Cuentos cortos de navidad con valores
Este cuento de Navidad trata de que da igual si lo que tienes no es igual al resto, si existe una historia detrás o parte importante de la vida o la familia que lo hace único.
Es domingo y Belén se levanta tarde, la noche anterior se quedaron hasta tarde viendo una película y le ha dado pereza levantarse temprano.
Queda tan solo una semana para Nochebuena y en su casa ya se respira el ambiente Navideño. El belén y el árbol de navidad ya están adornados y colocados en su sitio habitual y la casa lista para recibir las visitas familiares de estas fechas.
Como siempre, después de comer, Belén corre hacia su habitación y abre la ventanita correspondiente. En la ventana aparece un pequeño árbol de navidad adornado con bolitas en relieve.
-¡Mira mamá! Como el nuestro- exclama la niña emocionada.
-Si te parece bien, esta noche te contaré la historia de nuestro árbol de navidad. – le dice su padre.
-Lo estoy deseando- contesta Belén con una sonrisa.
La noche llega y Belén se apresura a prepararlo todo para el día siguiente. Es la última semana de colegio antes de que comiencen las vacaciones de navidad. Como todas las noches, tras ponerse el pijama y lavarse los dientes, Belén se mete en la cama y espera impaciente a escuchar los cuentos que cada noche inventan para ella.
-Esta noche el cuento se llama “El viejo árbol de Navidad”
Cuentos cortos de navidad para niños pequeños
El viejo árbol de navidad
“Hace unos años, tantos como los que tú tienes, en casa no teníamos preparada la navidad. Hacía unos meses que nos habíamos venido a vivir a esta casa y tú eras muy pequeñita para saber lo que significaba la navidad.
Al llegar diciembre, mamá y yo nos dimos cuenta de que cuando veías las luces navideñas de la calle al pasear, tu carita se iluminaba con una sonrisa y pensamos que, a lo mejor sí que te dabas cuenta de cómo cambiaban las cosas en Navidad y que lo mejor sería comenzar comprando un árbol y adornarlo para que no solo vieses las luces de navidad en la calle.
Fuimos a varios lugares para buscar el que sería el primer árbol navideño de nuestra nueva familia, pero todos los que veíamos nos parecían muy grandes y no queríamos coger ningún árbol de verdad porque nos daba pena sacarlo de su hábitat solo para los días de navidad y, tanto a mamá como a mí, nos daba miedo que, en un descuido o por accidente, el árbol te cayese encima y te hiciera daño. Así que, seguimos buscando hasta que, por casualidad y en una pequeña tienda del barrio, encontramos el árbol perfecto. Medía poco más de un metro, la altura suficiente como para no dañarte si se caía accidentalmente o para subirlo sobre una pequeña mesa para que, cuando fueras más grande pudieras adornarlo.
Felices por encontrar el árbol que andábamos buscando, comenzamos a buscarle los adornos. Eso nos costó algo menos, los dos decidimos que serían hechos a mano para que fueran algo nuestro y no tuviera los mismos adornos que el resto de los árboles que por ahí se veían. Compramos unas bolas y las adornamos con motivos navideños y buenos deseos para que, todo aquel que entrase a casa viese lo importante que era para nosotros la navidad.
Luego, con permiso de los abuelos, cogimos prestados algunos adornos de sus casas que nos gustaban desde niños para que nuestro árbol nos recordase que, tiempo atrás nosotros también habíamos sido niños como tú y que nunca olvidásemos aquello que nos hacia felices.
Por último, compramos una tira de espumillón brillante para que se pareciese en todo lo posible a las luces de la calle que tanto te gustaban pero sin que fuese peligroso para ti.
Así creamos nuestro árbol de navidad, pequeñito de tamaño pero con muchos recuerdos, lo que le hace ser el árbol más especial de todos los que existen. Ahora han pasado algunos años y va siendo hora de que, poco a poco, vayas eligiendo tu nuevos adornos que nos acompañen en navidad.
-A no ser…-finaliza su padre.
-¿A no ser que?- pregunta Belén con curiosidad.
-A no ser que quieras otro árbol más grande como los que se ven por ahí- le dice su padre.
-¿Qué dices papá? ¡No, este es perfecto!- contesta la niña totalmente convencida.- ¿Cómo vas a cambiar nuestro árbol de navidad?
-Haremos lo que tú quieras.- le contestan los dos al unísono.
FíN
Los padres de Belén le dan su beso de buenas noches, la arropan con mucho cuidado y se marchan de la habitación dejando que la niña duerma, orgullosos de ver cómo, siendo tan pequeña, ha sabido apreciar los detalles familiares que han hecho de su viejo árbol de navidad un árbol único.
El trato de María y Papá Noel
María era una niña un poco engreída y exigente. Acostumbrada a recibir todos los años una inmensa cantidad de juguetes una navidad se encontró con que solo había recibido 10 juguetes de variado tamaño. Enojada decidió escribirle a Santa Claus:
Querido Santa:estoy realmente enojada contigo. Este año solamente me has enviado 10 míseros regalos, cuando otros años me has traído más de 30. Estoy muy enojada contigo por eso y para que sepas de mi enojo, esta será mi última carta para ti.
