Todos los seres humanos tienen que llevar a cabo ciertas necesidades fisiológicas básicas para poder tener un desempeño óptimo en la realización de sus actividades diarias, como hacer deporte, estudiar, trabajar, compartir con los amigos, entre otras. Pero dentro de estas necesidades se encuentra el sueño, el cual es muy importante y en algunas ocasiones se ve afectado por trastornos como el Síndrome de Piernas Inquietas.
Por esta razón, en este artículo te hablaremos acerca de cómo se evidencia el Síndrome de Piernas Inquietas en niños, que es, que lo causa, cuál es la sintomatología asociada y las mejores terapias para su mejoría.
Que es el Síndrome de Piernas Inquietas
El Síndrome de Piernas Inquieta o SPI se conoce también como la Enfermedad de Willis-Ekbom, se trata de un trastorno neurológico que se caracteriza por presentar molestias en las extremidades inferiores, lo cual es más evidente cuando el cuerpo se encuentra en reposo, o cuando los niños se encuentran acostados o sentados.
Las molestias ocasionadas por el Síndrome de Piernas Inquietas provocan la necesidad de levantarse y caminar o mantenerse haciendo cualquier tipo de movimiento; generalmente con el movimiento la sensación desagradable desaparece. Este síndrome puede tener sus inicios a cualquier edad, sin embargo, se ha encontrado que la mayor parte de los casos que se diagnostican han sido en niños de 10 años.
Causas del Síndrome de Piernas Inquietas
Existen distintos aspectos que pueden asociarse con Síndrome de Piernas Inquietas, uno de ellos es que exista predisposición a nivel genético, lo cual significa que la mayoría de los niños que han sido diagnosticados con este trastorno del sueño tienen o tuvieron alguna vez un familiar que padeció este trastorno, especialmente de los familiares de primer grado (papá y mamá).
A nivel neurológico el Síndrome de Piernas Inquietas puede ser producido por una alteración de los neurotransmisores, provocando ciertas variaciones en las sustancias que facilitan la comunicación neuronas; especialmente en la dopamina, es decir que el problema de funcionamiento puede encontrarse en el receptor D2 de la dopamina.
Además de lo mencionado, también existen causas a nivel fisiológico, como bajos niveles de hierro ya que se ha determinado que el hierro es fundamental para el buen funcionamiento de los neurotransmisores que guardan estrecha relación con el síndrome; esta es la razón por la cual, al consumir este nutriente adecuadamente la enfermedad puede disminuir considerablemente o desaparecer.
Síntomas del Síndrome de Piernas Inquietas
Es muy difícil determinar cuáles son los síntomas del Síndrome de Piernas Inquietas en niños, ya que la comunicación de los mismos depende generalmente de su capacidad intelectual por lo que tienden a ser imprecisos cuando intentan manifestar lo que sienten. Unos de los síntomas asociados son el insomnio y necesidad persistente de mover las piernas en ocasiones acompañada de severas molestias.
Los síntomas suelen empeorar cuando los niños tienen su cuerpo en posición de reposo, de hecho cuando están en movimiento presentan una molestia menor, pero en horas de la tarde-noche los síntomas empeoran considerablemente. Los niños tienden a describir con palabras como «quiero correr», «siento arañas en mis piernas», «siento mucha energía en mis piernas», la forma en la que lo expresan dependerá de la edad del niño; frecuentemente también padecen de una mala higiene del sueño, es decir, que no duermen las horas adecuadas para su edad.
Terapias para manejar el Síndrome de Piernas Inquietas
El Síndrome de Piernas Inquietas en los niños suele empeorar desde sus primeras apariciones, sin embargo, con un diagnóstico adecuado y con la ayuda de un tratamiento regular se puede procurar su bienestar. Es importante que se realice a los niños un examen de sangre en el que se indique, entre otros aspectos, los valores de hierro, ya que estos suelen estar alterados en la mayor parte de los casos de SPI, si esto ocurre lo más adecuado es que el especialista indique algunos suplementos vitamínicos.
Además de los niveles de hierro en la sangre, se ha demostrado que hacer pequeños cambios en la rutina diaria puede ser favorecedor para tratar la enfermedad. De igual manera, el ejercicio diario, especialmente en horas de la tarde, también puede ayudar con el alivio de las molestias, en este caso los ejercicios más recomendados son:
- El jogging.
- La natación.
- El yoga.
- Deportes como el baloncesto, fútbol, entre otros.
La fisioterapia también puede resultar de utilidad en el tratamiento del síndrome, ya que no sólo permite trabajar las articulaciones y los músculos, sino que aporta un alivio inmediato; también se puede recurrir a otro tipo de terapia alternativa para ayudar a los niños a relajarse para dormir mejor y las más efectivas suelen ser los masajes infantiles, los baños de agua caliente y la aromaterapia.