Cuento infantil de navidad
Una bota llena de sorpresas
Aprovechando que todavía es fin de semana, en casa de Belén, todos disfrutan de un desayuno en familia. Tras desayunar, se asean y deciden dar una vuelta por el centro de su ciudad y se acercan al parque donde Belén suele jugar con los amigos.
Hoy van a comer con sus primos en casa de los abuelos y Belén está deseando contarles a sus abuelos las figuritas que hasta ahora han descubierto en el calendario de adviento que le regalaron. Pero hay una cosa que le preocupa y no tarda en decírselo a sus padres:
-Si comemos en casa de los abuelos, ¿Cuándo voy a poder abrir la ventanita de mi calendario?- pregunta un tanto preocupada.
-Pues en cuanto lleguemos a casa, cariño. Por eso no te preocupes.- le responden al unisonó.
-¿Y no puede ser antes de irnos? Quiero saber ya de que hablará mi cuento de esta noche. – insiste la niña
-No, no… Si te comes ahora la chocolatina, luego dirás que no tienes hambre. Tendrás que esperar a que regresemos a casa.- le explica su madre.
La niña decide no insistir más y disfrutar del día junto a sus abuelos y primos. Nada más llegar, les cuenta a los abuelos lo que ha descubierto en los primeros días de su regalo y los cuentos que con él se han inventado sus padres para irse a la cama. Los abuelos le animan a que la próxima vez que les visite, les siga contando todas las figuritas que le han ido saliendo, pues les divierte mucho ver como la niña disfruta contándoles sus historias.
Cuando se quiere dar cuenta de la hora que es, ya tienen que volver a casa, pues al día siguiente ya comienzan de nuevo las clases y tiene que prepararse todo lo que necesita antes de cenar y meterse en la cama.
Ya en su casa, descubren lo que esconde la tercera ventanita del calendario. Es una pequeña bota llena de regalos.
-Hala, esto sí que es algo difícil para inventarse un cuento- dice sorprendida Belén.
-¡Que va! – le responde su padre que le volverá a contar su cuento de buenas noches. – Verás como enseguida se nos ocurre algo.
-¿Si? – Le pregunta con curiosidad su hija.
-Claro, a ver que piense un poco… ¡Ya lo tengo! – responde su padre con una sonrisa.
Belén se lava corriendo los dientes en un momento y corriendo se mete en la cama y se tapa, dispuesta a escuchar un nuevo cuento navideño.
-El cuento se llama “Una bota llena de sorpresas”.
“Erase una vez, en una ciudad como la nuestra, una niña que ayudaba en su casa con los preparativos de Navidad.
Como todos los años, un par de semanas antes de las vacaciones, toda la familia se reunía para sacar del desván todos los adornos navideños para clasificar los que pondrían y los que tendrían que cambiar por el paso de los años y su desgaste.
Ese era un momento muy especial para Bea, la protagonista de este cuento, pues junto a los decorados surgían las historias de cómo habían llegado hasta allí y había figuras con historias sorprendentes, otras con años de tradición pasando de padres a hijos y luego estaban sus pequeños calcetines.
Estos los habían comprado cuando eran unos bebes y, año tras año, los volvían a sacar para colgarlos en la chimenea y que Papa Noel los cargase de chuches y bastones de caramelo a su llegada.
Este año, por problemas de tiempo por trabajo y los estudios de sus hermanos mayores que Vivian fuera, no habían podido sacar los adornos hasta dos días antes de navidad y eso lo hacía aun más emocionante porque solo tenían un par de días para renovar aquellos adornos que estaban en mal estado, debido al paso del tiempo.
Entre ellos, estaba el calcetín de Bea que se había agujereado en la punta del dedo gordo y el tiempo que llevaba enganchado entre los demás adornos, habían hecho que se viera todavía con peor aspecto. Cuando Bea lo vio se puso muy triste, pues era su calcetín favorito, se lo habían regalado cuando cumplió dos añitos y no entendía como se podía haber roto si nunca se lo ponía.
-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Bea muy seria.
– No pasa nada, iremos a la tienda a comprar uno nuevo- le respondió la abuelita de la niña.
-Pero abuela, no entiendo como se ha podido romper si solo lo colgamos de un año a otro. – insiste enfadada.
-Mi niña, se habrá enganchado con otro de los adornos y se habrá descosido. – verás como todo se arregla.
Bea, junto con su madre y su abuela se abrigan y se van a buscar un nuevo calcetín para colgarlo en Nochebuena. Pero, la preocupación de Bea va aumentando a medida que tienda tras tienda les dice que no les quedan, que han tardado mucho en buscarlos y la gente ya se los había llevado hace unos días.
La niña cada vez está más triste, pues ve que este año sin su calcetín en la chimenea Papá Noel no podrá dejarle caramelos a su llegada.
Cuando llegan a casa, a la abuela se le ocurre una idea y, en un intento de consolar a Bea, se la cuenta al oído.
-Pero abuela, no te va a dar tiempo a coserme uno nuevo. Cuesta mucho hacerlos y todavía tenemos muchas cosas por adornar. – le dice Bea sollozando.
– Mira, vamos a hacer una cosa.- le dice su madre- busca las botas más bonitas que tienes y las pondremos encima de la chimenea cuando nos vayamos a dormir.
– ¿Las botas? Se desharán sus suelas con el calor, además siempre ha metido las cosas en los calcetines. Se creerá que nos hemos equivocado y me quedaré sin nada. –le dice la niña con voz triste.
-No si la ponemos al apagar el fuego y le escribimos una nota contando que le ha pasado a tu calcetín. ¿Probamos?- le insiste la abuela.
-Vale.- contesta la niña resignada.
La Nochebuena llega y, después de la cena, colocan la bota de la pequeña Bea junto a una carta y un dibujo que ha hecho ella durante la tarde. Más nerviosa que nunca, la niña se va a la cama y apenas puede pegar ojo, pensando en si Papa Noel habrá leído su carta.
Al día siguiente cuando Bea se levanta, no puede creer lo que está viendo. Papá Noel no solo ha leído su carta, sino que en la bota ha dejado, además de los caramelos, todos los regalos que la niña le había pedido y un calcetín nuevo que colgar en la próxima Nochebuena.
La niña se abraza a su mamá y le da las gracias por haber convertido el día de Navidad en el mejor día de su vida.”
-Y colorín, colorado… – termina el padre de Belén.
– ¡Este cuento se ha acabado!- exclama la niña en la cama.
-Ahora a dormir que mañana ya hay que madrugar. Buenas noches, cariño- se despiden sus padres con un beso.
-Buenas noches, mama. Buenas noches, papá. – Les dice Belén bostezando- Hasta mañana.
Belén cierra sus ojos, pensando en cual será el personaje protagonista de su próximo cuento y soñando en poder vivir las mismas aventuras que sus protagonistas. Felices sueños…
FIN
© 2017 Cuento Infantil de Navidad. Cuentos de Adviento por Rosi Requena para Educapeques
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