En casa somos lectores empedernidos, todavía doy gracias al Señor eBook por su invento, sin él nos habríamos tenido que cambiar de piso y no era plan. Por eso, cuando el curso pasado, con cuatro años, mi hijo mayor se inició la lectura en el cole me hizo mucha ilusión. “Qué bien, qué pronto va a disfrutar de este placer”, ya estaba buscando los libros que me encantaban de pequeña y me lo imaginaba quedándose despierto hasta las tantas a escondidas.
Qué desilusión cuando al cabo de unas semanas, al disponernos a repasar como cada día la hoja que tocaba, me dijo: “no quiero leer, no me gusta”. Se me cayó el mundo encima, me quedé impactada pensando en todo lo que se perdería si no se aficionaba a la lectura ¿qué hago? Hablé con la maestra que me recomendó que no me preocupara, que cada uno lleva su ritmo. ¿Qué no me preocupe? ¡No le gusta leer! Era un drama. Probé motivándole, ofreciéndole pequeños premios, pero nada, la lectura ni fu ni fa.
Finalmente hice caso a las voces de mi alrededor, muchas no le daban ninguna importancia: “ya aprenderá”, “es que es muy pronto” y tenían razón. Obcecada en mi amor por los libros no era consciente de que obligar a un niño de cuatro a leer todos los días una hoja, por muy básica que sea, no es la mejor manera de hacer que le guste la lectura.
Aquí podríamos entrar en profundidad a analizar un sistema educativo que quiere que a los seis años los niños escriban y lean perfectamente y compararlo con la renombrada Finlandia, por ejemplo, donde los 4 años son para jugar y es a los 7 cuando empiezan la escuela de forma obligatoria. Pero asumiendo que es lo que tenemos no queda otra que trabajar con lo que hay.
Cambió por tanto mi forma de actuar, dejé de repasar el libro del cole y continué leyéndole yo sus libros favoritos. Empezamos a buscar libros que le atrajeran, sin ninguna obligación de lectura y descubrió lo divertido que era cuando era él el que contaba cuentos inventados.
Este curso, con 5 años, ha avanzado mucho, la maestra nos insistió esta vez en no forzar el proceso. Creo que no me he sentado con él ni tres veces a ver el libro reglamentario, pero sí hemos descubierto muchos otros libros, revistas y los carteles de la calle. Ahora está ansioso por saber leer bien y piensa incluso en cuando escribirá sus historias.
De todo ello obtengo varias conclusiones que espero os sirvan en el proceso de iniciación a la lectura.
Nunca hay que obligar a leer. Cada uno lleva su ritmo y están preparados en un momento concreto. Si dejamos que fluya con naturalidad ese momento llegará y serán ellos los que nos pidan los libros, mientras leámosle, mucho.
Acompañamiento. No es fácil empezar a leer, por saber descifrar Mamá no pensemos que está todo hecho, debemos seguir a su lado. Al principio solo leerá la primera frase y con ayuda, poco a poco nos leerá el cuento de carrerilla y le encantará ser quien lleva la voz cantante ahora.
Fomentemos el cuenta-cuentos. Además de leer, incentivemos su imaginación, que nos cuente como haría el final o que imagine la historia en función de los dibujos. Le estaremos ayudando a desarrollar su oratoria y capacidad de improvisación, cualidades que no suelen estar muy presentes en la escuela actual. En este sentido también pueden ser muy útiles, y divertidas, las lecturas dramatizadas.
Que elijan lo que les gusta. Da igual que sean dinosaurios, coches, princesas o animales. Busquemos ese tema y presentémoselo, se sentirán mucho más atraídos y motivados. En nuestro caso los monstruos son la opción preferida.
Hacerles ver su utilidad. Ya sabemos que en internet está todo, pero ¿recordáis cuando de pequeños teníamos que acudir a la enciclopedia para resolver dudas? Demostremos a nuestros hijos que los libros entretienen, enseñan y pueden sernos muy útiles para la vida. Gracias a los libros de monstruos mi hijo aprendió a gestionar mucho mejor sus miedos nocturnos.
Y por último pero no menos importante: Predicar con el ejemplo. Podemos empeñarnos todo que queramos en que nuestros hijos lean, si no nos ven leer a nosotros no va a ser un hábito que mantengan en el tiempo. No hace falta empezar por Guerra y Paz, si no somos grandes lectores, pero queremos que ellos sí lo sean, podemos coger una revista, prensa o cualquier cosa que nos guste. Lo importante es que nos vean, la imitación va ser básica en estos inicios para que se vayan aficionando.
Angeles Donoso
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A lo mejor es por empezar tarde. Mis tres hijos han leído de corrido alrededor de los 3 años y todos aman leer.