¿Cuál es la mejor forma de administrar jarabe a un niño?

Dar Jarabe a un niño

Al convertirse en mamá y papá, aparecen en la vida muchos nuevos retos. Ver a los hijos enfermos es de los peores tragos que se pueden pasar, sobre todo cuando son bebés o aún niños pequeños. Administrarles la medicación para que mejoren no siempre es tarea fácil

Todos los papás y las mamás, en alguna ocasión, se tienen que enfrentar a la difícil situación de ver a sus hijos enfermos. No tiene por qué ser nada serio, pero según la edad del menor un simple resfriado puede parecer terrible para sus progenitores. Al estrés de ver que el pequeño no se encuentra bien, se le suma la necesidad de administrarle el medicamento que haya recetado el facultativo y no saber muy bien cómo hacerlo.


Determinación

El primer consejo a todos los papás y mamas ante la llegada de este tipo de tesituras es actuar con determinación, ya que los pequeños notan cualquier atisbo de duda por parte del adulto y se vuelven reticentes. La única solución es convencerse de que es necesario y transmitirlo al pequeño para que se sienta mejor y actuar en consecuencia con más facilidad.

Si hay algún medicamento en concreto que el niño se niega a tomar, se puede hablar con el pediatra por si existe alguna alternativa en el mercado que tenga un mejor sabor o incluso otro formato. Pero, si por norma ocurre con todos, solo queda insistir y tener altas dosis de paciencia. Se debe dialogar en todo momento para hacer comprender al niño que esa medicicna es el que ha recetado el doctor para que sane pronto y que cuando se encuentre mejor podrá volver a hacer todo lo que le gusta: ir al parque, jugar con los amigos…


Modos de administración

Muchos de los medicamentos que se dan a los niños vienen en formato de jarabe; el jarabe para la tos seca en niños, al igual que otros tipos de jarabe,debe administrarse de pie o sentado, en un ángulo de 45 grados para reducir el riesgo de asfixia. Hay que dárselo preferiblemente por un lado de la boca, cerca del centro de la lengua para evitar que se atragante.

Si el sabor le resulta desagradable, una buena idea es camuflarlo con alguna de sus comidas favoritas, como un yogur, un flan, mermelada… Es importante que el alimento con el que se mezcle no sea líquido, pues buena parte del medicamento se quedará en el vaso o en la taza que se utilice.

Muchos jarabes vienen con una jeringa dosificadora para que la toma del medicamento sea más sencilla. En caso de utilizar cuchara, lo mejor es que sea siempre con medida para que la administración sea lo más exacta posible.


Prácticas que se deben evitar

Hay algunas prácticas que se llevan a cabo con la mejores de las intenciones, pero que no son para nada acertadas.  Por ejemplo, nunca se debe hacer referencia al jarabe de la tos como si fuera un caramelo, pues puede hacer que el niño se confunda y decida tomarlo un día por su propia cuenta. Hay que explicarle lo que es con un lenguaje adaptado a su edad.

Nunca se debe permitir que el niño se tome los medicamentos sin supervisión de un adulto ni se debe caer en sobornos, pues es una mala costumbre que obligará a tener que recompensar al niño cada vez que haya que administrarle una dosis. Además, adquirirá la falsa creencia de que se trata de algo negociable.

No hay que dar recompensas, pero tampoco hay que enfadarse ante el rechazo del niño a tomar el jarabe. Suelen tener un sabor fuerte o amargo, desagradable, y además los humanos están programados genéticamente a rechazarlos porque en la naturaleza se corresponden con sustancias venenosas. Simplemente hay que insistir con firmeza, pero sin enfados, riñas o gritos.

Para ampliar la información de buenas prácticas acerca de cómo administrar medicamentos a los niños, tan solo hay que visitar esta recopilación con más consejos para administrar medicamentos a niños que se encuentra tras este enlace.


Un abrazo es la mejor recompensa

Se decía con anterioridad que se deben evitar los sobornos, pero eso no quita que cuando se haya tomado el jarabe se le premie de alguna forma, la mejor de todas ellas es darle un fuerte abrazo y se le diga lo orgulloso que se sienten sus padres porque ha hecho lo que debía hacer.

Los niños con estas muestras de afecto y ese reconocimiento se sienten más felices y completos que con cualquier otra cosa, ya sea una golosina o algún juguete que se le pueda comprar. Saber que han hecho lo que debían y que sus padres le reconocen sus méritos no tiene precio y aumenta notablemente su autoestima.

Estas son solo algunas de las cosas a las que los papás y las mamás deben acostumbrarse a cambio de todos los buenos momentos compartidos son sus hijos. Son pequeñas acciones que pueden ayudar a hacer estos momentos más fáciles sobre todo cuando se trata de padres y madres primerizos.