Cuentos de Halloween para niños

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Seguramente, los cuentos de Halloween son de los más populares entre los niños, son los cuentos que vienen de generación en generación, transmitidos de padres a hijos y contribuyen a desarrollar la imaginación y la fantasía entre los más pequeños de la casa.

Los cuentos de Halloween no tienen porque ser cuentos de terror, sino cuentos con valores que despierten la imaginación de los niños

Rosy Requena nos ha preparado 2 cuentos infantiles de Halloween para leer en estas fechas:

  • Un Halloween entre dinosaurios
  • El disfraz de Halloween

Cuentos cortos de Halloween para niños

Cuento de Halloween
Un Halloween entre Dinosaurios – Cuento para niños

Un Halloween entre dinosaurios – Cuento corto de Halloween

Había una vez en una época en donde era Halloween, dos personajes, Sara y David, son dos hermanos a los que les encantan los dinosaurios,  conocen casi todo de ellos y en su casa, no hay un solo rincón de su habitación en el que no haya peluches, juguetes o incluso esqueletos de dinosaurios.

Como todos los años, Sara y David se disponen a disfrazarse para celebrar Halloween con sus amigos, pero este Halloween  va a ser diferente y muy, muy especial para ellos.

Sus padres, por sorpresa se los llevan a una fiesta, en un parque cercano a su ciudad, dedicado exclusivamente a los  dinosaurios, sus orígenes, su forma de vida y alimentación y porque se extinguieron.

Cuando llegan al parque, los niños sorprendidos contemplan toda la decoración del lugar y después de admirar como han ambientado el lugar para la fiesta, corren a visitar a sus dinosaurios favoritos: el Triceratops y el T-Rex

  • ¡Madre mía! El T-Rex bien podía haber sido un vampiro con esos dientes tan grandes. – exclama David emocionado.
  • Tienes razón, con esos dientes y lo oscuro que esta esto, aun da más miedo de lo normal. – asintió Sara.

 Pronto, los dos hermanos regresan con sus padres que, también disfrazados para la ocasión, les esperan al final del pasillo, para entrar en la sala que el parque ha dispuesto para organizar allí una fiesta de Halloween especial.

 Allí conviven zombis, momias, vampiros con todas las clases de animales que habían pisado la tierra en la era en la que vivieron los dinosaurios tan queridos por Sara y David.

  • Ojalá hubiese podido conocer a uno de verdad.- suspira David. – hubiera sido fantástico poder vivir con ellos.
  • David, si los dinosaurios hubieran llegado a nuestra época, no quedaríamos ni un solo humano sobre la tierra. Los grandes carnívoros como tu querido T-Rex, se habrían encargado de comernos a todos. – le explican sus padres.
  • Mamá tiene razón. Aunque hay herbívoros, son más los dinosaurios carnívoros los que hay y nosotros somos muy pequeños como para poder con ellos. Yo prefiero verles aquí, les puedo ver y tocar sin miedo a que me coman. – dice Sara.

 Pronto se unen a la fiesta y los dos hermanos se lo pasan en grande con los nuevos amigos que hicieron allí en la fiesta.

 Bailan, juegan y comen de toda las clases de chuches que han colocado  en lo que parecen ser huevos de dinosaurios.

Un mago, disfrazado de vampiro, les hace varios trucos de magia para hacer la tarde más divertida y luego se hacen fotos con las momias, murciélagos, arañas y demás monstruos que se mezclan con los dinosaurios que normalmente habitan solos allí.

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Al final de la tarde, los niños ya están muy cansados para continuar con la fiesta y sus padres deciden volver  a casa.

  • Hoy ha sido un día inolvidable.- dice Sara entre bostezos.
  • Y que lo digas, hermanita. Hemos pasado una tarde de miedo con los dinosaurios. – añade David.
  • Mamá, nos dejarás ahora vaciar la calabaza antes de acostarnos. Por favor…  – le pide Sara con voz dulce.
  • Si primero os bañáis y os ponéis el pijama al llegar a casa.
  • ¡Vale! ¡Hurra! – exclaman felices los dos hermanos.

Sara y David se quedan dormidos en el trayecto hasta llegar a su casa, pero no quieren dejar de lado su tradición de vaciar sus calabazas antes de irse a dormir y obedecen a su madre, dándose un baño y poniéndose el pijama antes de comenzar a dibujar sus terroríficas caras en sus pequeñas calabazas.

Papá ayuda a Sara con la suya, mientras que es mamá quien echa a David una mano para decorar y vaciar la suya, con unos colmillos afilados como los del T-Rex que han visto en la fiesta.

  • ¡Vaya David! – exclama su padre. – este año tu calabaza sí que es terrorífica.
  • Si, papa. – dice orgulloso David.- es una calabaza T-Rex.

 Los dos pequeños, finalizan la decoración de sus calabazas y tras tomarse un gran vaso de leche con galletas se van a sus camas, a ver las fotos de ese gran día y a soñar que por una vez, celebraron Halloween entre dinosaurios.

-FIN-

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Cuento de Halloween infantil: El disfraz de Halloween

El disfraz de Halloween – Cuentos de Halloween para niños

Maite es una niña, de unos siete años, que le encantan los disfraces y jugar con sus amigos a cualquier cosa que implique disfrazarse. Por eso, sus padres han decidido aprovechar que se celebra Halloween para prepararle una fiesta con sus amigos.

