás hubiera podido imaginar, le puso un sobresaliente sin pensárselo tan siquiera.
Y es que uno ha de confiar en sí mismo para poder superar cada obstáculo que se nos pueda presentar, además si contamos con un poquito de apoyo, cariño y ayuda, estaremos asegurando que lo salvaremos a la perfección, siempre que pongamos un poquito de esfuerzo.

Cuento infantil de Estrella Montenegro, visita su web Cuentos y demás para peques

 

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