La verdadera Cenicienta
Yeh-Shen era una niña que había perdido a su madre al momento de nacer. Su padre, un conocido marinero, había encontrado otra vez el amor en los brazos de una mujer que no quería mucho a Yeh-Shen ya que ella era mucho más habilidosa y bella que su propia hija. Desde el mismo momento de conocerla, la madrastra dejó en claro que no amaba aYeh-Shen y, por esta razón, le daba los más difíciles trabajos dentro de la casa.
La niña había crecido sin amigos a excepción de un pez dorado que vivía en el río que cruzaba frente a su casa. Todas las tardes, antes que baje el sol, la niña iba hacia al río y el pez dorado se acercaba a ella en busca de su compañía y de algo de comida que ella le proporcionaba. Así pasaron algunos meses hasta que la madrastra comenzó a observar su comportamiento y descubrió que la niña tenía un pequeño amigo. Así, fue hasta el río, capturó al pez y se deshizo de él.
Cuando la niña se enteró de lo que su madrastra había hecho, fue hasta el río a buscar a su pez pero, al no aparecer este, la niña comenzó a llorar desconsoladamente.En ese momento apareció detrás de ella, un anciano que le dijo:
- ¡No llores por tu pez, niña! Ese era un pez mágico y aquí tienes sus espinas. Cada una de ellas te concederá un deseo ¡pero no las desperdicies! Utilízalas cuando más las necesites.
Dicho eso, el anciano desapareció y la niña, luego desecarse las lágrimas, guardó las espinas.
Pasaron muchos años y la niña se había convertido en una bella y joven mujer.Un buen día la madrastra se enteró que se aproximaba el gran baile de primavera, que tenía lugar en el pueblo todos los años, con el fin de que cada jovencita pudiera hallar a un compañero y casarse con él. Como su hija ya tenía la edad para asistir a ese baile, procuró vestirla con el mejor vestido y, esa noche partieron para la fiesta. Por otra parte, al enterarse que Yeh-Shen tenía el deseo ferviente también de asistir a esa fiesta (y sabiendo que también ella tenía edad para acudir) le prohibió rotundamente que asistiera a esa fiesta.
Yeh-Shen se quedó triste observando como su madrastra y hermanastra partían para la gran fiesta. Luego, subió a su habitación y sacó una de las espinas del pez dorado que había recibido como regalo hacía ya muchos años.
Yeh-Shen pidió, como deseo, ropa adecuada para ir a la fiesta. En pocos segundos un maravilloso y brillante vestido apareció en lugar de sus harapos tradicionales y unos bellos zapatos decoraron sus pies. Así, Yeh-Shen partió para la fiesta pero, al llegar, todos voltearon su vista para verla: realmente esa era la muchacha más hermosa que había en toda la fiesta.
Con tantas miradas observándola, la joven se aterró y salió huyendo de ahí sin percatarse que, al descender por las escaleras, uno de sus zapatos quedaría ahí. La joven, sin regresarla vista atrás, se fue dejando su zapato.
A la mañana siguiente, un mercader encontró el zapato de la joven y lo conservó durante un tiempo. Pero cuando el príncipe T’o Han visitaba casualmente la tienda de aquel comerciante, éste no dudó en obsequiarle aquel zapato.
Maravillado por la belleza del mismo, T’o Han decidió buscar a “la dueña de aquel bello calzado”. Así lo hizo saber el príncipe a todo el reino y en pocas horas todo el mundo buscaba ala dueña del zapato.
Con tanta revolución, Yeh-Shen se enteró y decidió acudir ella misma al palacio anunciándose como la dueña legítima del calzado. Al ingresar y relatar la historia, nadie le creyó. Entonces Yeh-Shen tuvo que regresar a su hogar en busca del otro zapato. De este modo, al colocarse ambos zapatos y ante los ojos del príncipe T’o Han, la joven reemplazó mágicamente sus harapos por el magnífico vestido otra vez.
El príncipe estaba deslumbrado por su increíble belleza así que decidió casarse con ella y, como castigo, obligó a la madrastra y ala hermanastra a realizar trabajos forzados en una cueva, algunas horas por día durante 20 largos años.
© 2018 La verdadera cenicienta. Leyenda corta para niños
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