Importancia de las vacunas en la salud de los niños y en su proceso de desarrollo y crecimiento.
Las importancia de las vacunas en la salud de los niños es trascendental, debido a que estas protegen y aseguran, desde las edades más tempranas de la vida del niño, no padecer de diversas enfermedades que podrían incluso llegar a ser mortales.
Mantener un cronograma de aplicación de vacunas asegura a la población en general un excelente bienestar, constituyéndose en el primer paso para lograr la erradicación total de la enfermedad, así como también la prevención de enfermedades en algunas personas o en los grupos vulnerables de la misma.
¿Qué son las vacunas?
Las vacunas son sustancias que han sido elaboradas desde hace más de un siglo como elementos para el control y prevención de enfermedades que pueden llegar a ser mortales para nuestros hijos; éstas no sólo le dan una protección personal a los niños, sino que hace que estos sean menos susceptibles a las infecciones, haciendo que estén mucho más controladas o que no se propaguen fácilmente.
¿Cuál es la importancia de las vacunas en la salud de los niños y cómo funcionan?
La importancia de las vacunas en la salud de los niños radica en que éstas producen una respuesta en el organismo del niño que le ayuda a crear defensas contra el agente que se ha aplicado, generando así que cuando el niño sea expuesto a la enfermedad en la vida real, su cuerpo ya haya construido los elementos o defensas que se encargan de identificar al atacante y de esta forma lo destruyen; de este modo el niño no podrá enfermarse.
La vacunas atacan muchas enfermedades como son el sarampión, la varicela, la meningitis por bacterias como la tuberculosis, el neumococo y el hemophilus tipo B, las paperas, el polio, la tosferina, el tétano, la difteria, la gripe por el virus de la influenza, entre otras enfermedades.
De hecho la primera vacuna que recibe un recién nacido es el calostro, es decir, la primera leche que sale del pecho de la madre durante las primeras horas tras el nacimiento del bebé; cuando el bebé ingiere este calostro, son cubiertas las paredes del tracto digestivo y se absorbe, estimulando así el mecanismo de defensa del niño.
Luego debe iniciarse el esquema de vacunas, iniciando con la de la tuberculosis en el brazo y la primera dosis de hepatitis B, a los 2, 4 y 6 meses se continúa el esquema y los refuerzos se aplican a los 15 meses, a los 4 y a los 6 años. En la actualidad también existen vacunas para los adolescentes, los adultos y el adulto mayor.
Efectos adversos de las vacunas.
Las vacunas pueden llegar a producir algunas molestias en el lugar en el cual fueron aplicadas, bien sea en la cara anterior del muslo, así como otras dolencias pasajeras y malestar general como fiebre e irritabilidad en la gran mayoría de los casos.
Reacciones más severas como convulsiones asociadas a la fiebre son muy escasas. En este caso se da al niño un medicamento que baje la fiebre y sus síntomas.