Cuentos infantiles de navidad cortos
Cuento que habla sobre lo que significa encontrar una mano amiga que te guíe en los momentos más difíciles, que aunque a veces lo parezca, nunca estamos solos.
En casa de Belén ya llevan unos cuantos días preparando y hablando sobre la cena de Nochebuena con la familia y se nota en las carreras, las compras y en la cantidad de libros de cocina que tanto su madre como su padre han apilado en las estanterías buscando la receta perfecta con la que sorprender a su familia en esa noche tan especial.
A Belén ese jaleo comienza a parecerle una locura y empieza a estar tan nerviosa como sus padres. Ni siquiera se ha esperado a sentarse a comer para destapar la chocolatina y comérsela, provocando que su madre le riña por hacerlo, sabiendo que hay que esperarse al terminar de recoger después de la comida.
Pasado el enfado, la mamá de Belén le pregunta que le había salido en la ventanita y Belén le contesta que era una luna con un sombrero de Papá Noel y no tarda en preguntar.
-Mamá, si la luna de verdad no tiene sombreros… ¿por qué esta si?
-Será porque es especial.- responde su madre.
-¿Especial?- pregunta de nuevo la niña.
-Si, esta noche sabrás porque.
Después de un día muy largo, Belén ya está más que dispuesta a escuchar el cuento que le ha preparado su madre y que aclarará su duda de, porque la luna de su calendario tiene el sombrero de Papá Noel
Cuentos infantiles de navidad cortos: La luna y la navidad
-“Hace muchísimos años, a cada estrellita le encomendaban un trabajo cuando llegaba la Navidad.
Había estrellas que guiaban a los pastores hacia el portal, otras guiaban a los reyes magos y había una estrella muy pequeñita que ayudaba en los viajes de Papá Noel cuando Rodolfo no podía ir con él.
Hasta entonces, ninguna estrella se había dedicado a seguir a Papá Noel, pero después de las Navidades en las que Rodolfo se resfrió y su nariz no se iluminaba, las grandes estrellas del cielo habían decidido enviar a una para que le acompañase pues, antes de ese día, nadie podía imaginar que Rodolfo pudiera perder su nariz luminosa y se había convertido en una leyenda que había pasado de generación en generación a toda la familia de elfos del Polo Norte.
Faltaba una semana para navidad y todo estaba casi listo para el día más importante del pueblo de Papá Noel. Pero todos notaban que algo raro le pasaba a Rodolfo, llevaba unos días que parecía estar resfriado. Se le veía más cansado de lo habitual y la luz de su hocico no brillaba con tanta intensidad con la que estaban acostumbrados.
Cada vez que estornudaba, su naricilla parpadeaba y eso le hacía preocuparse a Papá Noel.
Todos pensaban que se recuperaría cuando llegase el día si le dejaban unos días de reposo y, después de llamar al veterinario que allí trabajaba, así lo hicieron. Siguieron las indicaciones del doctor y dejaron descansar a Rodolfo hasta que llegase la víspera de Navidad.
Parecía que poco a poco, Rodolfo iba mejorando. Su hocico ya comenzaba a brillar con un poco de más intensidad y aunque todavía estornudaba en algunas ocasiones, ya no lo hacía tan a menudo como los primeros días.
Confiando en que se había recuperado, Papá Noel lo incorporó a la cabeza de sus renos para iluminarle el camino y comenzó su viaje con el trineo cargado hasta los topes de regalos.
Cerca de allí, en el cielo había una pequeña estrella observando lo que en la casa de Papá Noel ocurría y sin dudarlo ni un momento, decidió seguir al trineo con la idea de iluminarles el camino si Rodolfo se volvía a encontrar indispuesto.
Cuando ya llevaban un buen trayecto recorrido y no había forma de volver a casa, la luz del hocico de Rodolfo comenzó a fallar de nuevo. A cada paso que daba el reno, la luz de su naricilla se hacía más y más tenue y fue entonces cuando la pequeña estrella decidió prestar su luz para guiar el trineo.
La pequeña se posó sobre el hocico de Rodolfo y se puso a brillar lo más fuerte que pudo. Pero era muy pequeña todavía y su luz no era suficiente para iluminar el paso de los demás renos y, mucho menos del trineo.
Ni corta, ni perezosa se dirigió a la luna que veía como, a lo lejos había una luz que se apagaba poquito a poco.
-Perdone, señora.- le dijo la estrella.- ¿nos podría ayudar?
-¿Qué te pasa pequeña?- le preguntó la luna amablemente.
-Papá Noel esta en apuros y mi luz no es suficiente para ayudarle.- le contó la pequeña estrella.
-Pero… ¿ya es navidad?- se asombró la luna- siempre he deseado celebrar una navidad. Pero aquí estoy sola y no tengo con quien celebrarla…
-Pues ahora puedes ayudarnos a salvarla.- le indicó la estrella.- solo tienes que darnos un poquito de tu luz para guiarnos.
-Está bien, será bonito ayudar a salvar la navidad.- contesto decidida la luna.
Acto seguido, la luna comenzó a crecer hasta convertirse en una gran luna llena que iluminó el camino de los renos de Papá Noel y su trineo.
La estrella, apoyada en el hocico de Rodolfo, le dio las gracias por su ayuda y le prometió que buscaría la forma de que le recompensaran por su gran gesto.
Al terminar la noche, Papá Noel ya había terminado con su trabajo y le dio las gracias a la pequeña estrella por su desinteresada ayuda.
La estrella, recordando lo que le había prometido a la luna, le contó a Papá Noel lo ocurrido, que no había sido por su luz por quien se había guiado, sino que había pedido ayuda a la luna para que, con la luz de ambas pudiera seguir su camino y llevar la felicidad a todos los niños.
Papá Noel, agradecido por el trabajo de los dos astros, decidió premiarles como se merecían.
A la pequeña estrella la nombraron estrella guía de Papá Noel durante las Nochebuenas y a la luna, una forma de que celebrase desde lejos su navidad y que todos recordaran que, con su gran gesto de generosidad, su luz había salvado la navidad.
Sería recordada en Navidad, dibujándola con un gran gorro de Papá Noel en la cabeza. “
-Y colorín, colorado…- termina su madre.
-este cuento se ha acabado. Qué bonito, mamá. – exclama Belén.- Ahora ya sea porque en todos los sitios se ve en Navidad a la luna con su gorrito.
-Así es, ahora a dormir y a tener dulces sueños- le dice su madre tapándole.- Buenas noches.
Belén, cansada del ajetreo del día, cierra sus ojitos para soñar con esa gran luna que salvó, con su luz, la Navidad.
FíN
© 2017 Cuentos infantiles de navidad cortos: La luna y la navidad Cuentos de Navidad por Rosi Requena para Ideas para Navidad
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Me encantó la nota sobre los niños con sindrome de Asperger. Tuve uno el año pasado sin diagnosticar. Y muy buenos los cuentos de navidad.Leonor Lopez