¡Adiós!
María
Papá Noel en persona leyó la carta y pensó que debía ir a hablar directamente con la niña.
Así inmediatamente arregló su trineo y viajó hasta la casa de la niña.
- Hola María ¿Por qué estás tan enojada conmigo?
- Es que la carta fue muy clara – dijo María aún ofuscada – Yo quería mas cantidad de juguetes.
- Pues, yo pensé que como todos los niños piden siempre tener más amigos, decidí regalarte 10 juguetes y muchos amigos.
- No me interesa tener más amigos. A mí me interesaba tener más juguetes.
- Bueno María, si eso es lo que quieres, entonces eso te daré el próximo año, pero no te enfades – dijo Santa de un modo amoroso.
El año entrante María esperaba una cantidad de juguetes mayor a los 10 del año pasado, y tal fue su sorpresa cuando la nochebuena encontró un centenar de juguetes todos para ella.
María estaba feliz y pronto quiso salir a jugar y a compartirlos con sus amigos, pero sus amigos no se interesaron en los juguetes nuevos de María. Ni siquiera en ella.
Esto no le importo en un primer momento a María ya que tenía muchísimos juguetes.
Así pasaron algunas semanas y María estaba contenta porque todos los días abría un juguete nuevo. Sin embargo, poco a poco se dio cuenta de que sin sus amigos, no podía crear juegos nuevos. Además, era bastante aburrido jugar sola siempre.
Al cabo de algunas semanas María estaba con cientos de juguetes nuevos pero sin poder disfrutarlos por estar sola con estos.
Así, María decidió escribirle otra carta a Santa y le contó que no era feliz. En la carta también le pedía que le devolviera a sus amigos y que, a cambio, le daba todos sus juguetes nuevos.
Santa sintió que la niña estaba triste y decidió concederle su regalo: muchos amigos a cambio de todos sus juguetes nuevos.
Al poco tiempo, María recuperó por completo a sus amigos y pasó todas las tardes creando e inventando un juego diferente, aunque claro ya no tenía ninguno de sus juguetes nuevos, pero eso no le importaba: ¡ella estaba muy feliz!
FIN
El abeto triste
En medio de un hermoso y frondoso bosque se encontraba viviendo un joven abeto. Este era feliz en su lugar rodeado de otros árboles. Como era muy joven los otros árboles cubrían el sol impidiendo que la copa alcanzara apenas unos rayos del sol.Sin embargo, eso no le importaba mucho al abeto que era feliz en ese lugar.
Un buen día empezó a circular entre los árboles una noticia: pronto sería navidad y los abetos jóvenes serían cortados para ser usados como árboles de navidad. Esta información preocupó mucho a nuestro abeto joven y estuvo unos cuantos días triste y decaído.
Cuando su amiga la oruga lo vio días más tarde le preguntó:
- ¿Por qué estás triste?
El abeto le contó a la oruga los motivos de su tristeza. Ella pensó y rápidamente le respondió:
- ¡No tienes nada que temer! Si viene a talarte iré contigo para que no te sientas mal y no tengas miedo.
El abeto sonrió levemente pues si bien le agradaba la noticia, igualmente no quería irse de ese lugar.
Un buen día llegó un camión con varios hombres que sacaron el abeto del bosque y lo llevaron a una tienda comercial. Al día siguiente, llegó una señora muy elegante y con un sombrero muy extraño y compró el abeto…
El abeto estaba muerto de miedo.
- Recuerda que yo estoy aquí contigo abeto – dijo la oruga quien se había quedado a dormir en una rama.
Sin embargo, el abeto pensó que ese sería su fin: sería llevado a la casa de la señora y puesto en una maceta. Se imaginaba que lo decorarían con velas hasta quemarlo…
Todo eso hizo que el abeto sintiera mucho, muchísimo miedo, pero al ver que la oruga caminaba por sus ramas sintió ternura y hasta un poco de risa porque le hacía cosquillas mientras se deslizaba.
Así llegaron a la casa de la señora pero para sorpresa del abeto ella no lo dejó en la casa sino que lo plantó en el jardín. Lo decoró con semillas, migajas de pan y pequeños recipientes con agua.
Cuando el sol se asomó la mañana siguiente, los pájaros de todas partes se posaron sobre el joven árboldecorándolo con su presencia y canto.
- ¡Abeto! – dijo un zorzal – eres un árbol de navidad para pájaros. Siempre estarás decorado con nuestro canto y color.
El abeto no podía creer lo que le estaba pasando. Incluso se había olvidado de su amiga la oruga, y cuando miró entre sus ramas, ella ya no estaba pues se había convertido en una hermosa mariposa.
Así la mariposa y el abeto comprendieron que la amistad sirve para pasar buenos momentos (como la navidad) pero también para apoyarse durante las difíciles pruebas.
FIN
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