Cuento infantil: LA MEJOR BABYBRUJA. Capítulo II (Nada es lo que parece)
(En el capítulo anterior… “Fue entonces cuando me frote los ojos como cuatro o cinco veces porque todo aquello era inexplicable”)
Mi hermana era demasiado pequeña para desayunar una fuente entera de pasteles, bueno mi hermana… y cualquiera es demasiado pequeño para comer aquella montaña de dulces, y que encima estos le sentasen bien. Así que no pude contenerme y dije…
-¡Como te comas todo eso antes de ir al colegio vas a enfermar!
Tras aquello las dos sonrieron, y fue mi hermana quien me aclaro todo aquello mientras comía y comía, a una velocidad impresionante
-¡Bah…! No te preocupes, en realidad estoy desayunando lo normal, en realidad esto es un plato de espinacas, leche cereales y fruta.
¿Cómo que aquello era un plato de espinacas? Si a Clara no le gustan las verduras, y mucho menos las espinacas. Yo estaba soñando y aún estaba dormido. Nada de todo aquello que estaba sucediendo tenía sentido común.
-¡Aún estoy dormido y estoy soñando!
Exclame, a continuación Lucí me llevo a la mesa, me atusó el pelo, me dio un beso en la mejilla y me dijo.
-¡Buenos días Adrián! Siento defraudarte pero no estas soñando, tu hermana y tu tendréis de ahora en adelante una dieta equilibrada, aunque para ello tenga que usar mis conocimientos de cocina para niños con estomago selecto.
-Pero… ¡Lucí! Esto que veo no es una dieta equilibrada, yo he dado en clase lo que puede ser una dieta equilibrada, y… ¡si es cierto! Que… se deben tomar verduras, leche, cereales entre otros alimentos para crecer sano, pero yo no veo por ningún lado nada de eso
-¡Claro que no lo ves! No sabias que normalmente comemos por los ojos
-¡No… no lo sabía!
-Si yo os disfrazo lo que no os gusta, haciendo que esto sea algo más apetecible, sin dudarlo os lo comeréis
-Y… ¿Cómo has convertido las espinacas en pasteles?
-¡Eso es fácil! Ya te enseñaré yo a cocinar como yo cocino, no tiene mayor misterio
¡Que no tenía misterio dijo! Mi madre cocina súper bien, mi abuela cocina súper… súper… ¡genial! Y ninguna de las dos ha disfrazado la comida de semejante manera. Todo aquello seguía siendo raro, pero raro… raro… rarísimo. Tras aquello me invitó a que me pusiera una fuente tan grande como la de mi hermana para desayunar.
-¡Toma este plato! Y ponte de lo que más te guste y tanto como quieras
-¡Pero esto no es un plato es una fuente!
-¡Es un plato! Hazme caso
No quise contrariarla, aquello era un sueño sin lugar a dudas, y aún estaba dormido y por lo tanto estaba soñando, no iba a dejar pasar la ocasión sin degustar tantos pasteles como me diera la gana. Así que… llene la fuente haciendo incluso montaña, y cuando me puse a comer, me paso lo mismo que a Clara, que de repente cogí velocidad luz y ñam…. Ñamm… ñannn en un tristras me los comí todos. No penséis que me dio dolor de tripa, porque apenas me sentía lleno, más bien me sentía ligero y muy a gusto.
Una vez terminamos los dos de desayunar, Lucí nos pidió que cerrásemos los ojos, y sin preguntarnos… ¿por qué? Los cerramos
-¡No los abráis hasta que yo os lo diga! ¿De acuerdo?
-¡De acuerdo!
Contestamos, yo apreté los ojos todo lo que pude, porque me estaban entrando ganas de mirar por el rabillo del ojo, y quien sabe lo que me hubiera sucedido si accedía a aquella debilidad. Los apreté muy… muy fuerte. Sentí como una bocanada de aire fresco, pero no penséis que era aire frio, esa clase de aire no era, era más bien como ese aire que te da en la cara en pleno mes de junio cuando te vas a pasar un día al campo, y se levanta un pelín de brisa que te hace sentir más fresco, ese… precisamente esa clase de aire es la que yo sentí.
Cuando nos dijo que los abriéramos vimos la cocina completamente recogida, en la mesa ya no había nada, ni platos… ni cubiertos, ni pasteles, ni nada de nada, me atrevería a decir que incluso estaba más limpia que cuando mi madre la recogía.
Clara que no sé muy bien si es porque es más pequeña que yo, no pudo contener su extrañeza ante aquello que acababa de suceder.
-¡Vaya! Está todo limpio y recogido
-¡Así es!
-¿Cómo lo has hecho?
-¡Hum…! se dice el pecado pero no el pecador
Esta niñera que mi madre había contratado era rarísima, tuve que darle muchas vueltas a la cabeza para hallar una explicación a todo eso, decidí usar mi lógica de ductora; en aquella brisa de aire estaba la pista número uno para aclarar todo aquello. Seguro que la provoco ella misma, seguro que tenía alguna técnica secreta como la que usaba para cocinar, pero esta la usaba para limpiar y recoger a toda prisa.
Y mientras pensaba con mi súper lógica, Lucí decidió que ya era hora de irse al colegio.
-¡Vamos niños tenemos que ir al colegio! Se nos hace tarde
-¡Pero aún no estamos vestidos!
-¡Es cierto! Pero no tenemos tiempo
-¡Tampoco nos hemos lavado!
-¡Es cierto! Pero no tenemos tiempo
-¿Pero cómo vamos a ir a colegio en pijama y sin lavarnos?
Preguntamos mientras nos mirábamos asombrados esperando que algo increíble volviese a suceder.
Y sucedió seguro que así fue, pero tendréis que esperar a leerlo la próxima semana.
Lee el primer capítulo: La mejor Babybruja, la entrevista
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