Cuentos infantiles: “¡Socorro! Que me lleva el viento…”
Inés es una niña de unos seis años, a la que le encanta jugar con sus amigos en el parque todas las tardes.
Hoy le ha dicho su madre que no podrán bajar porque en las noticias han avisado que están en alerta naranja por el viento que se espera y han aconsejado que no salgan de sus hogares para evitar caídas o golpes de cosas que puedan desprenderse por la fuerza del viento.
Inés se enfada mucho, muchísimo. Cree que es una tontería que por algo tan simple como el viento pueda quedarse sin jugar en el parque como lo hace siempre.
La niña insiste e insiste, pero de nada le vale porque la decisión de su madre es firme y ni siquiera funciona su cara de pena, que utiliza siempre que puede para salirse con la suya.
-Mamaaaa, ¿por qué no podemos salir? Podemos irnos un ratito y si empieza a soplar el viento fuerte nos volvemos a casa. – le insiste Inés.
-¿Cómo tengo que decírtelo? No se puede, es muy peligroso y además hace mucho frio. Dudo que alguno de tus amigos vaya al parque.
-Anda, por favor… – suplica Inés – sólo un ratito.
– Mira, podemos hacer una cosa – dice su madre intentando convencer a su hija. .- podemos sacar un juego o tus colores y pintar o jugar en el suelo, o bien ver tu película favorita. Si luego vemos que no hace tanto aire como han dicho, podemos bajar un ratito.
– Vale, vemos mi película. Pero en cuanto termine, si no pasa nada ni sopla el aire, nos vamos. –dice la niña convencida.
A Inés le ha parecido una buena idea y corre a su habitación a por su película favorita “Mary Poppins”, le encanta ver a la niñera volar con su paraguas y piensa que no hay día mejor que ese para verla.
Le da el Dvd a su madre y al ver el que ha elegido, sonríe por la ocurrencia de su hija. Las dos se sientan en el sofá y se envuelven en su manta, a pesar de que todavía no sopla el aire con fuerza, hace mucho frio tanto fuera como dentro de la casa. Pone el termostato de la calefacción a los grados suficientes para que se caliente un poquito la casa y se disponen a ver la película.
Con el calorcito que le da la manta y lo calentita que está por la calefacción y por estar acurrucada con su madre, Inés se queda dormida al poco de comenzar la película.
De repente, se da cuenta de que hace frio, mucho frio y que va vestida como la protagonista de su película, sólo que su paraguas no lleva un pájaro como el de Mary. Lleva la cabecita de su querida Hello Kitty, pero aún así no le impide que, con una fuerte ráfaga de aire golpeándola se le levanten los pies del suelo y comience a volar. Inés se asusta, piensa que jamás volverá a pisar el suelo y mucho menos, llegar a su casa. Piensa que ha sido una tontería salir a la calle a pesar de las advertencias de su madre y comienza a llorar, al mismo tiempo que su cuerpo se eleva más y más hacia el cielo.
-¡¡Socorrooo!! ¡¡Auxiliooo!! ¡¡Que alguien me baje de aquí!! – grita la pequeña sin parar.
– ¿Es que no me veis? ¡Aquí arriba, estoy volando! – insiste desesperada, sin que nadie pueda oírla.
Poco a poco se va calmando, sabe que llorar no le va a servir de nada y que ahora mismo, con la altura que está tomando, sería peligroso soltarse del paraguas. Así es que decide dejarse llevar y al momento comienza incluso a disfrutar de las vistas que tiene desde su posición.
Ve como las casas de sus amigos se ven más y más pequeñas, los parques completamente vacíos, tal y como le había dicho su madre y papeleras y demás objetos rodando y dando vueltas como locos por el viento que, de repente se ha levantado. También, desde donde esta, se une al vuelo de una bandada de gorriones que huyen del fuerte viento, buscando un lugar donde guarecerse de tan mal tiempo.
Cada vez su vuelo toma más altura y pronto ve que su ciudad va quedando atrás. Preocupada y emocionada al mismo tiempo, mira con curiosidad todo lo que hay a su alrededor y observa que pequeñito se ve todo, a medida que su paraguas le eleva aún más y más rápido y alto.
Casi sin darse cuenta, ve como a su paso surgen monumentos que ha visto sólo en los libros que le han enseñado su madre y su maestra. La Cibeles, La Sagrada Familia e incluso la Torre Eiffel se ven pasar pequeñitas, como si fueran las maquetas que construye su padre junto a ella.
A punto esta de ver de cerca el Big Ben, cuando oye una voz llamándola cariñosamente.
-Inés, despierta. Si quieres, aún podemos ir al parque creo que lo peor ha pasado.
Es su madre, enseguida reconoce su voz, pero ¿cómo va a volver si está volando? Es prácticamente imposible y la pequeña Inés, comienza a desesperarse de nuevo.
De nuevo, vuelve a oír la voz de su madre y, como por arte de magia, el aire se detiene y vuelve a estar en el sofá, junto a su madre. La pequeña, no cabe en sí de alegría y abraza a su madre con tanta fuerza que casi la deja sin respiración.
Todo había sido un sueño, jamás se había movido del sofá pero ha sido tan real que sabe que nunca podrá olvidarlo. Por una vez, Inés se había convertido en su personaje favorito y había surcado el cielo con su paraguas de Hello Kitty.
Mientras su madre le prepara la merienda para bajar al parque, Inés le cuenta con pelos y señales todo lo que en su sueño ocurría y todo lo que veía mientras el viento la llevaba de un lado a otro. Eso sí, nunca jamás volverá a pedirle a su madre salir cuando haga viento. ¿Y si la próxima vez sale volando de verdad? Como sueño, no está nada mal, pero mejor que en su casa no se está en ningún sitio, ni siquiera convertida en tu personaje preferido, piensa Inés
Cuentos infantiles escrito por Rosi Requena
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