Motivación infantil: ¿Aprender por placer o por un gomet?

Motivación infantil


A menudo hablamos de niños desmotivados en el colegio, personas desmotivadas en el trabajo…

Pero ¿realmente están desmotivados? O ¿el problema es que están motivados para otra cosa y no para la que tienen que hacer en ese momento o nosotros queremos que hagan?, ¿Qué es lo que lleva a una persona a salir a correr todos los días tras el trabajo superándose día tras día?, ¿Qué es lo que lleva a un niño a conocerse todos los nombres de sus personajes preferidos y sus características y no los ríos de España?

Y lo que es más importante… ¿Puede un premio modificar todo esto?

¿Por qué actuamos, como actuamos?

Primero de todo, deberemos de distinguir los 2 tipos de motivación que existen ya que hacer las cosas de una manera o de otra es lo que va a determinar que hagamos las cosas por placer o por recibir un reconocimiento, que busquemos superarnos a nosotros mismos, no ver problemas en el camino, que actuemos dando lo máximo de nosotros mismos o el mínimo…

-La motivación extrínseca es aquella que se realiza en función de lo que recibimos del exterior (premios, castigos)  depende del aprendizaje  ya que se adquiere según las consecuencias de nuestras acciones. Es decir, actuamos porque somos capaces de anticipar que haciendo determinadas acciones recibiremos un premio (reforzador) o evitaremos un castigo. Todo esto es externo, es decir, no actuamos porque queremos realmente, sino para evitar o conseguir  cosas.

-La motivación intrínseca es aquella en la que la persona no necesita un premio para realizarla, sino que lo hace por el propio placer que le genera la actividad. Se basa en que el ser humano es activo y curioso por naturaleza y necesita cubrir esa necesidad de saber sobre su entorno. De esta manera el aprendizaje es más placentero y causa menos ansiedad.

Desde la motivación extrínseca se busca el premio y desde la motivación intrínseca, el placer por lo que se hace.

¿Qué tipo de motivación fomentamos cuando le ofrecemos a un niño un premio por hacer algo que nosotros queremos que haga?

Da igual si es un caramelo, ir al cine, un gomet o una calificación. En todos estos casos, estamos fomentando una motivación extrínseca, ya que el niño no busca el placer en la actividad, sino el reconocimiento. Y pensaréis ¿pero esto es malo?

-Cuando una persona está intrínsecamente motivada (lo hace porque le gusta la actividad), busca retos de dificultad moderada y con cierto nivel de creatividad.

-Cuando está motivada extrínsecamente (porque quiere un premio), busca tareas fáciles, para tener más probabilidad de conseguir el premio y menos creativas. Busca el mínimo esfuerzo.

-Cuando la motivación es extrínseca, en cuanto deja de haber premio, deja de hacerse la tarea.

Y si premiamos algo que al niño ya le guste hacer ¿conseguiremos que lo haga todavía mejor?

Pues la respuesta es no y esto lo explica un fenómeno que se conoce como el “Costo oculto de la recompensa” (Lepper y Green, 1978), “La paradoja del incentivo” o la “Teoría de la sobrejustificación” ( Lepper, 1973).

Si una actividad que se hace por placer (motivación intrínseca) se utiliza como medio para conseguir algo (un premio) el interés por la actividad disminuye y deja de ser placentera.

Este curioso efecto se ha comprobado en múltiples experimentos: con monos, los cuales realizaban menos puzles tras haber sido premiados con comida (Harlow, 1950). Con niños, los cuales dibujaban menos, aún sabiendo que serían premiados por la actividad (Lepper, 1973). Con poetas, los cuales fueron divididos en 3 grupos y se comprobó que los que recibían recompensa, realizaban versos menos creativos y de peor calidad (Amabile, 1985).

Pero ¿todos los premios son malos?

motivación

Más que el premio, depende de si la persona percibe que es libre, competente y autónoma para tomar sus propias decisiones. Deci y Ryan (1985) explicaban que todos los premios, tenían 2 aspectos:

-Uno informativo, que proporciona una retroalimentación de la competencia. Este aumenta la autodeterminación (tendencia a involucrarse en aquello que despierta interés en lugar de obligación) y la motivación intrínseca.

Si la información, hace énfasis en los fallos, transmite la idea de baja competencia, pero si hace que el niño se sienta competente, estimulará su motivación intrínseca hacia la tarea.

-Otro controlador, que provoca la relación instrumental entre ejecución y consecuencias, lo que disminuye la motivación intrínseca (hacer las cosas por placer) y la autodeterminación.

Es importante destacar, que si la persona no está intrínsecamente motivada, el uso de premios externos inicialmente,  puede hacer aumentar su motivación (aunque no hacia la tarea, sino que lo hará por conseguir el premio)

El ser humano tiene una necesidad de autonomía, de sentir que “no es una marioneta” de otros, de poder tomar sus propias decisiones, necesita sentir  que controla su conducta y los acontecimientos de su vida. Esto es lo que se denomina locus de control (Rotter, 1966) este puede ser interno o externo.

Cuando el locus de control es interno, atribuye sus éxitos y fracasos a sus propias acciones. Los alumnos con una puntuación alta en locus de control interno, son menos dependientes, menos ansiosos, conllevan mejor las  situaciones de tensión, tienen mejor ajuste social y autoeficacia (confianza en su propia capacidad) Teniendo más éxito en sus aprendizajes.

Cuando el locus de control es externo, cree que sus éxitos y fracasos dependen de factores ajenos a él (la suerte, otras personas, el azar…) y cree que su esfuerzo no tiene que ver con sus resultados.

Las personas necesitan, sentir el control sobre lo que hacen, ya que lo contrario genera un estado desagradable. Y cuando esto se repite en el tiempo, aparece la “Indefensión aprendida” (Seligman, 1975) que es cuando una persona siente que no puede hacer nada para cambiar algo de su entorno y pierde la voluntad para hacerlo, comportándose de manera pasiva, perjudicando gravemente a su autoestima.

Tras lo expuesto, podemos llegar a la conclusión de que si queremos que el niño haga las cosas por placer, por interés, de la mejor manera posible y creativa, dando lo mejor de sí mismo, superando los problemas que se encuentre en el camino, no deberemos ofrecerle pegatinas, calificaciones, chuches, ni ningún tipo de premio, ya que cuando premiamos una actividad que se realiza por placer, esta deja de serlo.

Creo que desde nuestra posición de padres o profesores, debería de ser  esencial  que nuestro acompañamiento no interfiriera en su motivación intrínseca, que sean capaces de disfrutar de lo que hacen, de superarse a sí mismos (evitando las comparaciones), de buscar retos creativos y de dificultad moderada y sobre todo… de aprender por placer.

Laura Estremera Bayod

Maestra de audición y lenguaje, Técnico superior en educación infantil.

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Sanz, M. T; Menéndez, F. J; Rivero, M; Conde, M. (2013) Psicología de la motivación. Madrid.  Sanz y Torres

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