Juan y Diego, dos amigos diferentes. Cuento infantil sobreprotección infantil
Cuento sobre la sobreprotección infantil
Juan y Diego son dos amigos inseparables, pero muy diferentes entre sí. Juan es aventurero, extrovertido, independiente al que no le da miedo nada.
Diego por el contrario es un niño muy tímido, que pocas veces hace algo por sí solo y al que, por cualquier tontería se asusta.
Nadie en el barrio se explica porque dos niños tan diferentes se pueden llevar tan bien, lo que no saben es que cada vez que Juan y Diego juegan juntos sin que los padres estén cerca, Diego es totalmente diferente a como se muestra delante de sus padres.
Aunque, como ya he dicho antes, Diego sea un niño miedoso, rara es la vez que no se haya dejado llevar por las locuras de Juan y hayan vivido más de una aventura, no siempre con final feliz y con la consecuente regañina para ambos.
Al igual que sus hijos, los padres de Juan y Diego son totalmente diferentes. Lorena y Juan, es una pareja extrovertida que, al igual que su hijo Juan, les encanta vivir nuevas experiencias y animan a su pequeño a que viva las suyas propias. Ellos conocen a los padres de Diego desde que eran unos niños, siempre han ido en la misma pandilla de amigos pero en el caso de Maite y Diego, su forma de vivir la paternidad es muy distinta.
Ambos siempre están preocupados de lo que pueda hacer su pequeño, sólo le dejan salir con su amigo Juan y muchas de las veces a regañadientes por temor a que se pueda caer o se metan en algún lio.
Diego, el padre, aun es un poco más abierto que su mujer y más de una vez le ha recriminado a Maite que hable por el niño, incluso cuando va al médico y este le pregunta que le ocurre.
Y es que, no es raro escuchar a alguno de sus amigos cada vez que quedan para que sus hijos jueguen, decirles a los padres de Diego “Déjale vivir, solo es un niño. Si se cae, verás cómo se levanta el solo”
Pero a Maite le da igual, no puede soportar ver que su niño se caiga cuando van a jugar al parque o verle llorar porque no sabe hacer parte de los deberes. Enseguida se sienta a su lado y antes de haber entendido Diego el ejercicio, su madre ya lo ha hecho por su cuenta, algo que a su maestra le saca de sus casillas porque en el colegio no logra que el niño resuelva sus problemas por sí mismo.
Por eso, cuando Lorena y Juan les insisten en que dejen a su hijo Diego pasar unos días con su amigo en casa de los abuelos, Maite y su marido se echan las manos a la cabeza.
-¿Cómo? ¿El solo? ¿Sin nosotros? – pregunta Maite escandalizada.
– Claro que si, les vendrá bien a los niños estar unos días juntos. Sin deberes y sin obligaciones, solo jugando y disfrutando de los mimos de los abuelos. – les responde Juan con una sonrisa.
El pequeño Juan sin miedo, como le llaman cariñosamente, les insiste a los padres de Diego dando vueltas alrededor de ellos. “Por fa, por fa…”, hasta que al final los padres de su amigo ceden y les permiten pasar unos días juntos, no sin hacerle un montón de advertencias al pequeño Diego, que por un momento duda de si es buena idea quedarse con su amigo tras todas las advertencias que le hacen sus padres.
-Marchaos tranquilos, estará bien – les intenta tranquilizar Lorena.
-Está con nosotros, no se va a una guerra – bromea el padre de Juan.
Los padres de Diego se van, preocupados por lo que pueda pasarle a su pequeño y el paso de los días, para ellos, se convierte en años.
Cuando llega el momento de ir a recoger a su hijo, notan que el pequeño Diego ha cambiado. Ya no es el niño miedoso que se resistía a dejarles por pasar unos días con su amigo, ahora sigue sin dudar los pasos de Juan y aunque lleva algún que otro rasguño ya no le importa como antes.
Al ver a sus padres, corre a sus brazos para contarles, emocionado todas las aventuras que ha vivido con su amigo y todo lo que se han divertido con los abuelos. Viéndole tan contento, Maite les pregunta a sus amigos cual es el motivo de ese cambio tan bueno que ha experimentado su hijo, y la respuesta no puede ser más clara.
-Solo había que darle un poco de libertad y confiar más en él. Si le dejas crecer, no dejará de sorprenderte – le responde Lorena.
Cuento infantil sobre la sobreprotección infantil por Rosi Requena.
Muy buena historia! Como dices, hay que dar un poco más de libertad a los niños para que aprendan por sí mismos, que caigan y se equivoquen, es el mejor aprendizaje.
Un saludo
Hay veces que los padres no escarmientan