Algo que nos preguntamos muy a menudo como padres cuando se acerca un cumpleaños, la navidad, o simplemente queremos comprar algo es ¿qué le podemos regalar?, ¿qué le gustará? , ¿A qué le hará caso? Lejos de que sea un juguete atractivo, que nos guste a nosotros… Lo que realmente deberíamos preguntarnos es ¿cómo es mi hijo en este momento?, ¿qué necesidades tiene?, ¿qué disfruta haciendo?… Es posible que algunas de esas preguntas sean fáciles de responder, pero puede que otras no tanto. Por otro lado deberíamos ser capaces de analizar también el juguete ya que no todos los juguetes son iguales ni permiten un juego de calidad.
Aquí os voy a proponer sobre todo juguetes abiertos ya que tendemos a ofrecer juguetes a los niños que no fomentan su imaginación. Cuantas menos cosas haga un juguete, más activo será el juego. Voy a proponer juguetes que tienen muchos usos, que los límites los marca la imaginación del niño, evitando aquellos que solo permiten ser usados “como pone en la caja”. A modo de ejemplo, imaginaos que le ofrecemos a un niño una ambulancia de juguete que anda sola, tiene luces y hace sonidos sola ¿Qué es lo que tiene que hacer el niño con ese juguete? Su papel pasa de ser activo en el juego, a pasivo, un mero observador de un juguete, ya no es su voz la que imita la sirena cuando él quiere, ya no es su cuerpo el que mueve la ambulancia de la forma que se imagina en su historia… Es el juguete el que domina la situación y precisamente es mediante el juego una manera de que los niños sean los protagonistas de su historia.
Por otro lado, deberíamos plantearnos la calidad del juguete, y aquí no me refiero a si “viene de china”, sino:
-Qué aporta ese juguete ¿qué destrezas se desarrollan al usarlo: la psicomotricidad fina, el movimiento, la atención, la coordinación óculo manual…?
-Lo que propone el juguete ¿da libertad al niño para que sea el protagonista de su historia? ¿Permite un juego abierto en el que el niño puede imaginar? ¿es el juguete el que manda y le dice al niño lo que tiene que hacer? ¿el niño se limita a observar y escuchar al juguete? O ¿es el niño el que puede crear historias y diálogos, moverse a su antojo…?
-El material ¿es de diferentes materiales para aportar diferente información sensorial al niño? Recordemos que durante los dos primeros años, según Piaget, el niño se encuentra en una etapa sensorio motora y por lo tanto 2 de sus necesidades son: el movimiento y el desarrollo de los sentidos, esto lo deberíamos tener en cuenta para evitar objetos que no aporten diferente información a nuestros sentidos (el plástico por ejemplo) y que obliguen al niño a permanecer quieto observando.
Durante el segundo año, se desarrolla el juego simbólico, este es el juego que permite utilizar unas cosas como si fueran otras, jugar “como sí”. Deberemos tener en cuenta que cuanto menos estructurado sea el juguete más posibilidades de juego dará. Si le compramos a un niño una plancha de juguete, esta sólo servirá para planchar. Pero si no dispone de esta, es posible que recurra a un bloque de construcción grande para planchar la ropa de sus muñecos, pero que en otra ocasión este mismo bloque sea un barco, un ladrillo, un teléfono… fomentando un verdadero juego simbólico.
¿Qué podemos extraer de todo esto? Que nuestros niños no necesitan muchos juguetes, ni que sean muy sofisticados, ni necesitamos invertir grandes cantidades de dinero para que los niños jueguen. Proporcionar pocos juguetes pero bien elegidos, versátiles, poco estructurados y de diferentes materiales, en ocasiones es más interesante que invertir grandes sumas de dinero.
Para facilitar un poco el trabajo, os voy a dar una visión de cómo es un niño a determinada edad, qué “necesita”… y algunos juguetes que se adecúan a esas características.
Después con esos datos, podréis personalizarlo con los intereses y características de vuestros hijos, además hay que tener en cuenta que yo os voy a hablar de cosas orientativas, no hay que tomarse las edades como algo rígido, sino que deberéis adaptarlo a cada caso particular.
Bebés
Entre los 4 y los 8 meses, los bebés aprenden a coger, agitar, golpear objetos.
Empiezan a comprender que los objetos son algo separado de ellos, lo que les va a permitir empezar a comprender la permanencia del objeto, van a interesarse por explorar el mundo y el medio que les rodea.
En cuanto a su desarrollo motor, pasan del volteo al reptado y es posible que ya gateen y que se sienten.
¿Qué les podemos ofrecer en este momento?
-Cesto de los tesoros: se ofrece a los bebés cuando ya son capaces de sentarse, consiste en un cesto bajo lleno de objetos (no juguetes) de diferentes materiales y texturas (una cuchara de madera, una concha, una brocha, una flanera…) El bebé que ya es capaz de coger, agitar, golpear objetos, llevárselos a la boca… Aprenderá a través de la manipulación de estos. Además recogerá información a través de todos sus sentidos, puesto que cada material es diferente y le aporta diferente sabor, peso, temperatura, olor…
Generalmente los cestos de los tesoros se fabrican en casa, con objetos cotidianos buscados expresamente para este fin, pero también hay marcas que los comercializan.
-Mordedores: preferiblemente que no sean de plástico por el motivo que hemos dicho anteriormente, si el niño aprende a través de sus sentidos, el plástico siempre le va a ofrecer la misma información. Actualmente existen mordedores de madera, con piedras, tejidos…
-Pelotas de diferentes texturas: con espacio para agarrarla con los dedos como la pelota Pikler, o Montessori. Primero para poderla coger fácilmente y después para perseguirla al lanzarla y de esta forma fomentar el gateo y el movimiento.
