Historias navideñas
Historias navideñas que tratan que más importante que tener muchos juguetes es tener imaginación y saber compartir, solo con esto podrán ser capaces de crear algo tan mágico como un mundo imaginario donde vivir miles de aventuras.
Llega el fin de semana y con él, los días favoritos de Belén. Son días en los que la familia vuelve a estar juntas, sin prisas por el trabajo y disfrutando de todo lo que les gusta. Hasta dejan a Belén acostarse un poquito más tarde de lo habitual para estar los tres juntitos en el sofá, con una mantita y viendo sus películas favoritas que, generalmente son de dibujos.
Hoy han comido un poquito más tarde y cuando Belén se acuerda de destapar su ventanita, es ya bien entrada la tarde. Han estado jugando y no se había acordado hasta que su padre le ha preguntado sobre qué quería que le contasen el cuento por la noche. Entonces ha sido cuando la niña ha salido corriendo a su habitación a descubrir la nueva figura que será la protagonista de la noche.
En esta ocasión es un coche antiguo, una chocolatina un poquito más grande de lo habitual y que Belén se encarga de compartir con su familia, aunque sea un poquito para que la prueben.
Llega la noche y la pequeña ya esta lista y esperando a que comience una nueva historia con la que soñar.
Sus padres se sientan a los pies de la cama y, como cada noche, su madre comienza el cuento anunciando su titulo.
-El cuento de hoy se llamará…El coche mágico de papá.
Historias navideñas: El coche mágico de papa
“Erase una vez, un niño, llamado Martín, que lo tenía todo. Era el primer niño que había llegado a la familia y, todos los miembros le colmaban de regalos cada vez que iba a visitar a sus tíos y abuelos.
Raro era el juguete que apareciera en la televisión o en los catálogos de juguetes que él no tuviera. De hecho, en su casa habían tenido que dejar una sola habitación y parte de una cochera solo para sus juguetes y caprichos, pero nada le parecía suficiente y, tras pasar un rato jugando, siempre acababa entonando la misma frase.
-¡No me gustan estos juguetes! No hacen nada y me aburre jugar con ellos.- terminaba diciendo al tiempo que lo arrinconaba en la habitación.
Durante la semana, los padres y el niño se veían tan solo en las horas de la comida y la cena. Ellos trabajaban y a su hijo le apuntaban a toda clase de actividades para que estuviera solo en casa el menor tiempo posible. El justo para hacer las tareas del colegio y acabar pegado a la televisión jugando con su consola, como no, de última generación.
Faltaban días para su noveno cumpleaños y sus padres querían celebrarlo esta vez invitando a sus primos a comer a su casa. Eso era algo que Martin no llevaba del todo bien, pues le tocaba compartir sus juguetes y eso era algo que no le gustaba, pues pensaba que si quería jugar con algo que fuera con sus propios juguetes.
Eso suponía un problema para los padres de Martin tanto en la familia, como en el colegio, pues su hijo no sabía ni quería compartir nada con los demás, ya fueran compañeros o, en este caso, sus propios primos.
Llegó el tan temido día por sus padres y, como todos los años, una montaña de regalos a los que apenas miraba, se amontonó en el comedor. Sólo un regalo pareció importarle algo y despreciando los demás regalos, lo sacó de la caja y comenzó a jugar con su nuevo juguete.
Era un coche teledirigido, un coche de carreras que llevaba por toda la casa y al que no quería que se le acercase nadie. Juan, su primo más pequeño, quería probar también aquel coche que, en manos de Martín parecía volar. Pero era imposible que el niño pudiera acercarse a él, pues cada vez que lo intentaba, Martin hacia que el coche se alejara para que el niño no pudiera tocarlo.
Enfadado por la reacción de su primo, Juan se puso a llorar y enseguida fueron los adultos, entre ellos el padre de Martín, a ver que ocurría en la habitación de los juegos con los dos niños.
Pronto se supo cual era el origen de la discusión y el padre de Martin hizo un intento de que su hijo dejara a Juan su coche nuevo, al menos durante un ratito. Pero eso no ocurría por más que lo intentase, siempre había una excusa para que el pequeño Juan no lo tocase.
Harto de la situación, el padre de Martin fue a la habitación de los juguetes y sacó de un cajón inmenso de madera un viejo coche que le ofreció a Juan. El aspecto del coche estaba cuidado, era un coche antiguo de madera que parecía más una antigüedad que un juguete.
Al ver Martin el coche tan viejo con el que jugaban su padre y Juan, se echó a reír, pensando que estaban perdiendo el tiempo con un coche que ni siquiera corre sino le empujas con las manos.
Durante un rato, Martín sigue jugando con su coche teledirigido pero pronto se agota la batería y se queda sin poder moverlo a su gusto, como no puede seguir jugando con él se muestra molesto, intentando llamar la atención para que le solucionen el problema y pueda volver a jugar el solo con su nuevo coche. Pronto se da cuenta que no hay nada que pueda hacer y se acerca donde están su padre y su primo jugando con el viejo coche de madera.
-¡Parecéis tontos! Si ese coche no sirve para nada- grita enfadado Martín
-Si que sirve, es un coche mágico- le contesta Juan sin levantar la mirada.
-¿Sin pilas?¿Cómo va a ser mágico un coche tan viejo?- pregunta Martín con tono hiriente.
-Es mágico por eso mismo- le contesta su padre- porque no necesita nada para que te pueda llevar allá donde quieras.
-¡Anda ya!- dice el niño aún más enfadado- lo dices para convencerme
-Nada de eso, es mágico para nosotros porque para jugar con él sólo necesitamos algo tan importante como es la imaginación. – le explica su padre.
-Pero eso no sirve para nada- insiste el niño.
-¿Estás seguro? Tu coche nuevo tiene batería, pero mírate, se ha acabado su batería y no sabes que hacer y solo se te ocurre venir a molestar a tu primo. Mientras que él sigue jugando con el viejo coche que tu no quisiste, viviendo aventuras y viajando a los lugares que le gustaría visitar. Eso es la imaginación y es algo mágico. Solo usando tu imaginación puedes conseguir que tu coche nuevo, aun sin batería, pueda llevarte a vivir mil aventuras y si las compartes con los demás, aun es mejor. –Le dice su padre.- ¿Estás seguro de que no quieres jugar con nosotros?
Martin frunce el ceño y se cruza de brazos, se va a un rincón a sacar más juguetes para ver qué puede hacer mientras escucha las risas de su primo y su padre. Piensa que tal vez, solo tal vez, su padre tenga razón y que no le haga daño jugar un rato con ellos para probar esa magia de la que habla su padre y que puede hacer funcionar sus coches aun con la batería agotada.
Poco a poco se va acercando y termina jugando con ellos, riendo y pensando el tiempo que ha perdido enfadado y lo fácil que habría sido disfrutar de sus juguetes utilizando como ellos su imaginación.”
-Y colorín, colorado…- finaliza su madre.
-Este cuento se ha acabado- dice la pequeña Belén.
Belén cierra sus ojitos y sueña en no perder nunca la gran imaginación que tiene, pues es su mejor forma de tener un poco de magia en su vida.
Ficha de comprensión lectora de estas historias navideñas
1.- ¿Sobre qué trata el cuento de Belén?
2.- ¿Qué le regalan al niño del cuento?
3.- ¿Por qué acaba enfadado?
4.- ¿Por qué piensa Martin que su coche es mejor?
5.- ¿Qué le hace ser mágico al coche con el que juega su papá con Juan?
© 2017 Historias navideñas: El coche mágico de papa por Rosi Requena. Ideas para navidad
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