Acompañamiento de las rabietas desde la comprensión y el cariño

¿Qué ocurre en el cerebro del niño durante una rabieta? ¿Por qué aparecen? ¿Qué podemos hacer?

¿Qué son las rabietas?

Pues es un estado emocional intenso, común sobre los 18 meses y los 4 años aproximadamente.

¿Por qué aparecen las rabietas?

Porque empiezan a tener sus propios intereses y a veces, son diferentes a los de los adultos. Aparecen en una etapa en la que empiezan a razonar, pero no tienen el lenguaje suficiente, tampoco saben gestionar sus emociones y al mismo tiempo son egocéntricos (1926), según Piaget, el pensamiento del niño de los 2 a los 5 años se caracteriza por el egocentrismo intelectual en la que interpretan el mundo sólo bajo su propia perspectiva, el niño aún no tiene claro que como sujeto, es diferente de los objetos que percibe, ni de que los demás tienen necesariamente puntos de vista diferentes al suyo.

Es muy importante saber que la etapa de las rabietas se acaba, cuando tengan la capacidad de razonar, de comunicarse, de entenderse, de entendernos, de ponerse en el punto de vista de otra persona… Ya no necesitará utilizar el llanto y la agresividad para defender sus ideas. Si nosotros como adultos somos capaces de comprenderlos, saber lo que les ocurre y de darles estrategias, sus rabietas se terminarán antes.

rabietas y pataletas

¿Queréis saber qué es lo que ocurre en su cerebro realmente durante una rabieta?

Según Siegel y Payne en “El cerebro del niño”, este consta de 2 hemisferios: el izquierdo es más lógico, literal y lingüístico. El lenguaje, el orden, el razonamiento, el “por qué” forman parte de este hemisferio.

En cambio, el derecho es emocional, no verbal. Este nos permite comunicarnos a través de las expresiones faciales, el contacto visual, el tono de voz, los gestos… Se preocupa de las sensaciones de las experiencias, los recuerdos, las imágenes…

Pues bien, en los niños muy pequeños predomina el hemisferio derecho, sobre todo durante los 3 primeros años, por lo tanto no dominan la lógica y las palabras para expresar sus sentimientos, son emocionales y viven en el presente. Casualmente, coincide con la época de las rabietas o ¿quizá no sea tanta coincidencia?

Para que una persona lleve una vida equilibrada, es importante que ambos hemisferios actúen conjuntamente, actuando ambos lados en armonía, pero en el caso de los niños pequeños, su hemisferio izquierdo todavía está en proceso.

Por otro lado, el cerebro también tiene una parte superior y una inferior:

La parte inferior (el tronco cerebral y el sistema límbico) son zonas primitivas que se ocupan de funciones básicas (la respiración…) reacciones innatas e impulsos (la lucha y la huida) y las emociones fuertes (la ira, el miedo…) Esta parte del cerebro está completamente desarrollada al nacer.

La parte superior (la corteza cerebral y sus partes) son zonas más sofisticadas, que llevan a cabo el pensamiento, la imaginación, la planificación, la toma de decisiones, el CONTROL de las EMOCIONES, entenderse a sí mismo, la EMPATÍA, el sentido de ética… Esta parte del cerebro permite regular las emociones, plantarse consecuencias, pensar antes de actuar… En cambio esta parte del cerebro está en formación y no alcanza la madurez hasta bien pasados los 20 años.

Y para complicar todo esto un poco más, entre el cerebro superior e inferior, se halla la amígdala, que sería la responsable de crear una escalera entre ambas partes, pero cuando el niño se encuentra ante una emoción fuerte o ante estrés, la amígdala se activa y bloquea la escalera que conecta ambas partes. Así que no es sólo es que la parte superior se halle en construcción, sino que ante determinadas situaciones, la parte en formación, se encuentra inaccesible.

Una vez explicado cómo es el cerebro del niño, entenderemos por qué un niño pequeño no puede razonar en según qué situaciones, por qué es tan emocional y no es que no quiera razonar, sino que por las características de su cerebro en formación, no puede. Comprendiendo esto, seremos capaces de ver ciertas conductas de nuestros hijos como NORMALES, dejará de avergonzarnos que nuestro hijo tenga una pataleta en un sitio público, porque es algo normal y una vez entendido lo que realmente le ocurre, dejaremos de hacer caso omiso a las opiniones de que una rabieta se debe ignorar.

Pero debemos tener en cuenta también la Teoría de la mente (1978) para comprender si una rabieta es una forma de manipularnos, ya que la capacidad humana de comprender nuestra mente y la de los demás, ir más allá de lo que vemos para poder explicar sus conductas, (el engaño, la manipulación, el ponernos en el punto de vista del otro, pensar que hay creencias falsas…) No se consigue hasta los 4 o 5 años.

¿Qué ocurrirá si sumamos todo lo anterior?

El cerebro del niño (más emocional y primitivo) + sus intentos de ser cada vez más autónomo + egocentrismo + aparición de propios intereses + incapacidad de controlar sus emociones + ausencia de una teoría de la mente + ideas de los padres diferentes a la del niño= Rabieta

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¿Qué podemos hacer para controlar las rabietas?

Lo primero, igual que con los conflictos: PREVENIR ¿Cómo?

