Cuando hablamos de “trastornos” hablamos de perturbaciones en la conducta del niño respecto a parámetros clínicos, psicológicos e incluso culturales normalizados y considerados comunes y que pueden afectar a varias áreas como el sueño o la alimentación. Aunque el término puede ser muy abstracto estando condicionado por consideraciones socioculturales, siempre debemos hablar de “trastorno” cuando se confirme por parte de un especialista, pues catalogarlo así desde la psicopatología como tal requiere que se den una serie de condiciones que confirmarían o desmentirían el diagnóstico. En este artículo veremos algunos de los trastornos más comunes en la infancia: identificación, posibles causas, características patológicas, etc.
Criterios a tener en cuenta en los trastornos en la infancia
Una vez dicho lo del párrafo anterior, antes de “lanzarnos” a pensar que nuestros hijos tienen un verdadero trastorno hemos de tener en cuenta varias cosas:
- El niño es un sujeto activo y cambiante en términos evolutivos. A lo largo de su desarrollo físico y mental encontraremos manifestaciones conductuales que no serán patológicas aunque no nos gusten, sino conductas adaptativas que dependen de su edad (por ejemplo, es normal que una niña de dos años y medio se oponga sistemáticamente al adulto, lo patológico sería que esto no se superase con la edad).
- El niño es un ser que recibe señales del entorno y por falta de conocimiento, experiencia o habilidad cognitiva a veces no es capaz de dar una respuesta adecuada a una crisis (por ejemplo, estar temporalmente más callado de la habitual al saber que sus padres se han divorciado sin decirle nada).
- No todos los niños son iguales en resiliencia (capacidad de recuperación tras una crisis) y características (sexo, edad, contexto familiar, momento sociocultural, etc.). No todos darán la misma respuesta ante un hecho que no comprendan y les perturbe.
- El grado de afectación de la conducta: si las consecuencias del comportamiento son negativas y más o menos graves tanto para el niño como para los demás.
Clasificación de los trastornos
- Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): un patrón persistente de desatención e hiperactividad o inhibición que es más frecuente y exagerado que el observado en sujetos de un nivel de desarrollo similar. A modo de ejemplo y dejando de lado las discrepancias que hay desde el ámbito psicopatológico para diagnosticar un TDAH no será lo mismo un niño inquieto y un poco distraído que un niño cuyo nerviosismo y falta de atención afecte considerablemente su vida y la de sus familiares o compañeros de clase. Ser inquieto o distraído son características quizá persistentes en el tiempo pero mucho más normales y comunes a los niños de una determinada edad que un estado excesivo de nerviosismo que influya negativamente y en gran medida la calidad de vida del niño y de su entorno.
- Trastorno de la ingestión alimentaria: trastorno al ingerir alimentos, de variadas manifestaciones, habitualmente específico de la infancia y la niñez temprana. Por lo común implica el rechazo del alimento y caprichosidad extrema, en presencia de un aporte adecuado de alimentos, competencia razonable del cuidador y ausencia de enfermedad orgánica. Cada niño es único en cuanto a la alimentación. Es recomendable respetar siempre que se pueda los mismos horarios de comidas y comer en familia y tranquilamente, de modo que hagamos de la comida, el desayuno o la cena un acto rutinario. Los trastornos de la alimentación van asociados al trastorno de déficit de atención e hiperactividad en la medida en que la falta de concentración y la hipercinesis impidan una adecuada ingestión de la comida. Dentro de los trastornos de la conducta alimentaria también encontramos la anorexia infantil, pero tienen más peso la anorexia y bulimia en la adolescencia.
- Trastornos de ansiedad (fobias): una fobia es un estado de ansiedad enorme ante la presencia de algo, alguien o cuando se desencadena una situación concreta. El miedo es algo natural y no patológico, pero hablamos de fobias cuando se da una crisis de ansiedad ante hechos que en la gran mayoría de los individuos no la provocarían (como salir a la calle en el caso de la agorafobia o volar en avión en la aerofobia). El origen de la fobia puede depender de muchos factores. El listado de fobias es enorme y creciente.
- Trastornos de conducta: no son lo mismo que la conducta agresiva que se pueda observar en un niño y que no es patológica en sí misma, aunque sí necesaria de controlar. Para considerar un trastorno de conducta es necesario valorar una serie de síntomas relacionados con la transgresión excesiva de derechos básicos de los demás en un estipulado periodo de tiempo y edad. Van muy ligados a la sociopatía y existen determinados ambientes y factores de riesgo para que se desarrollen estos trastornos.
- Trastornos del control de los esfínteres: nos referimos a la enuresis (micciones involuntarias) y la encopresis (defecaciones incontroladas). El control de los esfínteres es una conducta adaptativa que permite independencia al sujeto. La enuresis (sobre todo la nocturna) es frecuente en niños pequeños y realmente nos ha de preocupar únicamente si se produce fuera de contexto evolutivo (si con la edad no se supera ese comportamiento) o si se produce en un contexto extraño permanente que implica emocionalmente al niño.
- Trastornos del sueño: el insomnio, las pesadillas y otros pueden darse por causas muy diversas (falta de horarios regulares para dormir, consumo de bebidas estimulantes, preocupaciones, miedo, etc.) Si no se da con la causa concreta han de ser tratados por un especialista.
- Trastornos psicosomáticos: son problemas de origen psíquico que afectan al cuerpo, por ejemplo, el estrés continuado puede producir dolores musculares que supondrían el trastorno psicosomático.
Mario Villar Agúndez para el portal educativo “Educapeques”.