Decir que el deporte es beneficioso en las rutinas de los niños no es ningún descubrimiento, aunque no por sabido deja de ser menos verdad, sobre todo ahora, en unos tiempos en los que el sedentarismo se impone en el día a día de muchas familias. Es evidente que el ejercicio físico, de cualquier tipo, solo produce beneficios en la vida de los más pequeños: aumenta su agilidad y fuerza, mejora su salud y aumenta el apetito entre otras muchas cosas, algunas más sociales, como el aprendizaje de ciertos valores presentes en el deporte y aumentar su capacidad de relacionarse. El deporte es, a todas luces, necesario, aunque a veces el ritmo de vida y la falta de tiempo no permite a los padres dedicarle todo el tiempo que los niños necesitan.
Puede que entre los deportes que mejor conjugan ambas corrientes, la meramente física y la más social o personal, el surf sea uno de los que tenga más tirón. Fuera de los incontables beneficios físicos a nivel de resistencia y fuerza en todos los músculos del cuerpo, el surf como disciplina impone ciertos valores a los que lo practican con una gran repercusión en el día a día. Pese a la imagen individualista que pueda llegar a transmitir, el surf requiere de un enorme trabajo en equipo y la codependencia, una vez que estás en el mar solo con tu tabla frente a las olas, es innegablemente importante. Al fin y al cabo, allí no existen los equipos ni la competencia, aquello es la fuerza de la naturaleza con (o contra) el ser humano.
Pero el surf es también respeto e interpretar a la naturaleza, ya que sin ella, dicho deporte no existiría. En las escuelas, los profesores de surf también intentan inculcar ese amor no ya solo por el mar, sino por cada elemento de la madre tierra. Y el surf es también superación, resistencia frente a la fuerza del mar y, sobre todo, humildad. No hay mejor cura que ser barrido por las olas, que sentirte nadie frente a la fuerza de las corrientes y ser llevado a donde ellas quieran y te dejen llegar.
Además, ya en cierto nivel este deporte se convierte también en una suma de diferentes disciplinas con el objetivo de alcanzar un nivel físico óptimo que ayude a su práctica. Yoga, Pilates y skateboard son algunas de las disciplinas que ayudan en el paso de un surfista aficionado a uno de cierto nivel gracias a su combinación de equilibrio, fuerza y flexibilidad.
Por todo ello, el surf es una de las opciones más consideradas por los padres a la hora de introducir a sus hijos en un deporte. Una unión de valores y ejercicio físico, una forma de vida más que un deporte. Lugares en el que los niños también aprenden la importancia de juntarse alrededor de una hoguera para compartir una comida y unas palabras, de dormir en un mismo espacio y respetarlo por el bien común. Una filosofía que se transmite en campamentos como el gallego de Artsurfcamp, situado en la playa de Razo, en A Costa da Morte coruñesa, un marco natural incomparable y salvaje como pocos quedan en la península. Un lugar donde los más pequeños aprenderán todos los valores del buen surf y pasarán una semana al abrigo de la hospitalidad gallega y su comida… y donde también de paso, agarrarán alguna ola.
Eso sí, fuera de todos sus beneficios, el campamento de surf también tiene un problema, especialmente para aquellos niños que tengan su residencia lejos de la costa. Y es que van a querer volver, seguro. Por muy lejos que les pille, el mar y el surf son adictivos.
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