Cuento infantil corto: ¿Qué desayunan los monstruos?

Cuento infantil corto: ¿Qué desayunan los monstruos?

No nos quedan monstruos para regalar Parte III

Aquella primera noche Lila se quedó dormida junto a Lucio en la alfombra más maravillosa del mundo. Fueron aquellos rayos de Sol que entraron por la ventana, quienes hicieron cosquillas a Lila en los ojos para despertarla.

Había dormido acurrucada y calentita, desde luego tener un monstruo era del todo increíble ¿cómo si no hubiera hecho ella algo así?Tal y como le había contado a su amigo por la noche, ella también tuvo miedo alguna vez, pero ahora era imposible tener miedo, tenía un monstruo que la protegía de esas tonterías.

cuento infantil

Lila se incorporó abrazó a Lucio con la ternura que se merecía, y con aquella muestra de cariño él también se despertó.

-Buenos días Lucio

-Buenos días Lila

-¿Has dormido bien?

-He dormido pero… dormido de los dormidos del mundo

-¡Ah… no entiendo! ¿Cómo se duerme de dormido de los dormidos del mundo?

-Pues… eso… se duerme… ¡estupendamente!

Lila le sonrió y volvió a abrazarle, todo iba mucho más que bien, vale… que Lucio era mayor, pero hasta el momento no le importaba lo más mínimo, tal cual era… era fenomenal.

Se levantaron y entre los dos doblaron y recogieron la manta con la que se habían arropado, luego Lila le miró tocándose la barriga y le preguntó…

-¿No tienes hambre?

-Un poco

-¿Qué desayunan los monstruos?

-Pues no… ¡sé! Hay monstruos de fruta y otros de viento, los hay a los que le gusta desayunar la espuma que levantan las olas del mar cuando llegan a la orilla, yo conozco a uno que se muere por las gotas del rocío, con una sutileza asombrosa busca las gotas de rocío más claras y frescas para desayunar a diario

– Y ese monstruo… ¿Es así… tan grande como tú?

-¡Que va… es mucho más grande que yo!

-Pues tiene que empezar a desayunar muy temprano para poder llenarse tan solo bebiendo gotas de rocío

-Solo necesita tres gotas para desayunar bien

-¿Tres nada más?

-¡Uy… tú no sabes lo que contiene una gota de rocío!

-¡No… no lo sé! ¿Qué contiene?

-Contiene todos los rayos de luna y todos los rayos de un amanecer en un océano minúsculo

-¡Oh…! No lo sabía, pero tú… ¿Qué desayunas?

-A mí me gusta la dieta variada, un día puedo abrir la ventana y desayunar viento es… ¡buenísimo para cuidar la salud de los pulmones!

-Pues… yo no puedo hacer eso ni en invierno, ni en otoño ni a principios de primavera porque me constipo, alguna vez en verano si lo he hecho, sobre todo cuando estoy en la casa de campo de mi abuela, cuando me levanto abro la ventana y respiro todo lo profundo que puedo, me encanta como huele el campo por la mañanas, aquí no te lo recomiendo porque el asfalto no tiene un olor muy recomendable.

-¡Tampoco tienes a mano tres gotas de rocío!

-¡Pues no!

Ambos se pusieron a reír de camino a la cocina, la madre de Lila había preparado un exquisito bizcocho de limón y mantequilla, de calentito que estaba el olor se te pegaba en los labios para poderte relamer incluso antes de probarlo.

-Yo ya sé que voy a desayunar hoy Lila

-¿Qué?

-¡Bizcocho!

Contesto Lucio frotándose la barriga del hambre que le estaba entrando, así que se tomó un gran tazón de leche con bizcocho, Lila un buen vaso pero no tan grande como el de él, y un trocito de aquella exquisitez  recién hecha. Mientras desayunaban decidieron dar un paseo por el barrio. Ahora podía bajar a la calle sola, bueno sola ya no iba a salir, ahora tenía un amigo para pasear y no temer nada de nada.

