5 claves para hacer más felices a los niños

frases cumpleaños

Son muchas las personas que están empezando a descubrir todo un mundo de posibilidades, tanto en sentido literal como figurado. ¿Se puede hacer más felices a los niños? Por supuesto que sí. De hecho, es una labor que recae prácticamente por completo sobre los hombros de los padres, o simplemente de todos esos adultos con los que los más pequeños interactúan a diario.

Existen ciertas claves con las que conseguir que los niños no solo tengan un día a día más feliz, sino también que puedan construirse un futuro más feliz. Parece utópico y algo de fantasía, pero la realidad es que es algo al alcance de cualquiera. Solo hay que saber cómo actuar y qué hacer, pero sobre todo, qué inculcar.


Potenciando la felicidad de los más pequeños de casa

Desde frases de cumpleaños para un hijo hasta esa comida que tanto le gusta o un poco de juego por las tardes. Existen muchas formas de hacer más felices a los niños, pero, sobre todo, de ayudarles a que sepan cómo hacer de su día a día algo más alegre y mejor para ellos. Porque al final, tendrán que andar por su propia cuenta, y ahí no siempre se podrá estar acompañándolos.

¿Cómo se les puede ayudar a ser más felices? La verdad es que no es algo complicado. Hay que volcarse al máximo, por supuesto, pero sobre todo hay que ayudarles a entenderse mejor a ellos mismos y al mundo que les rodea. Ese es un buen punto de partida. El resto, ya, es algo en lo que vamos a profundizar a continuación:

Empieza el día con fuerza

Una pequeña alegría diaria. Con solo eso ya puedes hacer que un niño abarque el resto de la jornada con mucha más felicidad. Para conseguirlo, basta con pequeños gestos como una carita sonriente en las tostadas del desayuno o incluso un bonito mensaje con frases de buenos dias que sean divertidas. No es algo que requiera esfuerzo, pero sí que es algo que causa efecto.

Inyección de positivismo por las mañanas para tener esa pincelada de alegría que tiña el lienzo de las siguientes horas. Es muy fácil hacerlo, y lo que se consigue a cambio es algo realmente bueno para todos, pero sobre todo para ese niño que está empezando a descubrir el mundo que le rodea.

La amabilidad por bandera

Hay que mantener la amabilidad en todo momento, ya que esa es precisamente una de las facetas que más se transmite a los pequeños. Para empezar, tener unos padres amables o que transmiten eso hace que disfruten más de lo que les rodea. Se sienten más acogidos y más queridos, sobre todo en aquellos momentos que puedan resultarles especialmente complicados o difíciles.

Por eso, hay que intentar mantenerla a pesar de las circunstancias. Haya un mal día o no, haya cierta frustración por cualquier causa ajena. Hay que dejar todo eso fuera para mantener esta amabilidad. Es muy importante, sobre todo cuando son más pequeños y absorben tanto de todo lo que les rodea a diario.

Cuidando la inteligencia emocional

Probablemente, la clave más importante de todas las que estamos repasando aquí. La inteligencia emocional es crucial para que una persona pueda tener un mayor control sobre sus emociones y para llegar a soluciones de forma más ágil, sin perder el control en ningún momento. Inculcar eso en los más pequeños de casa es complicado, pero es la clave para su felicidad tanto a corto como a largo plazo.

Enseñarles a controlar esos impulsos que puedan ser problemáticos, a entender mejor el mundo que les rodea, incluso dejarles experimentar sensaciones como tristeza o pena y explicándoles qué es y a qué se puede deber. Todo eso, aunque suponga un pequeño bache en ocasiones, les permite entender mejor cómo se sienten y qué es eso que notan. Solo así pueden crecer conociéndose mejor a sí mismos y desarrollando al máximo su inteligencia emocional.

Juzgar no puede estar entre tus planes

Poner etiquetas al mundo o prejuzgar a personas son ese tipo de cosas que no se pueden ni deben transmitir a los más pequeños, y mucho menos hacerlo con ellos. Es algo que ocurre mucho más de lo que se cree, sobre todo cuando se regaña a un niño diciéndole que «es malo» o que «es demasiado llorica» (de verdad, pasa muy a menudo).

Esas situaciones se tienen que evitar por todos los medios, ya que no hacen más que moldear negativamente la personalidad del pequeño y, probablemente, hacer que en el futuro reprima ciertas sensaciones para evitar que se le etiquete o se le juzgue. En efecto, te habrás dado cuenta de que esto también tiene mucho que ver con la inteligencia emocional, aunque va un poco más lejos.

Potenciar su independencia

Favorecer la independencia o la autonomía del niño es algo que le ayuda muchísimo ya no solo a crecer personalmente, sino también a tener más confianza en él mismo. Poco a poco, hay que dejarle que vaya realizando algunas tareas por cuenta propia. Cosas tan sencillas como aprender a atarse los cordones o a hacer la cama hacen mucho más de lo que parece por su bienestar.

El niño se siente más capaz de afrontar el mundo que le rodea, ve que puede hacer más cosas sin ayuda de otros. Todo eso le insufla una confianza ideal para su felicidad. Todo eso le sirve para ver que es capaz de hacer mucho más sin tener que depender de nadie. Se desarrolla poco a poco y con paciencia, pero es muy bueno para él.

Parecen cuestiones complicadas, pero no lo son en absoluto. Cuidado, atención y perseverancia. Con esto, se puede conseguir que un niño tenga un día a día mucho más feliz, pero también que sea lo bastante autosuficiente como para disfrutar de la vida de la mejor manera posible. Ya lo decíamos antes, llegará un momento en el que tenga que andar por su cuenta, y ahí es donde más se notará que las bases para su felicidad son sólidas.