Una pequeña merienda y un montón de juegos para que tanto Maite como sus amiguitos disfruten de una tarde divertida y llena de sorpresas.

La pequeña ayuda a preparar la fiesta junto a sus padres para que todo salga perfecto y elige su disfraz favorito. Ha decidido ser una simpática bruja, con una cesta en forma de calabaza, para recoger caramelos tras la merienda.

Cuanto tocan al timbre, Maite está más que preparada y recibe a sus amigos con una pequeña bolsa de caramelos y un libro de cuentos para tener un recuerdo de una tarde muy divertida.

Al llegar al salón, los padres de Maite ya les están esperando con la mesa llena de bocadillos, chuches y adornada con motivos terroríficos. Fantasmas, murciélagos y alguna que otra telaraña de mentira,  decoran la mesa y las paredes del salón. Todos se sientan a merendar muy animados y comentando que les gusta a cada uno de los disfraces que llevan puestos.

Cuando terminan, ayudan a recoger a la mamá de Maite y le piden a su padre que les cuente una historia.

  • Mi papá sabe porque ahora nos disfrazamos para celebrar Halloween. – presume la pequeña Maite.
  • ¿De verdad? – pregunta uno de los niños disfrazado de fantasma. -¿Por qué no nos cuentas la historia?
  • Sentaos y os la cuento- dice el padre de la niña con una sonrisa.

Todos los niños se sientan en círculo, rodeando al padre de Maite que, con aire misterioso, comienza a contarles la historia de donde salió la costumbre de disfrazarse en Halloween.

“Hace muchos, muchísimos años, las noches de invierno representaban una amenaza a la gente que vivía en los poblados Celtas.

La oscuridad les daba miedo porque creían que, en la noche de todos los santos, los muertos cobraban vida y se convertían en fantasmas,  momias, brujas y otras criaturas y pensaban que se los encontrarían por las calles si salían de sus casas.

Como no podían permitirse quedarse encerrados en casa toda la noche, los que salían creían que disfrazándose no les reconocerían los fantasmas.”

  • Y… ¿Sabéis lo que hacían? – les pregunta a los niños que le miran con atención.
  • ¿Qué hacían papá? Dinos que hacían para escaparse – le dice uno de los amiguitos de su hija.

“Ellos usaban máscaras, capuchas y todo lo que tenían a su mano para despistar a los fantasmas en su búsqueda de espíritus.

Años después, en Estados Unidos comenzaron a hacer fiestas en los que, como nosotros, contaban historias de fantasmas, adivinaban la suerte de los que allí asistían, cantaban y bailaban.

A partir de entonces, los disfraces ya no se los ponían para huir de los espíritus, sino para hacer de la víspera de  Todos los santos un homenaje a como se vivía en sus antepasados.”

  • Y ahora que ya sabéis porque empezaron a disfrazarse… ¿Os apetece ir a por caramelos? – les pregunta el padre de Maite.
  • Siiii… – contestan todos los niños al unísono.

Todos los niños, encabezados por Maite y su padre cogen de la entrada las cestas que han traído para la fiesta y, entre bromas y risas comienzan a tocar a los vecinos para que le den unas chuches al oír…

   ¡¡ TRUCO O TRATO!!

-Fin del cuento de Halloween Infantil-

Cuentos cortos de Halloween por Rosi Requena

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Recuerda


La importancia de contar cuentos

Narrar en voz alta un relato a un niño supone una actividad de gran valor intelectual, cognitivo y emocional, que todo padre o educador debería poner en práctica cuanto antes. Además de todo esto, es una magnífica forma de crear complicidad y de estrechar vínculos afectivos entre unos y otros.

Sin duda, para muchos de nosotros el ritual de nuestros padres o abuelos de leernos un cuento es uno de los recuerdos más entrañables de nuestra infancia.
Veamos a continuación, según los exploradores del saber, otros beneficios de leer cuentos desde una edad temprana:

  1. Cuanto antes entren los libros a formar parte de la vida de un niño, mejor. El hábito lector es imprescindible para realizarse personal y socialmente. De ello dependerá mucho el interés de los padres por poner libros a mano y de dar ejemplo leyendo a su vez.
  2. Los cuentos estimulan la fantasía, la sensibilidad, la memoria y la expresión.
  3. Ayudan a desarrollar el lenguaje, ampliando vocabulario, modelos expresivos nuevos y disipando dudas de construcción gramatical, además de despertar el intelecto, aumentando la percepción y la capacidad de comprender.
  4. Los niños aprenden a escuchar con atención y a ser pacientes, elementos primordiales para el aprendizaje.
  5. Los cuentos mejoran el conocimiento espacio-temporal (dónde y cuándo sucede, qué ocurre antes y qué después…).
  6. Fomentan la empatía o capacidad de ponerse en lugar del otro.
  7. Transmiten valores como la constancia, la amistad, la modestia, la honestidad, la lealtad, etc.
  8. Enseñan a identificar emociones como el miedo, el amor, la frustración, la ira, la envidia o el deseo.
  9. El niño se identifica con personajes y situaciones de las historias, lo cual le ayuda a afrontar retos y miedos con una visión más amplia. Asimismo, le facilita la resolución de problemas.
  10. Todo niño desea la atención de sus padres y pasar tiempo con ellos, y el rato de contar un cuento incrementa la comunicación y la confianza entre ambos, lo que a la larga también mejora la autoestima del pequeño.

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