A los 8 o 9 meses, aparece la permanencia del objeto (con limitaciones) junto a la angustia de separación y el miedo a los extraños. La conducta del bebé ya es intencional e intenta alcanzar un fin y aparecen las primeras conductas de anticipación.
En cuanto al desarrollo motor, después de la fase del gateo, es posible que ya intente agarrarse a muebles para ponerse de pie.
De 1 a 2 años
Una vez adquieren la marcha, disfrutan andando, moviéndose, descubriendo las posibilidades de su cuerpo y todo esto es muy importante, así que es posible que nos dé la sensación de que no juegan con nada y que “no están concentrados en una cosa más de 2 minutos”. Pero es que ahora su cuerpo necesita moverse, explorar, subir peldaños, agacharse para observar, mirar por debajo de sus piernas, dar vueltas sobre sí mismo…
Entre los 12 y los 18 meses, se dan las reacciones circulares terciarias, los niños repiten una y otra vez las conductas pero introduciendo variaciones, tratando de provocar nuevos resultados. Ya no le interesa agitar un juguete como hacían antes, sino descubrir sus variaciones. Lanzando los juguetes y las cosas, tirando de una cuerda para descubrir que el juguete se mueve, tirándolo por un plano inclinado, derribando una torre…
¿Qué podemos ofrecer ahora?
-Muñecos de arrastre: son juguetes (generalmente con ruedas) que se arrastran a través de una cuerda, de esta manera descubre la relación entre causa y efecto, al tiempo que permite moverse y desplazarse.
-Construcciones: las piezas de construcción es uno de esos juguetes pasivos que acompañan mucho tiempo porque se adaptan a las características y necesidades del niño. En este momento puede que su interés sea derribar torres que el adulto le fabrique previamente satisfaciendo de esta manera sus reacciones circulares terciarias, pero conforme pase el tiempo, será capaz de apilar piezas trabajando de esta manera su atención, psicomotricidad fina, la coordinación óculo manual.
-Instrumentos musicales de percusión: con estos, desarrollará la coordinación óculo manual. Por ejemplo con el xilófono, el tambor, los platillos…
-Correpasillos, motos de rueda ancha… que le permitan moverse, desplazarse de diferentes maneras, subir, bajar… En definitiva, aprender a controlar su cuerpo.
-Pelotas de diferentes materiales: para lanzar con los brazos, los pies, atraparlas, observar cómo se comportan cada uno de los materiales al caer, botar… y desarrollar de esta manera su psicomotricidad y coordinación óculo manual.
– Juego heurístico: es una propuesta de juego de Elionor Goldchmied que fomenta la curiosidad libre de los niños, permitiéndoles experimentar, ensayar, probar y combinar con los diferentes materiales. Como el cesto de los tesoros, también se puede elaborar en casa con objetos cotidianos.
¿Por qué le damos importancia a la psicomotricidad fina y la coordinación óculo manual? Porque son muy importantes de cara al futuro para la lectoescritura.
De 2 a 3 años
Sobre el segundo año aparece la función simbólica y por lo tanto, el lenguaje. El juego simbólico permite que cualquier cosa pueda tener diferentes funciones, por lo que sería el momento de ofrecer material para este tipo de juego, aunque conviene recordar que cuanto menos preciso sea el juguete más espacio dejará a la imaginación.
Se perfeccionan sus movimientos motores, tiene un periodo atencional más amplio, introduce el lenguaje en sus juegos, tiene una psicomotricidad fina mayor y empieza a imaginar historias gracias a su función simbólica.
¿Qué más se puede ofrecer en este momento?
-Construcciones: aunque ya las hemos nombrado en la etapa anterior, continúa siendo un juguete que perdurará mucho tiempo, ahora ya serán capaces de crear torres apilando piezas, comenzarán a introducirlas en su juego simbólico (comiditas para las sartenes, coches, una pared…) Hay de muchos materiales y formas, con cristales de colores para que se reflejen en el suelo, con forma de arco iris, de cubos, de colores, lisas, de figuras geométricas… Además en esta etapa pueden iniciarse en la clasificación y la seriación.
-Cubos apilables: para crear torres por ensayo y error, meter unos dentro de otros.
-Puzles: de botón en un primer momento y de pocas piezas encajables más adelante. Permitiendo trabajar la atención, la psicomotricidad fina, la pinza de los dedos en el caso de los de botón…
-Bicicleta sin pedales: en este momento ya dominan mucho más su cuerpo y disfrutan experimentando con el equilibrio.
-Juguetes de soplo: Un buen soplo es un prerrequisito para hablar bien, por lo que instrumentos de viento como una flauta, una armónica… pomperos, un molinillo de viento… Serán juguetes que beneficiarán indirectamente al habla.
-Tablones de cerraduras, muñecos con diferentes tipos de cierres: para trabajar la psicomotricidad fina y la atención abriendo cerrojos, candados, cierres de diferentes maneras…
El juguete debería ser un instrumento que permita que el niño se construya, que le ayude, le permita crear, imaginar, ser él mismo y sobre todo disfrutar.
El juguete no debería ser un objeto que convierta al niño en un simple espectador, que juegue por él, que lo delegue a un segundo plano, que le diga lo que tiene que hacer, que no le permita ser él mismo. El niño aprende jugando… pero de manera activa.
Cuantas menos cosas haga un juguete más cosas hará la mente del niño.
Laura Estremera Bayod
Maestra de Audición y lenguaje, Técnico superior en educación infantil.
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