  • Conociendo al niño, si sabemos que pasar por el escaparate de una determinada tienda nos causa un conflicto diario, podemos cambiar nuestra ruta.
  • Explicando los límites y normas de antemano, siendo siempre acordes a la edad.
  • Dando progresiva autonomía al niño ¿Desvestirlo es una lucha? Puedes probar si lo que quiere es hacerlo por sí mismo, eso sí, necesitarás PACIENCIA y más tiempo. ¿Es imposible meterlo en el carro para ir de paseo? Podéis probar a ir a lugares que estén más cerca e ir andando.
  • Evitar que se sientan incómodos: el sueño, el hambre, el calor… pueden predisponer a que aparezcan rabietas… Intenta no modificar sus rutinas de horarios de comida, de sueño, lleva siempre algo de comer para ofrecerle… Como dice Rebeca Wild “Nadie se porta mal cuando se siente bien”

[Tweet «En ocasiones es inevitable prevenir la rabieta… y aparece ¿Qué podemos hacer entonces?»]

ACOMPAÑAR Y RESPETAR

Cuando un niño tiene una rabieta, significa que no tiene la capacidad de usar el cerebro superior (el cual también está en construcción) es decir, no controla sus emociones, su cuerpo, no razona… La parte inferior del cerebro es la que ha tomado el mando. Nuestra actitud debe ser muy diferente a la de ignorar, puesto que de esta manera, no podremos AYUDARLE a que se calme y a que su cerebro superior vuelva a funcionar, solo alargaremos el momento.

“Estos comportamientos necesitan más cariño que censura, más explicaciones que obediencia ciega, más compañía que ignorancia. Puede que los niños estén equivocados, pero ignorar o censurar su comportamiento no hará que aprenden el adecuado.” Rosa Jové, Ni rabietas ni conflictos.

Nuestra actitud será afectuosa y reconfortable, para conseguir que se tranquilice y todo vuelva a la normalidad y una vez el niño ya nos escuche podamos explicarle las cosas e intentar razonar con él, hablarle de conductas adecuadas, de consecuencias, de emociones…

¿Y cómo se consigue? Pues no hay una única manera, en muchas ocasiones se consigue con un contacto cariñoso y un tono de voz apaciguador, pero hay niños que no soportan que los abracen en ese momento y prefieren que simplemente estemos ahí, junto a ellos, otros responden mejor si juntos nos alejamos del lugar…

Una vez pasada la rabieta, podemos aprovechar para hablar de lo sucedido y poner nombre a sus emociones

Hay ocasiones en las que no sabemos la razón de la rabieta, en esos casos deberíamos buscar el por qué de la rabieta, ¿Ha ocurrido algo últimamente?, ¿Ha habido cambios?…

También debemos reconocer la situación real de la rabieta y No NUESTRO ENFADO, NUESTRA RABIETA.

En nuestro mundo de prisas, de estrés, es posible que estallemos fácilmente. El niño que no nos deja hacer la cena porque quizá solo quiere nuestra compañía, que no quiere montar al carro porque está mirando hormigas del suelo y nosotros tenemos prisa, el niño que coge una figura a la que tenemos mucho cariño y puede romper pero que estaba colocada en una estantería a su altura y se la arrebatamos de las manos… Son situaciones cotidianas que pueden desencadenar un berrinche y que se debería analizar realmente lo que ha ocurrido. ¿No os a pasado alguna vez que al recordar el origen de un conflicto con vuestro hijo, o de una rabieta habéis visto lo absurdo que era?

Seguro que muchas veces, habréis oído que una rabieta es una “lucha de poder” una forma de conseguir lo que quieren, de manipularnos, que la única manera de hacer desaparecer una rabieta es ignorándola para no reforzar la conducta. Pero si tenemos en cuenta cómo funciona el cerebro del niño o la Teoría de la Mente, entenderemos que una rabieta no es eso, detrás de toda conducta humana siempre hay un por qué y una rabieta nos brinda una fantástica oportunidad para conocernos a nosotros, a nuestros hijos, para valorar el conflicto, para enseñar emociones, para ser un modelo…

“Cuando las relaciones son frías y las personas son esencialmente distantes, críticas o competitivas, determinarán lo que el niño espere de las relaciones. En cambio, si el niño goza de relaciones llenas de calidez y afecto y le ofrecen conexión y protección, ése será su modelo para las relaciones futuras: con los amigos, con otros miembros de las distintas comunidades y finalmente con sus parejas y sus propios hijos.” Siegel y Payne.

Necesitaremos grandes dosis de empatía para comprender a nuestros hijos, de paciencia, de autorregulación para gestionar nuestro propio enfado, pero seguro que es un esfuerzo que merece la pena. El saber que estas ayudando a tu hijo, que lo comprendes, que sabes cómo se siente y que estás ahí, que tú eres la persona más importante para él y que le vas a guiar en su crecimiento, a acompañar para que en el futuro sea una persona sana, feliz y plenamente el mismo.

“En lugar de hacer caso omiso a sus emociones intensas o distraerlos de sus conflictos, puedes cultivar todo su cerebro, acompañándolos en estos retos, estando presente y reforzando así el vínculo con ellos y ayudándolos a sentirse vistos, escuchados y queridos.”Siegel y Payne

Laura Estremera Bayod, Maestra de audición y lenguaje, Técnico superior en educación infantil.

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Página de Facebook: https://www.facebook.com/actividadesparaguarderia

-García, J. A; Delval, J. (2010) Psicologia del desarrollo I. Uned. Madrid

-Jové, R. (2011) Ni rabietas ni conflictos. La esfera de los libros.

-Siegel, D; Bryson, T. (2012) El cerebro del niño. Alba.

-Wild, R. (2006) Libertad y límites: amor y respeto. Herder.

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Un comentario de “Acompañamiento de las rabietas desde la comprensión y el cariño

  1. Adriana dice:

    muchas gracias por este artículo, claro y muy completo; les agradezco también por la bibliografía adjunta. Un saludo

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