Existe un conocimiento para la crianza de los hijos que permite que se desarrollen acorde a sus facultades, ayudados, siempre, por un entorno familiar que refuerce su seguridad y les ayude a ser ellos mismos
El desarrollo personal del ser humano es esencial para convertirse en adultos con herramientas suficientes que refuercen y sostengan los avatares de la vida. El hecho de tener confianza en uno mismo, de tener una buena estima de las propias habilidades y ser conscientes de que es posible tener las herramientas, o saber donde encontrarlas, para superar las dificultades del camino es esencial.
Sin embargo, es en la propia infancia donde hay que darles la confianza y permitirles ser ellos mismos respetando así su autenticidad y no siempre los padres o personas que acompañan el crecimiento personal de los niños y niñas tienen el conocimiento y las habilidades para facilitar esto. Así, se dan casos de falta de límites o límites muy estrictos; falta de empatía hacia los sentimientos del niño, excesivo proteccionismo… En fin, pautas de comportamiento que se dan muy habitualmente y que, desde luego, no contribuyen a que exista una verdadera construcción de un futuro ser humano pleno y alineado con su esencia.
Por eso, el sistema de diseño humano es un conocimiento que defiende que venimos con una brújula de sabiduría y verdad que nos permite una vida plena y feliz en armonía con nuestro yo verdadero. Sin embargo, no en pocas ocasiones alguien esconde esa brújula y nos hace creer que no existe. Por eso, la herramienta del diseño humano nos permite volver a reconectar con nuestra verdadera esencia, la cual siempre ha estado ahí.
Es importante que un niño aprenda a saber quién es
El fundador del diseño humano, Ra Uru Hu, decía lo siguiente:
“Uno de los pilares cuando estoy formando a personas en el conocimiento de Diseño Humano, es recordarles, siempre, que este sistema es para los niños y que el conocimiento tiene que ser transmitido a aquellos que son padres, principalmente a padres y madres jóvenes con niños pequeños, es algo sencillamente esencial, salvemos a los niños”.
Lo que viene a reivindicar es la necesidad de empezar a hacer ver a los más pequeños que tienen su propia misión y forma de estar en el mundo y ayudarles a que no sean tan condicionados por la sociedad y el entorno.
Aprendiendo, como padres, a integrar este sistema, que permite que cada uno de nuestros hijos aprenda por sí mismo a expresar su verdadera esencia y capacidad. Suele ocurrir, también, que los propios padres y madres, muchas veces, intentan acompañar y guiar de la misma forma a cada hijo, sin entender que cada ser humano de manera individual tiene unas necesidades, unos límites y habilidades sociales, físicas y emocionales absolutamente diferentes.
No evitar lo inevitable, pero seguros
¿Qué quiere decir todo eso? Pues, principalmente, que los padres no deberían condicionar la individualidad de sus hijos y no limitar así su crecimiento personal. Dejar que se equivoquen y cometan sus propios errores, eso les llevará, probablemente, a alcanzar su verdadero potencial. Lo que tienen que saber es que están seguros y que su entorno confía en ellos.
El Diseño Humano surgió en 1987 gracias a Ra Uru Hu y consiste en un sistema que reúne conocimientos antiguos y modernos, como son la astrología, el I Ching, la Cábala, los Chakras, la genética y la física cuántica.
Cuando Ra Uru Hu fue preguntado acerca del Diseño Humano, aseguraba que este sistema “no era suyo”, que esta ciencia pertenece a los niños.
Gracias a este sistema se abre un mundo de autoconocimiento propio y de nuestros hijos, permitiéndonos conocer a cada uno de nosotros nuestro lugar en el mundo y nuestra verdadera esencia. Y como padres nos enseña a mantener en equilibrio nuestro papel de guías, teniendo en cuenta que no tenemos la verdad absoluta y que debemos respetar la individualidad que cada uno de nosotros tenemos. Así, si aplicamos este conocimiento del Diseño Humano con nuestros hijos de manera completamente natural, irán integrando y descubriendo quienes son con la total seguridad de estar cumpliendo su misión en el mundo.