Es Nochevieja y en la casa de José y Carla están preparándolo todo para la llegada del nuevo año, que viene tocando ya a las puertas.
Los niños de la casa, Martina, Kike y Sara están jugando con los juguetes que les trajo Papá Noel. Cada uno, compartiendo sus juguetes tiene su papel en la historia que se han inventado en un par de minutos. Martina, de ocho años, con su granja de animalitos visita a Kike que, a sus diez años y con su juego de veterinario, revisa a los animalitos de Martina. El tiene muy claro que quiere dedicarse a cuidar a los animales y jugar con los peluches de sus hermanas le sirve de práctica para cuando sea un veterinario de verdad.
Por su parte, Sara que es la más pequeña, con cuatro añitos, se entretiene peinando a todos los muñecos y animales que caen en sus manos. Es la peluquera oficial de su casa y no hay muñeco, familiar o animal que no haya sido peinado por ella.
Ninguno se entera del ajetreo que se vive en el comedor y la cocina de su casa, pues están tan concentrados en su juego que sólo se dan cuenta cuando sus padres les llaman para que recojan y se vistan para recibir a sus familiares.
Los niños remolonean un poco, pues les cuesta dejar sus juegos cuando mejor lo estaban pasando y es José, su padre, quien tiene que ir a ayudarles a recoger y cambiarse. En un momento, todo está recogido y Martina, Kike y Sara vestidos con los trajes que les regalaron sus abuelos hace poco más de un mes.
Poco a poco, van llegando el resto de familiares y entre todos terminan de preparar la cena y de poner lo necesario en la mesa. Son las diez de la noche y la cena transcurre entre risas, bromas, anécdotas y villancicos que cantan los abuelos recordando sus navidades pasadas, cuando ellos eran unos niños igual que Martina, Sara y Kike.
Casi sin darse cuenta, llega la hora de despedir del año y corriendo preparan las uvas para todos y llenan las copas para brindar por el nuevo año.
De pronto, en televisión se refleja la imagen del reloj de la Puerta del Sol en Madrid y Sara llama a todos para despedir el año a tiempo.
- ¡Mamá, papá, abuelos… corred que ya suenan las campanadas! – exclama la pequeña.
- Tranquila querida, solo van a dar los cuartos. Vamos ya. –le dice el abuelo saliendo de la cocina.
Por fin, todos se sientan y comienzan, al ritmo del reloj, a comer las uvas que darán comienzo al nuevo año. Pronto, lo que era tensión para llegar a tiempo, se convierten en gritos de alegría, felicitaciones y besos por todas partes celebrando que comienza un nuevo año lleno de buenos propósitos y muchos proyectos en la familia.
Con tanto escándalo y tanta celebración en casa, los pequeños deciden irse a su habitación a jugar y aprovechan, viendo la felicidad que se respira en casa, para escribir su carta a S.S. M.M. de Oriente.
Enseguida se ponen los hermanos manos a la obra y en un periquete tienen todo lo que necesitan para escribirla y que llegue a tiempo a su destino.
“Queridos Reyes Magos:
Somos Martina, Sara y Kike, aunque seguro que te acuerdas de nosotros.
Este año nos hemos portado muy bien, aunque a veces hemos hecho enfadar a nuestros papás porque reñimos entre nosotros y eso no les gusta, pero prometemos que no lo volveremos a hacer.
Este año solo queremos pediros un juguete cada uno porque queremos pediros una cosa muy especial. Todo esto es lo que mis hermanas y yo queremos.
Para papá queremos que le traigas ese libro que tantas veces se saca de la biblioteca porque le gusta mucho.
A mamá, para que se olvide de todo lo que le hacemos rabiar, queremos que le traigáis el perfume que tanto le gusta.
Martina quiere más animalitos para su granja, pero dice que un poco más grandes y que le mandéis una novia para Willy, nuestro perrito.
A Sara, y eso lo pedimos toda la familia, una muñeca de esas grandes para que solo la peine y la maquille a ella. Así ya no nos dolerá la cabeza de los tirones de pelo que nos da.
Ahora sí, esa cosa especial que os pedimos es que todos los años sean igual que este. Que cuidéis mucho a nuestra familia para que sigamos siendo tan felices como esta noche y que mis abuelos y mis tíos sigan cantando y contado esos villancicos y los chistes que nos gustan tanto a todos y, sobre todo, que mis papás se quieran siempre tanto como ahora.
Os dejamos nuestros zapatos en el árbol que hay junto a la ventana y, para que entréis la dejaremos un poquito abierta. Si tenéis hambre, os dejamos como siempre turrón, pasteles y una botella de sidra como hace siempre nuestro papá.
Nos vemos el día 5 con vuestros pajes. Muchas gracias y un beso
Martina, Sara y Kike.
Una vez que todos han firmado la carta, Kike la dobla y la guarda para entregársela a tiempo a los pajes.
Juntos vuelven al comedor y siguen con la fiesta que su familia ha montado para celebrar el nuevo año.
Mientras, amigos y algún que otro familiar más van llegando a la casa y reciben el mismo saludo al entrar…
¡FELIZ AÑO NUEVO!
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