Se arreglaron muy deprisa y contentos, se lo estaban pasando fenomenal, Lila estaba aprendiendo muchas cosas sobre monstruos, y todas le parecían increíbles.

Lucio  bajó las escaleras sin tanto miedo como cuando las subió por primera vez, es normal que los sitios desconocidos nos den miedo, pero cuando vas con alguien en el cual confías y con el que sabes que puedes contar, el miedo desaparece por completo, y eso es lo que le estaba pasando a él; que empezaba a confiar en su amiga.

Tomaron la esquina de la derecha agarrados de la mano, Lila dirigía el trayecto con un convencimiento tan sereno que era imposible no seguirla, a unos cien metros una calle que cruzaba daba entrada al parque. Supo que iban hacia allí, los parques le encantaban, un poco por los arboles, otro poco por los pájaros y otro poco porque allí se podía jugar. Cruzaron la calle agarrados de la mano, y juntos entraron en el.

Había niños con bicicletas, con patines, con triciclos, con cubos y palas, pelotas, coches… había niños por todos los lados, y abuelos… muchos abuelos con aquellos niños. Desde hacía algún tiempo no se sabe muy bien cuando pasó concretamente, pero desde entonces todos los parques del mundo habían sido tomados por los niños y los abuelos, un parque no era un verdadero parque si no se daban al mismo tiempo unos y otros.

Aquella costumbre que no se sabe muy bien cuando tomó raíces les vino muy bien a los unos y a los otros, los abuelos enseñaban a los niños juegos de antes, y los niños enseñaban a los abuelos juegos de ahora. Los niños sabían lo que era una carambola y los abuelos lo que era un dragón ball, una simbiosis estupenda sin lugar a dudas, además estaban los monstruos que animaban mucho, y les quitaban el trabajo pesado a los abuelos.

La abuela de Lila no estaba con ellos porque vivía en el campo, pero tampoco eran unos bebes y podían darse un buen paseo matutino y montarse en algún columpio si así lo decidían.

Estaban paseando por debajo de los arboles cuando una vocecilla que venía de entre las ramas llamo a Lucio en voz baja.

-¡Chsss…. Chssss…. Lucio! ¡Amigo Lucio!

 Se escuchó en forma de susurro, Lucia y Lila se miraron, y luego miraron para los arboles, aquella voz volvió a chistar…

-¡Chsss… chsssss…. Lucio estoy aquí arriba!

De entre las ramas de un pino, un monstruo con plumas se hizo entre ver, Lucio hizo ademan de acercase, pero aquella voz le pidió que no le delatara

-Quédate ahí querido amigo, estoy jugando al escondite, y creo que soy el último por encontrar

Entonces Lucio se dio cuenta que era su amigo Lázaro, hacia muchísimos años que no se veían, y desde luego no iba a ser él quien le comprometiera para que perdiese al escondite, así que decidió tumbarse bajo su sombra y le pidió a Lila que hiciera lo mismo.

-Lila vamos a tumbarnos bajo este árbol, de esta manera podre hablar con mi amigo sin dar pistas a quienes le están buscando

Ambos se tumbaron, y como si con ellos no fuese la cosa se puso hablar con su amigo muy bajito para no delatarle, haciendo como que disfrutaban de un merecido descanso bajo su sombra.

-¡Querido amigo! Cuanto tiempo

-Es cierto, años…. Y años…. Y años…..tantos que ya ni me acuerdo

-¿Vienes mucho por aquí?

Lucio miro a Lila y tras sonreír respondió

-¡No! Es la primera vez que estoy en este parque, pero si a Lila no le importa me gustaría venir muchísimas más

En ese preciso instante Lila se dio cuenta que Lucio había aceptado su amistad, y que había encontrado el monstruo perfecto.

Estrella Montenegro

Mas artículos que te pueden interesar: