Cuento infantil: Una fiesta monstruosa
Vampi, Momia y Frankensty son unos pequeños que van a la escuela de Transilvania, aunque tienen el aspecto de unos niños normales son unos pequeños muy especiales. Los tres son hijos de los monstruos más conocidos de la historia Vampi, es hijo del gran Conde Drácula, momia ya lo podéis adivinar por su propio nombre y Frankensty es el descendiente de la criatura que creó Víctor Frankenstein.
Eso no les supone ningún problema para hacer amigos en el colegio al que asisten, en su primer año de estudiantes de primaria, tanto Vampi como Momia han conseguido hacer una buena pandilla con la que jugar y hacer sus trastadas. El que no lo lleva tan bien es el pequeño Frankensty, a pesar de ser un bonachón tanto su aspecto físico como su altura les sigue provocando miedo al resto de los niños, al igual que le pasara en su día a su padre.
Día tras día, le pregunta a su padre como fue que consiguió hacer amigos y casarse con su madre, y su padre muy tranquilamente le contesta:
-Hijo, eso es cuestión de tiempo. Al igual que me ocurrió en su día, les asustamos por nuestro tamaño, aquí no todo el mundo mide más de 2 metros como nosotros ni tienen tornillos en el cuello y eso les asusta y no ven más allá.
– Pero papá, mira Vampi… es un vampiro y nadie le huye por miedo a que le pueda morder y chuparle la sangre. ¿Y qué me dices de Momia con todas esas vendas?
– Pero no destacan tanto que es lo que al fin y al cabo les hace parecer igual que los demás. Tu sigue portándote tan bien como siempre y verás cómo es algo pasajero y pronto haces amigos.
Frankensty le hace caso y sigue como siempre pero eso no hace cambiar las cosas y cada vez está más triste. Eso hace que se den cuenta hasta sus amigos Vampi y Momia, que no saben qué hacer para que su amigo recupere la alegría que tenía antes de empezar el curso. De repente, a Momia se le ocurre una idea y corriendo va a buscar a su inseparable Vampi.
-Vampi, creo que ya se lo qué hacer para que Frankensty se anime y vean los demás lo divertido que es.
-¿qué se te ha ocurrido? Mira que Frankensty es muy tímido.
– ¿Tu no vives en un castillo? Pues aprovechando que se acerca Halloween, hagamos una fiesta de disfraces.
-¡¡¡pero, ¿tú estás loco?!!! – le grita asustado Vampi – que mi padre con nuestros compañeros se hace un aperitivo en un momento y nos los convierte a todos en vampiros, ¿Cómo se te ha ocurrido esa tontería?
– Pues, porque sería una forma de juntar a todos, divertirnos y que Frankensty fuera uno más, sin que lo mirasen como un bicho raro. Además, tu padre esos días ¿no dijo que se iba de viaje? La podríamos hacer sin que se enterase.
-Bueeeno, aunque prefiero pedirle permiso para hacerla aunque no esté. Tú no sabes cómo se pone mi padre cuando se enfada.
-¡¡¡Yupiiii!! – grita entusiasmada Momia- dime cuando será la fiesta para que avise a los demás. Nos lo vamos a pasar de miedo.
– Espero que sí – dice poco convencido Vampi.- Ojalá mi padre no ponga pegas.
Vampi, se encuentra con su padre al llegar a casa y le pide permiso para utilizar el castillo en la noche de Halloween para dar una fiesta.
Le explica el problema que tienen con su amigo Frankensty y le hace ver que esa sería la única manera de que los demás niños le conocieran y decidieran hacerse sus amigos o, al menos no andar escondiéndose de él todo el día.
Aunque no muy convencido con la idea de meter a tantos desconocidos en su castillo, Drácula accede a los deseos de su pequeño. Después de todo, los tres amigos se han criado juntos desde pequeños por ese mismo problema y no puede soportar ver como a su hijo o sus amigos les pueden huir por lo mismo.
Además, en estos últimos meses ha visto muy preocupado a Vampi por su amigo, no obstante, le hace responsable del cuidado del castillo y todo lo que hay para que no ocurra ningún desastre. Mientras tanto, aprovechará ese día para acudir a la Convención Anual de Vampiros.
Corriendo y loco de alegría, Vampi sale volando hacia la casa de Momia a darle la noticia y a comenzar con los preparativos. Sólo faltan tres días para el esperado evento y tienen que decorar el gran castillo sin que Frankensty lo sepa, será una fiesta sorpresa para que su amigo se anime y haga nuevas amistades.
Frankensty, mientras tanto, está más triste que nunca porque piensa que hasta sus amigos se han cansado de él. Deambula por los pasillos del colegio sin decir nada a nadie, porque todos se esconden. Aún así, debido a su tristeza hasta parece más pequeño de lo que realmente es y es que, no se ha parado a pensar que, en realidad, lo que les ocurre a sus amigos es que están buscando la forma de volver a verle contento.
Llega el día de la fiesta, entre engaños y empujones consiguen convencer a Frankensty para que vaya a jugar con sus amigos al castillo de Vampi, con la única condición de que vaya disfrazado, igual que van ellos. Finalmente, consiguen llevárselo, dejando al padre de este más tranquilo al ver que muchos días después han conseguido sacarlo de casa.
-Venga, anímate – le dice la pequeña Momia – verás que bien lo pasamos. Hemos sacado el último videojuego “Susto infernal” para la consola de Vampi, verás que divertido.
-Hijo, hazles caso – insiste el padre de Frankensty – te vendrá bien el salir un poco y disfrutar de tus amigos.
Vampi y Momia, se llevan a Frankensty a tirones, guiñándole un ojo a su padre y sin parar de reír.
Llegan al castillo y le enseñan a su amigo como encender la consola para que comience a probar el juego mientras ellos preparan algo de merendar.
De pronto, tocan al llamador de la puerta y Vampi comienza a recibir a todos sus compañeros de clase, haciendo de anfitrión y mostrándole todas las estancias del castillo. Les indica que le sigan y brujas, duendes, demonios y demás criaturas de terror se adentran a una sala decorada para la ocasión con tumbas, telarañas, calderos…que resulta ser la sala donde se dará la fiesta.
Por otro lado, Momia lleva a Frankensty a la misma sala, creyendo el que simplemente le está enseñando donde está la cocina por si le entran ganas de comer algo durante la tarde.
El pequeño no se puede creer que tanta gente esté allí tan contenta y sin huir, de pronto, empieza a atar cabos sobre el comportamiento de sus amigos en los últimos días y cae en la cuenta de que han sido ellos quienes han preparado todo este lío.
Juntos entran en la sala y se ponen a bailar con los demás; entre tanto monstruo es imposible conocer a nadie y ninguno de los compañeros se da cuenta que quien baila con ellos es el mismo chico del que se esconden en la clase.
Unos y otros, se van conociendo a lo largo de la tarde y, entre bailes, juegos y bromas se dan cuenta de lo tontos que han sido por juzgar a Frankensty sólo por su aspecto y de todo lo bueno que se han perdido en tantos meses que le han ido huyendo.
-Ahora ya no estaré solo – piensa Frankensty sonriendo – Creí que hasta mis amigos me habían dejado de lado y solo ha sido para conseguir que los demás dejen de tenerme miedo. Ya no dudaré más de ellos.
Todos los amigos terminan la fiesta alrededor de la chimenea, contando historias de terror y comiendo toda clase de chuches. Saben que el próximo día que se encuentren con Frankensty, no tendrán motivos para correr a esconderse. Han descubierto que es un gran amigo y el que mejor cuenta las historias de miedo.
Por Rosi Requena
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