El prefeccionismo en los niños y la autoestima baja
Todos deseamos hacer bien las cosas, disfrutar de ello y que los demás puedan reconocerlo, pero ¿Qué pasa cuando nuestro hijo a pesar de hacer las cosas muy bien, no las disfruta y le cuesta aceptar los elogios? Puede ser que estemos ante un niño perfeccionista.
Saca muy buenas notas, pero el día que no lo hace, se convierte en un drama; rompe sus dibujos porque no le han salido bien; intenta destacar en clase a toda costa; detesta perder…son algunos ejemplos de rasgos perfeccionistas en los niños.
Características de los niños perfeccionistas:
- Cada trabajo lo realiza con mucho detalle y vuelve a repetirlo uno y otra vez, perdiendo mucho tiempo en el proceso
- Siente mucha presión ó ansiedad cuando no domina algo
- Prefiere abandonar antes que hacer las cosas mal
- Hace las cosas muy bien, pero a costa de mucho sacrificio
- Es minucioso
- Le cuesta trabajo recibir elogios
- Siempre cree que podría haberlo hecho mejor
- Es muy exigente y crítico consigo mismo y con los demás
- Tiende a las rabietas cuando algo no le sale bien, por muy ordinario que sea
- Le cuesta trabajo tomar decisiones
- Tarda mucho en arrancar o quizás nunca lo hace porque siente que no podrá hacerlo bien
¿Cuál es su motivación por hacer las cosas perfectas?
Tener interés por hacer bien las cosas y el gusto por obtener excelentes resultados, no es algo malo en sí mismo: grandes deportistas, científicos, escritores, pintores, educadores… intentan destacar, obtener premios, medallas, dar lo mejor de sí mismos, llegar a sus metas…
Desde mi punto de vista, todo tiene que ver con la motivación que tienen para hacer las cosas perfectas:
Motivación interna/ interés genuino: Cuando el niño se esfuerza y va aprendiendo de sus errores, sigue adelante y se encuentra automotivado. Disfruta y va aprendiendo durante el proceso. Hay un crecimiento y enseñanza, independientemente de que llegue al objetivo marcado o no.
Las emociones y conductas que acompañan a este tipo de motivación son: Aumento de energía, ganas de intentar una y otra vez, perseverancia, creatividad, sabe pedir ayuda, sabe escuchar consejos, desecha la crítica, positivismo, paz, reconoce sus puntos fuertes y débiles.
Motivación externa y/o autoexigencia: Cuando el niño se esfuerza sólo para obtener la aprobación ó el reconocimiento de los demás (padres, profesores, amigos..) o simplemente se exige demasiado así mismo. Se trata de una imposición, no de un genuino interés por la excelencia.
Las emociones y conductas que suelen acompañar este tipo de motivación son: Ansiedad, presión, ira, autoestima baja, comparación constante con otros, miedo al fracaso, abandono y miedo a intentar cosas nuevas.
Consecuencias negativas a mediano/largo plazo del perfeccionismo por motivación externa o autoexigencia:
- Ineficacia: Ser tan minucioso o pasar tanto tiempo sopesando la situación para evitar equivocarse, hace que se pierda tiempo muy valioso o que deje del lado el objetivo principal.
- Fracaso: Cuando cuesta trabajo reconocer los errores, no se aprende de ellos y la ansiedad y las rabietas, pueden terminar dominando la situación.
- Abandono con frustración: O le salen perfectas las cosas o mejor lo deja, pero con culpabilidad
- Aislamiento social: Una alta competitividad, críticas mordaces y falta de paciencia, hacen que los demás puedan ver ese niño como alguien repelente.
- Autoestima baja: Necesidad de complacer a otros, sensación de fracaso y de falta de valía, a pesar de que incluso pueda ser admirado por los demás.
¿Cómo pueden ayudar los padres a reducir el nivel de perfeccionismo de sus hijos?
Menos presión y expectativas más realistas, los hijos no tienen por qué cumplir los deseos frustrados de los padres, ni tienen porque tener las mismas capacidades que otros. Evitemos frases del tipo: Me has decepcionado
Dejar de lado el modelo de los padres perfectos, quizás el padre o la madre tienen rasgos perfeccionistas que sirven de ejemplo y retroalimentan el carácter del niño. Familias modélicas que dejan poco margen para el error.
Hijo, te quiero por lo que eres, no por lo que haces/logras, es importante que los niños perciban un amor incondicional de los padres y que el amor no está condicionado a su conducta o méritos en la vida.
No perfecto, sino perfeccionándose, dar el mensaje a los niños de que es más importante dar el paso y avanzar, que quedarse paralizado por querer hacer todo bien.
Perfección vs rapidez, el niño debe aprender a distinguir cuando una tarea requiere precisión y/o atención al detalle y cuando se valora más la rapidez en la ejecución.
Se aprende más de los errores, desdramatizar los fallos, incluso ayudarle a comprenden al niño la enseñanza que hay detrás de los fallos. Es muy útil que los propios padres cuenten anécdotas o ejemplos de cómo aprendieron ellos mismos de sus errores.
Lo mas importante es que la perfección no paralice, sino más bien que el niño aprenda a valorar el esfuerzo y enseñanza que se obtiene a lo largo del camino. Un camino donde hay cabida para los errores, las carencias y no por eso decae la motivación por el buen hacer.
Por eso, la perfección no debería de ser un abjetivo sino un verbo en presente continuo, en constante movimiento.
Katy Gutiérrez
Más artículos que te pueden interesar:
- Cuentos de terror para niños.
- Significado de los dibujos de los niños.
- Normas de la casa.
- Fabula el leon y el raton.
- Signos de puntuacion para niños.
- Orientacion espacial.