Cuento de princesas
Patricia es una niña, de unos 12 años que tiene una imaginación desbordante. Le encanta leer y es por eso que, cada vez que van sus primos a visitarle siempre le piden que se invente alguna historia o algún cuento para ellos y después, con los juguetes de su habitación, jugar hasta tarde.
Hoy es uno de los días en los que sus primos irán a cenar a su casa y, junto a su hermano están deseando que lleguen para pasar la tarde junto a ellos. Acaban de dar las 6 de la tarde cuando suena el timbre de su casa. Ambos salen corriendo a abrir la puerta, recibiendo a sus primos Marcos, Sonia y Laura con un gran abrazo y mucha alegría.
Una vez que los pequeños han saludado a la familia, se meten todos en la habitación de Patricia y Pablo y, como siempre, se sientan en la alfombra y le piden a Patri, como le dicen cariñosamente, que les cuente una de sus historias.
-¿Sobre qué os gustaría que os la contase? – les pregunta Patri a sus primos.
– Sobre príncipes y princesas – Contestan a la vez los tres primos.
– Y dragones, ¡me encantan los dragones! – exclama Daniel.
– A ver que piense… – dice Patri ante la expectación de todos.
En un momento todo se queda en silencio en la habitación de los niños, todos están esperando que su prima comience a narrar una de esas historias que les gustan tanto. Cuando de pronto, Patricia comienza a narrar su cuento:
-“Erase una vez, en un reino muy lejano… Un par de princesas llamadas Sonia y Laura. Eran unas princesas muy queridas por todos, pues siempre ayudaban a los demás y cuidaban mucho de los animales que por allí vivían.
Al contrario que las princesas de otros reinos, las cuales solo se dedicaban a cuidar su educación dentro de las paredes de palacio, Laura y Sonia, a menudo iban al bosque a pasar la tarde junto a dos niños que conocían desde hacía algunos meses, ellos eran Marcos y Daniel. Eran los hijos del herrero de su reino y siempre que podían, se reunían dentro del bosque para merendar juntos y jugar.
Sus padres no les regañaban, siempre y cuando regresaran antes de que anocheciera en el bosque. Pues contaban los lugareños que, cuando anochecía, se oían unos ruidos extraños que asustaban al más valiente.
Todo iba bien, hasta que una tarde mientras jugaban en el bosque a Sonia se le voló el lazo que llevaba en el vestido, con el que estaban jugando como si fuese una cometa. Laura se prestó a acompañarla para ayudarle a encontrarlo, mientras Marcos y Daniel buscaban por otro lado.
Comenzaba a anochecer y los niños ya empezaban a preocuparse, Laura y Sonia no volvían y casi deberían estar ya en sus casas, sino querían recibir un buen castigo por parte de sus padres.
Esperaron durante un buen rato, hasta que comenzaron a oír los extraños sonidos de los que hablaban los mayores y, asustados fueron a sus casas a buscar ayuda, para que encontraran cuanto antes a las dos princesas.
Mientras tanto, Sonia y Laura se habían adentrado tanto en el bosque que no encontraban la salida para volver a casa y, cansadas de tanto andar, decidieron seguir adelante hasta llegar al viejo torreón que había al otro lado del bosque.
Muchos decían que estaba encantado, pero en ese momento para ellas era el lugar perfecto para descansar. De repente, un sonido parecido a un aullido lastimero surgió de la parte más alta del torreón, y sin dudarlo fueron a buscar la procedencia de aquel sonido que daba más pena que miedo.
Cuando subieron, no podían salir de su asombro ante lo que vieron. El sonido provenía de un pequeño dragón que,por más que lo intentaba no podía escupir fuego por su boca.
Las pequeñas princesas se acercaron al dragón que, temiendo que le hicieran algo, intentaba asustar a las niñas sin resultado alguno.
Laura, que aunque era la pequeña, era la más valiente, se acercó a acariciarle y con su voz dulce le preguntó al pequeño dragón:
-¿Qué te pasa pequeño? ¿Por qué estas tan triste y aquí solito?
– Laura, ten cuidado. No sabes si puede hacerte daño. Aunque sea pequeño, no deja de ser un dragón” – decía Sonia desde la puerta.
– Sonia, mírale. Tenemos que ayudarle, parece enfermo. Y si nuestros padres le encuentran, no tardarán en mandar a alguien para que lo maten.
– Si, Laura, eso está muy bien. ¿Pero como piensas hacerlo? A estas horas todo el mundo nos estará buscando. Ya es de noche, y prometimos llegar al anochecer si queríamos venir al bosque a jugar.
Sonia vio en los ojos de la pequeña Laura la determinación de quedarse a ayudar al pequeño dragón que, realmente parecía estar en apuros. Ambas miraron a alrededor y vieron que había todo lo necesario para poder pasar un par de días para ayudar a su nuevo amigo. Finalmente accedió a apoyar a su hermana para que pudiera ayudar al pequeño habitante del torreón.
