Vivimos en una sociedad en continuo cambio, con acceso a una cantidad ingente de información sin filtros, donde las fronteras geográficas se han diluido y los roles están cambiando constantemente, tanto, que hasta la palabra rol empieza a estar vacía de significado.
En todo este contexto que es casi un maremágnum de novedades que se van sucediendo con cierto frenesí, educar a los niños y niñas no resulta tarea fácil. Por ello, cada vez surgen más escuelas, talleres o plataformas como Bienestando que dejan recursos y temas sobre los que profundizar y debatir para una educación más sana, más consciente y que contribuya a una infancia feliz.
Los años de aprendizaje, los más importantes de la vida
Según expertos, es a partir de los tres años y cuatro meses que se empiezan a tener recuerdos. En una persona cuya esperanza de vida llega hasta los 80 años, la infancia puede suponer una representación mínima, pero no es así.
Durante los años de aprendizaje —infancia, adolescencia y primera juventud— se vive de una manera más intensa y, por ello, los recuerdos se agolpan con más intensidad en un tiempo que va mucho más lento que la edad adulta.
Aunque siempre se suele idealizar el pasado porque, como dice el psicólogo Víctor Frankl, “haber sido es la forma más segura de ser”. El ser humano busca la felicidad de manera constante, por lo que las personas que participan en los distintos escenarios de la vida también tienen la responsabilidad de hacer felices a los demás.
La definición de bienestar
Definir lo que es el bienestar infantil es una tarea ardua. La ONG Unicef, junto con el Observatorio de Infancia de Asturias, ya intentó hacerlo en 2016 seleccionando una serie de indicadores para poder definir el bienestar infantil en España, representado en una radiografía por sexo y comunidades autónomas en distintos ámbitos.
Así, los grandes capítulos que destacan ambas organizaciones fueron la educación, el estilo de vida, el entorno familiar y social, la salud y seguridad, la vulnerabilidad, el bienestar material y el bienestar subjetivo.
En estos se miden distintos aspectos que pueden ir desde el abandono escolar, el tiempo de consumo de televisión o videojuegos, hasta el sobrepeso o el consumo de drogas y alcohol.
La labor de intervenir sobre ciertos aspectos para mejorar el bienestar y la protección infantil es más que evidente, pero debemos tener en cuenta que cada niño se desarrolla a su manera y que cómo le ayudamos a desarrollar su bienestar debe ser diferente en cada caso. Así, podremos desarrollar diferentes acciones que les ayuden realmente.
Por otro lado, trabajar para favorecer el bienestar de los más pequeños requiere el hacer un esfuerzo por comprenderles, escucharles e intentar ir al encuentro de sus necesidades, además de crear las condiciones externas favorables para que así sea.
Igualmente, es positivo que de un tiempo a esta parte, en los colegios también se está educando en la inteligencia emocional, ya que el desarrollo natural de las emociones en una sociedad tan cambiante es fundamental para evitar frustraciones a futuro o ciertos bloqueos que tengan repercusión en su vida adulta.