Pasaron los días, y el dragón comenzó a confiar en ellas. Poco a poco iba cogiendo fuerzas con los remedios que las dos pequeñas le preparaban.
Cada día iba mejorando un poco más y, casi sin darse cuenta, las dos hermanas habían perdido la noción del tiempo y habían pasado ya unos meses desde que habían decidido ayudar a aquel pequeño y temeroso dragón.
Mientras tanto, en palacio seguían buscando a Laura y Sonia sin parar desde aquel día que desaparecieron del bosque. Y aunque muchos de los que vivían en el reino habían perdido la esperanza de encontrarlas vivas, Marcos y Daniel seguían pensando que debían seguir buscando, que estarían todavía en el interior del bosque, que conocían como la palma de su mano.
El herrero, no les permitía volver al bosque por miedo a que corrieran la misma suerte que las princesas del Reino y, para asegurarse de ello, no les dejaba ni un minuto de descanso.
El Rey, había tomado una decisión. Estaba cansado de oír rumores sobre los ruidos que salían de aquel bosque en el que habían desaparecido sus niñas y decidió recompensar al joven que encontrase a las niñas y las trajera de vuelta.
Solo un príncipe del reino vecino, se atrevió a presentarse ante el rey. Era un joven llamado Héctor, le encantaban las aventuras y eso haría que su fama de aventurero aumentase más en el reino.
Una vez hubo hablado con el Rey, Héctor salió, a lomos de su caballo, en busca de las dos princesas. No le importaba lo que se pudiese encontrar en el bosque, su espada siempre le acompañaba allá donde iba y no le temía a nada.
Hizo falta que pasarán varios días antes de que Héctor viera a una de las princesas buscando frutos y algo de leña por el bosque. Sin hacer ningún ruido, decidió seguirle para ver donde llevaba todo lo que había recogido. Siguiendo sus pasos, llegó al torreón.
Subió las escaleras y abrió la puerta de un gran golpe, asustando a las princesas y al dragón que ya había crecido considerablemente, gracias al cuidado de las dos niñas.
-¿Nadie te ha enseñado a tocar a la puerta antes de entrar?- le preguntó Laura muy enfadada.
-Soy el príncipe Héctor, y vuestro padre me ha enviado para rescataros de aquí. Seguro que este gran dragón os tiene cautivas y en peligro.- gritó desenvainando su espada.
– ¡Alto ahí! Enfunda tu espada y escúchame bien. – dijo Sonia muy decidida. –ni necesitamos que nos rescaten, ni estamos en peligro.
Héctor seguía sin escucharles y decidido a acabar con la vida de aquel dragón que le miraba con ojos desafiantes. De repente, Laura se puso delante del dragón, cortando el paso a la espada de Héctor.
-Si matas al dragón tendrás que matarme a mí. Y entonces… ¿Qué explicación le darás a nuestros padres? – le dijo la pequeña desafiándole.
– Pero vuestro padre me envió a buscaros y llevaros de vuelta. – insistió el.
– Pues ve y tráele aquí. Le explicaremos lo ocurrido y verá que jamás nos hará daño. Estamos seguras de que siempre nos protegerá. – le explicó Sonia acariciando las alas del dragón.
Héctor, desconcertado ante la seguridad de las dos princesas, no pudo hacer otra cosa que obedecer a Sonia y Sofía, llevó al Rey al torreón y las dos niñas le explicaron lo que sucedió meses atrás y el motivo por el que aquella noche no volvieron al palacio.
Le mostraron al dragón y le demostraron que podría ser un buen protector del castillo, siempre y cuando permaneciera escondido en aquel torreón y ellas le siguieran cuidando. El Rey accedió a sus peticiones, con la única condición de que siempre volvieran a dormir a palacio. Y colorín colorado…”
-Este cuento se ha acabado.- dicen sus primos aplaudiendo.
– Vamos a jugar.- les dice Daniel impaciente- yo seré el príncipe Héctor.
-Nosotras las princesas – dicen al unísono Sonia y Laura.
– Y yo seré… ¡El gran dragón! – grita Patricia haciendo cosquillas a los pequeños.
Al rato se abre la puerta y se oye una voz llamándoles, es la madre de Patricia y Daniel que les llama para ir a cenar. Todos los niños recogen los juguetes de la habitación y corren hacia el comedor, entusiasmados después de una tarde llena de juegos y los cuentos de su prima preferida.
© Rosi Requena. Cuento de princesas. Cuentos infantiles cortos. Educapeques
Una pequeña aclaración sobre el cuento, ya que acabo de leerlo y mi subconsciente me debió jugar una mala pasada. Las princesas protagonistas del cuento son Sonia y Laura, en lugar de Sofía cuyo nombre aparece en uno de los parrafos del cuento. Y los hermanos Patricia, Daniel y Pablo que aunque apenas aparece es el más pequeño de la familia.
Dicho esto, espero me disculpeis y disfruteis del cuento con el mismo cariño con el que lo he escrito. Un saludo.
Rosi Requena.